29 mar 2015

Dos hombres buenos en busca de la razón


Hombres buenos de Arturo Pérez-Reverte se lee de un tirón. Uno se puede acercar al libro como si fuera una novela de aventuras – que lo es -. Puede leerse como un texto de viajes y postas del siglo XVIII – sin duda -. Habrá quien la catalogue como una obra encomiástica de la Real Academia Española y de sus amigos – no estarán equivocados.

Es todo eso y seguro que mucho más. Eso dependerá de cada lector.

Suelo leer a Pérez-Reverte. Me entretiene. Sus artículos periodísticos, por el contrario, muchas veces me cargan. Me parecen, en ocasiones, unas cantadas terribles. En ese sentido no es santo de mi devoción. Ahí prefiero a su amigo Javier Marías, con diferencia.

A mí, Hombres buenos, me ha parecido un canto de amor al libro y a la razón. Lo mencionado más arriba también, pero creo que el binomio libro-razón es el eje principal.

Dos personajes, el almirante - que no lo fue - don Pedro Zárate y el bibliotecario don Hermógenes Molina, serán los comisionados por la Real Academia de traer desde París  la Encyclopédie de D´Alembert y Diderot.

Estos dos hombres buenos no dejan de recordarme a don Quijote (Pedro Zárate)  y Sancho Panza (Hermógenes Molina). Uno tan formal –inicialmente, con posterioridad se van descubriendo otras facetas – el otro descuidado – en aspecto -  y bonachón. El viaje une a dos personas diferentes, discrepantes en muchas cuestiones, pero a los que la razón y la buena voluntad les irá uniendo.

Nada extraño teniendo en cuenta lo cervantino y quijotesco que anda Pérez-Reverte.

No deja de ser un trasunto de la España del siglo XVIII, de las dos Españas de siempre, aunque en esta ocasión si llegan a aceptarse y a hacer posible la convivencia. Todo lo contrario que el otro dúo de la novela, Higueruela y Sánchez Terrón – intentan que la Encyclopédie no llegue, por distintos motivos, a España- . En estos no es posible el entendimiento. Ambos son taimados, intolerantes y nada dados a admitir la opinión del otro.

El viaje para Pedro Zárate y Hermógenes Molina puede asemejarse a un viaje iniciático. El París de la época les asombra. No es el Madrid triste y pacato.
El encuentro con Bringas pone el contrapunto a los protagonistas. El abate es un personaje extremista, radical. Representa la revolución que está a punto de producirse.

El recorrido por las librerías se convierte en paseos por el París prerrevolucionario. Desde los barrios más sórdidos a los contactos con la nobleza y el movimiento ilustrado sirven para confrontar dos realidades sociales bien distintas: la francesa y la española.

Tengo la impresión de que el momento histórico en el que se desarrolla la trama sirve de excusa al autor para soltar algunos de los dardos a los que nos tiene acostumbrados en sus artículos.

“Nos falta mucho para ser nación civilizada con espíritu de unidad, como las otras que con justo motivo nos hacen sombra…Creo que no es el mejor medio recordar siempre, como solemos, la patria de cada cual. Antes convendría sepultarla en el olvido, y que a ninguna persona de mérito se la considere otra cosa que española”.

Temas de actualidad:

“- Y las corridas de toros – introduce el bibliotecario, que es notable aficionado.
En eso tuerce la boca el almirante, desaprobador.
-Ahí no estoy de acuerdo – responde con sequedad crítica-. Esa barbarie está bien prohibida.
-Una prohibición que no siempre se aplica a rajatabla, afortunadamente. Porque a mí me gustan, oiga. El valor de los toreros, la bravura de los animales…

¿A qué suena esto?:

Sonríe don Pedro al oír aquello.
-Estaría más de acuerdo –objeta- en que religión y política se soltaran de la mano y no se la volvieran a tomar jamás…Mal camino es reformar mediante leyes de tufillo eclesiástico.”

¿Mera coincidencia? No creo.

