Publicado en La Nueva España el 14 de agosto 2022
Ni el argayo de Casazorrina, ni el puente de La Barrosa y varios desastres más han logrado quitarnos las ganas de disfrutar. No nos olvidamos de los muertos por la pandemia, los enfermos, el confinamiento y algunos, cada vez menos, del personal sanitario. Oigan, que no lo logra ni siquiera la inflación, que suena a algo más lejano cuando realmente nos referimos a una subida de precios desorbitada. Pues ni con estas y aquellas a las gentes de Tineo se nos pasan las ganas de fiesta. Hablamos de San Roque y su prao.
Todos los pueblos y ciudades consideran que sus fiestas son las mejores, Tineo no es menos, aunque nosotros tenemos la suerte de contar con el Campo de San Roque y ese prao es mucho prao. Perdonen, es una cuestión de amor.
San Roque, el campo, saca lo mejor de nosotros. En él disfrutamos de la amistad, la camaradería, de la vida. Es un tiempo breve, intenso, con fecha de caducidad donde nos acercamos a eso que denominados felicidad. Sólo hay que ver las caras de los tinetenses. ¡Y qué les voy a contar de los jóvenes!
La primera vez que los padres permiten que sus retoños disfruten de la fiesta con sus amigos algo cambia, todo cambia. Se les desvela una incógnita, descubrirán que pasa en ese prao lejos de la tutela parental. Las chicas y chicos entran en otra etapa que hacen sudar a sus progenitores pero que a ellos les llena el corazón de alegría, esperanza y deseo.
San Roque es lugar de abrazos, besos, sonrisas. Familias y amigos se reencuentran, se refieren sus penas, pero sobre todo sus alegrías. No es tiempo de lloros, sólo de lágrimas de regocijo. El prao los convoca en torno a un mantel en el que no falta de nada y menos el chosco. Todos son bienvenidos.
El día es un continuo deambular de grupo en grupo saludando.
En la zona alta, bajo los árboles, las peñas ocupan sus puestos. Algunas son ya veteranas y sus integrantes aún más. No importa, San Roque renueva el espíritu. Puede parecer un caos, pero no, hay un orden y sobre todo un concierto: pasarlo bien. Constatamos que no se van a deshidratar y cualquier conocido podrá hacer una parada y recibir el avituallamiento oportuno.
Los más talluditos los miramos con cierta nostalgia y rememoramos otros San Roque de hace ya demasiado tiempo.
Con un poco de mucha suerte serán unas noches de verano y el paraguas de luces y las estrellas iluminarán lo justo y necesario. Avanzará la noche, unos bailarán, otros charlaremos, reiremos, y en la zona alta, bajo los árboles, de vez en cuando veremos el destello de unos ojos que brillan y saltan chispas: el amor, el primer amor, explosiona y todo a su alrededor se llena de luz. Esas jóvenes parejas son luz y el campo de San Roque realizará su magia. Ese momento se grabará en sus corazones por siempre jamás. El vínculo que se establece entre los tinetenses y San Roque, el prao, es indestructible y contagioso.
Los foráneos son bien recibidos y sólo tienen que llegar dispuestos a disfrutar y si abren su corazón, quién sabe, igual se produce la magia. Yo que ustedes no dejaría pasar esa oportunidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario