La corrupción es un mal endémico en España.
No exagero. Podemos retroceder a finales del siglo XIX y ver lo que pasó en el XX, más atrás
era aún peor, y tenemos sobrados ejemplos en nuestra historia de esa corrupción
sistémica.
La Restauración fue un sistema corrupto a
todas luces que contaba con unas figuras claves para el «buen» desarrollo de la
alternancia bipartidista, los caciques. Con la llegada de la dictadura de Primo
de Rivera nada cambió. Alfonso XIII fue un monarca corrupto, cualidad inherente
a los Borbones, visto lo visto. Este rey fue promotor de cine pornográfico y
responsable de la masacre que sufrió el ejercito español en Annual. Vamos, una
joyita.
La Segunda República tuvo sus escándalos, los
más sonados fueron los del caso Straperlo y el escándalo Nombela, ambos
protagonizados por Alejando Lerroux, del Partido Republicano Radical, que formaba parte del gobierno de la CEDA de
José María Gil Robles. Se habló de casos de corrupción que afectaban a Negrín y
a Indalecio Prieto, pero no estaban claros.
Llegó la dictadura del general Franco y con
ella la corrupción se convirtió en un rasgo distintivo.
Con
la democracia, y las limitaciones impuestas por el miedo y la pervivencia de
franquistas enquistados en los órganos de poder condicionaron la política
española, aún lo hace. La corrupción afectó al PSOE y al PP, que se alternaron
en el poder. Hace no mucho tiempo se confirmó lo que se sabía y decía con la
boca pequeña: Juan Carlos era un comisionista y tenía un montón de historias
chungas tras de sí. Se hizo pública su intensa vida amorosa que pagamos los
españoles. Se sabía pero nadie se atrevía a decirlo en voz alta o publicarlo.
Cuando la máxima representación del Estado y
los dos partidos que se alternan en el poder cuentan en sus filas con corruptos
es que algo muy grave sucede, la corrupción no es algo puntual si no sistémico
por la falta de controles.
Ni PSOE ni PP se libran, pero sí que se puede
hacer una clasificación y ahí gana por goleada el PP, lo cual no exime al PSOE
de sus responsabilidades. No se puede negar que el tratamiento de los casos de
corrupción que afectan al PP o al PSOE no se tratan de la misma forma. El PP
cuenta con muchos medios de comunicación que forma parte de su área de
influencia al igual que una cohorte de jueces que se alinean con sus postulados
políticos y que influyen en sus decisiones judiciales.
No me invento nada ni se me tache de
partidista, que no lo soy ya que no pertenezco a ningún partido, además
cualquier observador mínimamente imparcial lo puede comprobar. Otro «mérito» a
favor del PP es que se comportan como verdaderos hooligans y no se inmutan sea
por lo que sea. Como ejemplo de esto tenemos a Isabel Díaz Ayuso, presidenta de
Madrid, o a Carlos Mazón, presidente de la Comunidad Valenciana. Si
retrocedemos a los gobiernos de Aznar nos acordamos como sus ministros, la
inmensa mayoría, acabaron como acabaron. ¿Qué decir de Zaplana, Camps, Fabra,
Matas…? ¿Sigo?
La llegada de Pedro Sánchez a la Moncloa, con
apoyos de Podemos en primer lugar, y más tarde de Sumar, y siempre con el
soporte de partidos nacionalistas, sentó fatal en la filas de la derecha. A
esto tenemos que añadir la entrada en los parlamentos y alcaldías de Vox,
extrema derecha carpetovetónica propagadora de odio, bulos y mentiras.
La situación del Partido Socialista era
delicada y salen a la luz las bombas políticas de la corrupción - supuesta de
momento ya que no fueron juzgados, pero bastante evidentes -. Koldo, Ábalos,
Cerdán y quien sabe sí alguno más. Es una trama corrupta chusca. ¿Cómo pudieron
llegar estos elementos a puestos tan relevantes? Me resulta difícil de
comprender. Su curriculum es pobre hasta decir basta. Ábalos es un maestro en
excedencia, dicen que impartió clases tres meses. Koldo, chófer y asistente
personal de Ábalos, tiene entre sus méritos varias broncas, con antecedentes
policiales y sentencias a cárcel, indultado por el gobierno de Aznar. Cerdán
tiene estudios de Formación Profesional y nada más. No se puede decir que hayan
demostrado grandes capacidades fuera de medrar dentro del PSOE en el caso de
Ábalos y Cerdán. Koldo parece un recadero y conseguidor que les ha salido rana.
