24 jun 2022

La deriva nacionalista del presidente Barbón


  El presidente de Asturias, Adrián Barbón, escora hacia posturas nacionalistas difíciles de asimilar a su «ideología» que dice ser socialista.
  Al principio fue el tema de la oficialidad del asturiano, que hasta que él llegó a la secretaria general de la FSA (Federación Socialista Asturiana) y a la presidencia de Asturias era rechazado por los socialistas asturianos. Su antecesor en el partido, Javier Fernández, no quería oír hablar del tema. No era el único.
  Desde el empeño en la oficialidad ha tomado una deriva claramente nacionalista. En un artículo publicado en El Comercio, el 10 de junio de 2022, deja constancia de cuales son, actualmente, sus planteamientos.
  El presidente Barbón reivindica con «orgullo» el Reino de Asturias «para dar un paso más en la recuperación de nuestra identidad». ¿Cuándo la perdimos? No deja de asombrarme tal afirmación. Siendo, cómo dice ser socialistas, sentirse orgulloso de un reino es cuando menos curioso. Desde luego la Historia fue la que fue. No se trata de renegar de esa realidad histórica, pero de ahí a ese sentimiento de orgullo identitario hay un trecho. Es más, pensar o creer que es importante para recuperar la identidad me parece una boutade, diciéndolo de forma suave.
  Me viene a la cabeza eso del nacionalismo identitario de un sector de los catalanes y vascos. Este discurso de Adrián Barbón no se diferencia en nada.
  Ven, ya tenemos dos de los pilares nacionalistas. Por un lado una lengua que, a pesar de los pesares, quiere convertir en oficial y por otro, la «invención» de una identidad apelando a un historicismo alejado de la Historia.
  Falta una tercera pata que sustenta el nacionalismo, la religión. Barbón no tiene empacho alguno en utilizarla como herramienta política en su discurso. Vean si no y luego piensen en La Moreneta y los viajes «espirituales» que realizaba al Monasterio de Monserrat Jordi Pujol.
  Lo dicho, pasen y vean. Adrián Barbón manifestó en esa entrevista que Covadonga tiene una parte espiritual «importantísima para los que podamos ser cristianos, porque Covadonga tiene una representatividad: la identidad de un pueblo está representada allí». No se queda ahí, no está de acuerdo con que Covadonga sea un espacio apropiado para mítines políticos al ser un lugar sacro. Y ahora llega la traca final, «Que un creyente haga un mitin en un lugar sagrado me resulta ofensivo, hay espacios que no se deben ofender con la política».
  Es decir, según el presidente Barbón la política es ofensiva. Vaya.
  Aunque me parezca increíble hay que recordarle al presidente asturiano que lo que ofende son los políticos chapuceros, mentirosos, corruptos… ¿Socialista? Cada día tengo más dudas.
  Señor presidente, lea a historiadores rigurosos y comprobará que la «batalla» de Covadonga fue una pequeña escaramuza. No existe ninguna relación entre aquel Reino de Asturias y la Asturias de hoy. El devenir histórico fue el que fue, pero apelar a él para explicar o justificar la realidad es maniqueo y carece de rigor.
  Aquellas gentes, que tirando unos pedruscos hicieron huir a unos pocos musulmanes, no pretendían restaurar el reino de los godos, querían ocupar el territorio y sobre todo recuperar su estatus. Entre ellos había nobles y eclesiásticos huidos que no estaban dispuestos a perder los privilegios de los que gozaron. Más tarde proseguirían anexionando territorio y nada mejor para motivar al personal que inventarse lo del sepulcro de Santiago. Siguiendo la argumentación «barbónica»,  y qué curioso, aquel reino astur desapareció en beneficio del reino leonés. ¿Dónde quedó esa identidad asturiana? En ningún lado, no existía.
  Señor Barbón, no se sume usted al historicismo manipulador.
  Tengo la sensación de que este viraje de ciento ochenta grados viene motivado por el temor a qué Asturias se quede descolgada. No se preocupe, presidente, ya lo está.
  En la Transición resurgieron los nacionalismos vasco y catalán, el gallegismo lo hizo más pausado, posteriormente valencianos, baleares y ahora los andaluces con Adelante Andalucía resaltan lo que les diferencia para acercarse a posturas nacionalistas. Todas las autonomías, en mayor o menor medida, o de forma más historicista o folclórica resaltan las diferencias de su comunidad. El caso más festero es el de Revilla, el presidente de Cantabria.
  Quién no tenga claro que España es plural creo que comete un error muy grave y no será capaz de encontrar soluciones que satisfagan al conjunto de la sociedad. Dicho esto una cosa es reconocer esas diferencias y otra bien distinta es caer en el nacionalismo identitario que es insolidario ya que tiene que reforzar su identidad frente a los demás y ello les lleva a mirarse el ombligo.
  Del estado de las autonomías hemos pasado a un estado federal, aunque no esté reconocido como tal, y ahora vamos encaminados, a la chita callando, hacia un estado confederal.
  Ningún presidente quiere quedarse rezagado en el reparto de los dineros del Estado. Cómo a vascos y catalanes les va bien con su estrategia nacionalista e independentista los demás, sin llegar a eso, se apuntan. Pero sí hasta el Madrid de Ayuso va por ese caminito, aunque como IDA es muy grandona su nacionalismo es, además, el más español de todos. Madrid es España. Barbón le respondería vale, pero Asturias es España y lo demás tierra conquistada. En fin.
  Señor Barbón, señor presidente, su abatimiento hacia posturas nacionalistas le aleja del aquel socialismo internacionalista, no sé sí usted alguna vez fue tal cosa, y le acerca a la derecha. No me extrañaría que en breve usted se reúna con los suyos en Covadonga al igual que lo hacia CDC (Convergencia Democrática de Cataluña).
  ¿Qué pensará Javier Fernández? No lo llegaremos a saber. Los afiliados de la FSA callan, los candidatos o futuros candidatos ni se les ocurre hablar. ¿Y los ciudadanos? Pues hay de todo, en principio les da igual, pero eso sí, no les hables del nacionalismo catalán o vasco.

 

 

 

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