Hoy voy a hablarles de Una historia ridícula. Aunque no lo
crean es una historia que por ridícula es una pasada. No hay contradicción
alguna en esa afirmación cuando me estoy refiriendo a Una historia ridícula, la última novela de Luis Landero. Está
repleta de ironía, humor, amor, odio. Lo
tiene todo. Es una gran novela.Marcial, el protagonista, relata
en primera persona su historia de amor con Pepita. Eso es mucho decir. Se monta
su idilio y aprovecha la ocasión para darnos unas pinceladas muy jugosas de su
vida. Pero no se queda ahí. Filosofa y nos muestra sus cualidades como escritor.
Y todo eso siendo un matarife ascendido a jefe de planta en un matadero
industrial. Para esos conocimientos tan amplios no es necesario pasar por la
universidad, es más, no tiene muy buena opinión de los universitarios.
Marcial nunca habla en vano, nos
lo repite con insistencia. También reitera «yo sé de lo que hablo». Además
valora mucho el concepto del honor.
Como vemos es un dechado de
cualidades. Bueno, casi.
Tengo que aclarar que la
redacción de sus andanzas le viene impuesta por el doctor Gómez, del que
suponemos que es psiquiatra. No hagan juicios de valor precipitados. Marcial es
un tipo «curioso». Así por ejemplo puede hablar de infinidad de temas y lo hace
solo por el gusto de oírse disertar.
Otra de sus «curiosidades» es que
tiene a gala ser la persona que más ofensas ha recibido. Casi en paridad es un
odiador nato. A esto une una cualidad que le diferencia del resto de los mortales,
dice tener poderes sobrenaturales destructivos.
El tema central de Una historia ridícula es el amor de
Marcial por Pepita y la vicisitudes por las que atraviesa para acercarse a
ella. No se trata de un tipo al que le resulten ajenas las relaciones con el
otro sexo. Un inciso. Sí, hay dos sexos. Regreso. Mantuvo una con Merche,
cuidadora de su madre y otra con Natalia, meretriz a la que contaba sus cuitas.
También tuvo otro vínculo estable con un compañero de trabajo, Cordero, pero
esta no fue de carácter sexual si no competitiva en todos los ámbitos. Todas
ellas acabaron como el rosario de la aurora.
Marcial estudia cada paso que va
a dar, pero a la hora de actuar toma unas decisiones alejadas de sus
disquisiciones y que acaban dando unos frutos ridículos.
El peculiar protagonista
establece ese paralelismo entre el amor y el odio, tal vez por aquello de que
del amor al odio hay un paso. Vayan ustedes a saber el motivo. Resulta difícil
entrar en la mente de este hombre.
Tanto va el cántaro a la fuente
que Marcial logra asistir, en casa de Pepita, a una de las reuniones que
celebrar regularmente. Y claro, el cántaro se rompió.
Los encuentros con su «amada»
acababan siendo un desastre. Su cabeza iba por un lado y sus palabras por otra.
En esa reunión se destapa el tarro de las esencias y Marcial se supera así
mismo.
Una vez más Luis Landero da una
alegría a los lectores. Con una prosa nada alambicada crea una obra literaria
con mayúsculas. La ironía, la comicidad están presentas a lo largo de toda la
novela.
No se preocupen si se sienten
representados en algunas situaciones o pensamientos, no serán los únicos. Con
una sonrisa y un poco de vergüenza me vi representado. En el fondo, o no tan en
el fondo, creo que muchos tenemos algo de Marcial.
Se lo recomiendo. En su
biblioteca pública o librería preferida lo podrán encontrar.
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