Todos creemos saber quien domina
el mundo, Noam Chomsky también y además lo argumenta en su libro ¿Quién domina el mundo?
Son 388 páginas, de las cuales 49
son de notas. Nadie podrá decir que no están bien documentadas sus opiniones,
luego compartirlas es otra cosa – y eso allá cada uno -. La estructura del
libro no me gustó demasiado e incluso repite argumentos. Así y todo su lectura
me hizo reflexionar sobre lo que veo y lo que creo saber.
Noan Chomsky no es un analista
político al uso. Los que se informan
solo con las noticias de las grandes cadenas de televisión y periódicos no lo
leerán, y si lo hacen lo tacharán de cualquier cosa.
Chomsky no es un charlatán de
tres al cuarto. Es profesor emérito de lingüística del Instituto Tecnológico de
Massachusetts (MIT). Sus contribuciones a la lingüística son reconocidas a
nivel mundial. Son muchos los libros y artículos que tiene escritos sobre esta
disciplina.
En su faceta como analista
político es una de las personas más influyentes del mundo. Se considera
anarcosindicalista y es miembro del sindicato IWW (Industrial Workers of the
World).
Otro detalle biográfico: sus
padres eran judeo-ucranianos emigrados a EEUU. Chomsky nació en 1928 en
Filadelfia (Pensilvania).
Estos esbozos biográficos vienen
a cuento para poner sus opiniones en un contexto más apropiado. Está en contra
de la política militarista y económica de Estados Unidos y de la política del
estado de Israel y el trato que da a los palestinos.
El propio autor contesta rápidamente
a la pregunta ¿Quién domina el mundo?:
“La era neoliberal de la última generación ha añadido su toque propio a
es imagen clásica: los amos salen de las capas superiores de economías cada vez
más monopolizadas; las instituciones financieras son colosales y, a menudo,
depredadoras; y las multinacionales están protegidas por el poder del Estado y
por las figuras políticas que, en gran medida, representan sus intereses”.
Sus opiniones confrontan con las
que vienen siendo habituales y por eso parecen más contundentes, lo cual no
significa que no sean ciertas:
“En el mundo real, el desprecio de la elite por la democracia es la
norma”.
Su discurso crítico es el de un
ciudadano bien informado, además de bien formado en lo académico. Noticias
periodísticas, informes de organizaciones internacionales nos han dicho cosas
como esta:
“Al tiempo que la riqueza y el poder se han concentrado cada vez más,
los ingresos reales de la mayor parte de la población se han estancado y la
gente se las ha apañado aumentando las horas de trabajo y su endeudamiento, y
con una inflación de activos, regularmente destruidos por las crisis
financieras que empezaron cuando se desmanteló el aparato regulador, a partir
de la década de 1980” .
¿Exageración? ¿No sabemos que los
ricos han acaparado aún más riqueza? Cualquier organismo podría suscribir esta
afirmación de Chomsky.
Una de sus grandes preocupaciones,
que manifiesta de forma rotunda, es la del calentamiento terrestre y con él los
riesgos para el ser humano como especie:
“El riesgo sistémico del sistema financiero puede ser cubierto por el
contribuyente, pero nadie va a venir al rescate si se destruye el medio
ambiente. Que debe destruirse es casi un imperativo institucional. Los
dirigentes de las empresas que impulsan campañas de propaganda para convencer a
la población de que el calentamiento global de origen humano es un fraude
liberal comprenden muy bien la gravedad de la amenaza, pero deben maximizar el
beneficio a corto plazo y la cuota de mercado. Si no lo hacen ellos, otros lo
harán”.
Una inmensa mayoría de la
población está de acuerdo con esta aseveración, los científicos no tienen
dudas. Solo los lelos, y gentes como Trump, dudan de ese peligro.
Por lo que se refiere su país, a
los dirigentes políticos y económicos, simplemente los disecciona. Resalta
aspectos que pueden pasar más desapercibidos para una parte de los ciudadanos
pero que condicionan sus vidas:
“…el declive estadounidense es autoinfligido en buena parte…El
espectáculo ha llegado a atemorizar incluso a los patrocinadores de la charada.
