Publicado en La Nueva España el 14 de abril de 2017
Un libro no es un objeto bonito. La mayoría de las veces oblongo aunque también apaisado, las menos, no lo hacen muy atractivo. Eso sí, tiene múltiples utilidades y eso incrementa su valor.
¿Qué
no conocen sus aplicaciones? Veamos algunas de ellas.
Si
tenemos una silla, una mesa… que cojea no hay nada como un libro para dar
estabilidad a ese mueble. Eso sí, se recomienda comprobar previamente el grosor
del libro y verificar que se ajusta a nuestras necesidades. Estoy seguro que
encontrarán uno a la medida.
En
el hipotético caso de ser una persona más bien bajita está muy bien pasear un
libro de volumen mediano bajo el brazo. Entiéndase, en este caso, eso de
volumen mediano por unas cuatrocientas páginas. Le será muy útil si tiene que
dar un beso a alguien más alto que usted. Lo arroja al suelo, se sube encima de
él y desventaja solventada.
Piense
en la media de altura de los españoles y no se le ocurra portar uno de más de
mil páginas. Tampoco es cuestión de ir de sobrados por la vida.
Un
libro puede convertirse en un arma muy peligrosa en ciertas manos. Por favor,
con este uso le rogamos extremen las precauciones y sobre todo no lo hagan ante
niños. Me refiero a su empleo como arma arrojadiza o para dar un sopapo.
Repito, es para casos excepcionales y de defensa ante un inminente ataque.
Muchos
ayuntamientos no han tenido en consideración las inclemencias meteorológicas y
han instalado en las vías públicas bancos de hormigón o metálicos. ¡A quién se
le ocurre! Va uno a sentarse y el culo se nos queda helado o se nos chamusca.
Un libro nos evitará estas inoportunas incomodidades.
Otra
aplicación, muy extendida y muy bonita, es para la decoración de estanterías en
los salones de las casas. Comprados por metros, o al peso, salen más baratos.
Hay personas que son verdaderas especialistas en combinar los tonos de paredes,
mobiliario y libros. Es todo un arte. Eso sí, permítanme una recomendación: al
cabo de un tiempo abran los libros por varias páginas, al azar, para dar la
sensación de que los han leído. Es más, denle un poco de realismo dejando caer
unas gotas de café en algunas de sus páginas o pásenles el dedo tras haber
comido chorizo. Nunca se sabe cuándo puede llegar un curioso y abrirlos.
En
el caso de esta última opción, no estaría mal limpiarlos, de vez en cuando, con
un trapo. La acumulación de polvo puede indicar a un ojo experto que no se han
tocado en mucho tiempo y eso no lo queremos ¿verdad?
El
tener libros en casa es también muy importante para demostrarles a los niños la
relevancia de la lectura para su futuro. Su presencia, la de los libros, es sin
duda un estímulo para los jóvenes. El que los vean junto a un televisor todo el
día encendido no tiene ninguna influencia perniciosa.
Creo
haber demostrado la versatilidad de los libros. Podría citar más pero no deseo
cansarles. Se acerca el Día del Libro, anímense y compren uno.
¡Ah!
por cierto, hay que tener cuidado con los libros, cuando se abren y se empiezan
a leer corremos el riesgo de que nos gusten y tengamos que llegar hasta el
final.
Pongan un libro en su vida by Santiago Pérez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.
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