Me dolió. No grité de milagro. Un
desgarro se produjo en mi interior. Seguí caminando. No pude remediarlo y miré
hacia atrás. Al fondo, como un símbolo fálico, el faro.
La playa estaba repleta de
caminantes, jóvenes y no tanto – los más -. Es una babel andante. Cuerpos
orondos - muchos -, algunos escultóricos y los más atocinados.
La gama cromática es amplia y con
ella se puede determinar el número de paseos dados por la playa.
La escasez de ropa permite ver
defectos y virtudes orgánicas. Muchas cicatrices atestiguan batallas ganadas a
las enfermedades. En otra liga están
las pieles que asemejan a una pared llena de grafitis. Hay brazos y piernas que
sabemos que están ahí porque soportan un ingente amasijo de pinturas.
No deja de asombrarme, y seguro
que se han fijado, en nuestra permisividad en zonas donde hay mucho guiri.
Donde hay una zona nudista la
convivencia entre textiles y naturistas es perfecta. A nadie molesta que el personal tome el sol o pasee en
pelotilla. Eso sí, las gentes de nuestro hogar patrio somos más mirones.
Tetas más grandes o más pequeñas.
Tetas a las que la gravedad puede. Tetas que son todas iguales y solo cambian
los kilos de polímero inorgánico derivado del polisiloxano que lleve encima –
para entendernos del tonelaje de silicona que contenga -. A estas recauchutadas no
les afecta la gravedad.
Morena, morena, morena, rubia,
morena, morena. Luego me fijo en su cabeza: rubia, rubia, rubia, rubia, rubia,
rubia. La prueba del algodón.
Cuando les toca a ellos, además
de la curiosidad no puedo dejar de comparar. Ayyyyy, uuyyyy. Hay comparaciones
odiosas.
Se ven campanillas, badajos -¡y
qué badajos!-. Inhumano. ¿Silicona? Creo que no, maldita sea. Esos, los del
badajo, van con la cabeza bien erguida. ¡Serán prepotentes!
No puedo evitarlo, sigo
comparando. Cuando, por fin, veo una guindillita me alegro y me siento mejor.
Soy un desalmado.
Yo no tengo la culpa. Yo paseo
por la playa, me topo con naturalezas en estado puro y la curiosidad me puede.
¿Van ustedes a decirme que nunca, nunca han echado una miradita?
Oigan, que quede claro, no tengo
ningún problema en enseñar mis insignificancias.
Me vuelve la imagen a la cabeza y
me duele, duele mucho. Aquel hombre tenía un cuerpo de
yogur – me niego a hacer propaganda gratuita -. Aquel hombre tenía un
badajo-badajo. Aquel hombre tenía un aro que le atravesaba el badajo. ¡Qué
dolor!
Naturalezas en estado puro by Santiago Pérez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.
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