A los poderes empresariales les preocupa ahora que los extremistas a los que
ayudaron a poner en el Gobierno decidan derribar el edificio en el que se basa
su riqueza y sus privilegios, el poderoso “Estado niñera” que sirve a sus
intereses”.
Los primeros días del gobierno de
Trump confirma esta afirmación.
Otro de los asertos del profesor
Chomsky que nadie discute es el siguiente:
“Aunque la crisis del déficit se ha fabricado pensando en la salvaje
guerra de clases, la crisis de la deuda a largo plazo es grave y lo ha sido
desde que la irresponsabilidad fiscal de Ronald Reagan convirtió a Estados
Unidos de principal acreedor en principal deudor del mundo triplicando la deuda
nacional y elevando las amenazas a la
economía que aumentaron con rapidez con Georges W. Bush”.
¿Acaso se nos olvidaron las
consecuencias de estas medidas neoconservadoras en el mundo? No creo, las
seguimos padeciendo en estos momentos.
El triunvirato Ronald Reagan,
Margaret Thatcher y Karol Józef Wojtyla logró instaurar un nuevo orden mundial
en el que las políticas más reaccionarias se han instalado no solo en los
gobiernos, también en una parte no desdeñable de la sociedad mundial. Con la
llegada a la presidencia estadounidense de Donald Trump la situación empeorará
de una forma que aún no atisbamos.
Las armas nucleares son otra de
las “obsesiones” de Noam Chomsky:
“La conclusión principal es que Estados Unidos debe mantener el derecho
a dar el primer golpe, incluso contra Estados no nucleares. Además las armas
nucleares siempre deben estar preparadas porque “proyectan una sombra sobre
cualquier crisis o conflicto”.
Una vez más Chomsky resulta
exagerado ¿verdad?
La primera edición de este libro,
en España, es de octubre de 2016, antes de las elecciones presidenciales en
EEUU. El análisis de la política de su país es certero, la evidencia de los
resultados lo confirma:
“Desde los tiempos del presidente Ronald Reagan, el liderazgo del
partido ha caído hasta tal punto en los bolsillos de los muy ricos y del sector
empresarial que solo puede atraer votos movilizando sectores de la población
que antes no habían sido una fuerza política organizada. Entre ellos están los
cristianos evangélicos extremistas, que, probablemente, ahora votan republicano
en su mayoría; restos de los antiguos estados esclavistas; nativistas que están
aterrorizados de que “ellos” nos roben nuestro país, blanco, cristiano y
anglosajón; y otros que convierten las primarias republicanas en un espectáculo
alejado del carril central de la sociedad moderna, aunque no del carril central
del país más poderoso de la historia del mundo”.
¿Les suena? Si es que este
análisis lo he escuchado en los telediarios.
Permítanme que les extraiga otra
reflexión de ¿Quién domina el mundo?:
“Ambos partidos se han desplazado a la derecha durante el período
neoliberal de la generación pasada. Los demócratas de la corriente principal
son ahora lo que se denominaba “republicanos moderados”. Entretanto, el Partido
Republicano se ha desplazado bastante fuera del espectro y se ha convertido
en…”insurgencia radical”.
Eso no solo ha sucedido en EEUU,
Europa es un buen reflejo de ese escoramiento hacia la derecha.
Otro de los temas del libro son
las relaciones estadounidenses con el mundo árabe y con Israel. Le dedica mucho
espacio. Está radicalmente en contra de los asentamientos israelíes en los
territorios palestinos. La injerencia estadounidense en los países del Golfo
Pérsico no sale tampoco bien parada. ¿Es por eso Noam Chomsky un radical?
¿Hablamos de Irak o Siria? ¿Hablamos de su gran aliado Arabia Saudí?
La radicalidad de Chomsky se
encuentra en su discurso coherente, bien informado, sin concesiones a ese
fraude de lo políticamente correcto.
Ya saben, léanlo y háganse su
opinión. Disponible en bibliotecas públicas y librerías.
¿Quién domina el mundo? by Santiago Pérez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.
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