Escuchar las conversaciones de estos tres
produce asco, son repugnantes. En el caso de Ábalos siempre me pareció un chulo
de putas, así de claro y perdón por la expresión, y no es de ahora, desde el
primer momento me pareció un chulo de cuidado. Lo que fuimos sabiendo solo
confirmaba aún más mi opinión sobre él. Lo último que hemos conocido, cuando la
policía estaba registrando su casa, es que estaba con una actriz pornográfica
que intentó sacar una memoria USB. ¡Que torpeza, aún tenía en su casa pruebas que
le podían incriminar! Ufff.
Todo los que le rodea es de película de
Torrente y lo supera, en eso coincidimos todos. ¿Nadie se olió que no eran trigo limpio?
Estoy seguro que sí. ¿Qué sucedió entonces? Lo que pasa siempre. Mientras no
haya pruebas muy claras, y sobre todo que hayan trascendido, no hacen nada.
Mientras cumplan objetivos dentro del partido miran para otro lado. Les puede
parecer simple, pero les aseguro que es así de sencillo. Lo pude comprobar hace
años. Hasta que no los pillan todos dentro del partido miran para otro lado,
aunque haya más que indicios. ¿Acaso no llamaba la atención el
comportamiento de Ábalos, incluso en su presencia pública? ¿No vieron su
chulería? ¿Alguien puede explicarme por qué se tardó tantos meses en cerrar el
expediente sancionador contra él?
Se producen tantos casos de corrupción por
una razón, sale muy barato. En primer lugar, los políticos están aforados. Ya
sé que se dice que es para proteger a las personas que ocupan un cargo público,
no me convence. ¿Entonces qué motiva que casi ningún político deje su escaño
para ser juzgado por un tribunal ordinario? Un caso clarísimo es el del Rey
Emérito, está más qué demostrado que hizo todo tipo de chanchullos, como buen
Borbón, y no pasó absolutamente nada. ¿Hablamos de Pujol? Zaplana se estaba muriendo
y por humanidad le soltaron, hoy sigue poniéndose moreno con toda impunidad.
Suma y sigue.
Siempre hablamos de los que se corrompen,
pero ¿y los corruptores? Ah, claro, las empresas son puras y no tientan a
nadie. Garamendi, presidente de la CEOE, saltó – menudo elemento – y dijo que
corrompe quien tiene poder. Más claro agua, ¿quién tiene poder de verdad? Pues
eso.
Mientras no se sancione de forma ejemplar a
las empresas que participen en actos de corrupción no acabaran con el problema.
La incautación de los bienes, de todos los
bienes, es imprescindible. Un tiempo de cárcel no les hace daño, pero dejarles
sin pasta sí que les jode.
Pedro Sánchez lo tiene crudo. Las exigencias
de los partidos que le apoyan van a ser brutales. O paga el peaje que le
impongan o a elecciones. La campaña mediática en su contra va a subir de tono,
aunque nos parezca imposible. O toma decisiones firmes o que se despida, por
mucho miedo que tengamos a la extrema derecha de PP y Vox, ahora tienen donde
hincar el diente con fundamento, a tenor de lo visto. No creo que llegue a
final de año.
Los ciudadanos no perdonan a los partidos de
izquierdas la corrupción, les exigen limpieza absoluta, lo cual está muy bien,
sin embargo, son permisivos con los casos de la derecha. Parece instalada en la
sociedad la idea de que la corrupción es algo inherente en la derecha por lo
que no hay mucho que reprocharles.
No nos engañemos, en los gobiernos de las
comunidades autónomas y en los ayuntamientos hay mucha tela que cortar. No son
casos de tanto dinero, pero no deja de ser corrupción. Hay muchos concejales de
pequeños municipios que en su etapa de ediles han incrementado su patrimonio de
forma notable, ¿alguien se mete en eso? Nadie. Esos casos son vox populi, pero
se guarda silencio sobre ellos.
La corrupción está asentada en la vida
pública española, pero no nos creamos peor que los demás. Piensen en los negocios que está haciendo
Donald Trump, ¿cómo llaman a eso? Los corruptos que militan en el PSOE se lo
llevan sin estilo, incluso lo hicieron en bolsas de basura como lo hizo Roldán.
Por su parte la derecha hace negocios, aunque algunos sean muy oscuros, o más
sibilinamente con actuaciones público-privadas, han tenido siglos para
aprender.
Por cierto ¿cómo denominamos a las puertas
giratorias?
O restringen la corrupción a su mínima
expresión, con penas severas, o el distanciamiento ciudadano de la política
solo beneficiará, ya lo hace, a la extrema derecha y ya sabemos lo que eso
significa. Muchos lo comprobarán cuando ya sea tarde.
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