El relato histórico se sazona con la presencia de personajes del momento: Condorcet, D´Alembert, Franklin…o con la mención de algún científico patrio como Jorge Juan.
No es de extrañar su inclusión, la de Jorge Juan, dado el conocimiento que Arturo Pérez-Reverte tiene de todo lo relacionado con el mar. Ese marino participó en la expedición organizada por la Academia de las Ciencias Francesa para medir la longitud de un grado de meridiano terrestre en la proximidad del ecuador con el fin de poner fin al problema de la forma de la Tierra. Fue marino y científico. Lo mejor de todo es que Jorge Juan ejerció como espía en Inglaterra y copió el diseño de sus barcos.

No sería raro que en un futuro fuese el personaje central de unas de sus novelas.

Un detalle que me llamó la atención fue el tratamiento, tan diferenciado, que realiza entre las putas que frecuenta Pascual Raposo y el que realiza con madame Dancenis. Con las primeras crudo, con la segunda condescendiente e incluso amable.

Meter en la novela explicaciones sobre sus investigaciones para abordar la trama no resultaron pesadas.
El “personaje” real que más destaca es el académico Francisco Rico. Esto, al parecer, es una broma entre Javier Marías, que ya lo incluyó como un “personaje” en Así empieza lo malo, Pérez-Reverte y el propio Rico.

Repito que no me resultó ni pesado ni me alejó de la historia. Es más, se convierte en una introducción a lo que se cuenta a continuación.

Lo que no me gustó fue la conversión final de Raposo. Lee cuatro líneas y la luz de la sabiduría le ilumina. Me resultó ramplón.

Lo dicho al principio: se lee fácil. Quien lo desee puede servirle, además, para revisar algunos datos históricos, de viajes, descubrimientos… Yo consulté algún libro de Historia y comprobé referencias olvidadas en san Google.

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23 mar 2015

Triunfo, descalabros y entradas gloriosas en las elecciones andaluzas del 2015



Las elecciones andaluzas del 22 de marzo de 2015 ya están ventiladas. Hemos pasado el primer repecho, todavía nos quedan las municipales, autonómicas, catalanas y las generales. ¡Casi nada!

Ahora toca todo tipo de análisis. Unos serios, rigurosos – opiniones discutibles, máxime en política -. Otros partidistas –  de los partidos, nada que objetarles – y luego están los balances de los que van de asépticos e imparciales – algunos aparecen en todas las televisiones y radios -. De estos últimos mejor no hablar.

Los resultados son claros. Ganó el PSOE, 47 escaños, los mismos que tenía. El PP obtuvo 33 diputados, diecisiete menos que en 2012. IU logró cinco diputados, siete menos. UPyD tampoco logró en esta ocasión entrar en el parlamento andaluz. Podemos llegó hasta quince diputados y Ciudadanos a nueve.

Hasta aquí los datos objetivos. De ahí en adelante es cuando surgen las interpretaciones.

Las encuestas previas daban otros resultados. Los partidos manifestaron que la única encuesta válida era la votación ciudadana. Y tenían razón. Ese argumento dicho en público contrasta con las opiniones que han vertido tras el recuento de los votos.

En el PSOE había un gran temor a una pérdida importante de votos – eso era así, por mucho que dijeran que iban a ganar las dudas eran enormes -. El PP esperaba revalidar con más ventaja los resultados de 2012 – ¿con un candidato desconocido? ¿con las que han liado? ¡anda que no tenían moral! y poco ojo -. IU esperaban convertirse en bisagra otra vez – desempolvaron a Julio Anguita -. UPyD se veía dentro – a Rosa Díez le valía con reunirse con cuatro amigos -. Ciudadanos estaba exultante – creo que aún no se lo creen -. Podemos esperaba más de veinte diputados – su gozo en un pozo -.

La realidad, tan terca, sorprendió a todos.

¿En el PSOE tiene motivos para estar alegres? Como para tirar voladores. Con la que les está cayendo e igualan los resultados del 2012, eso sí, con unos ciento catorce mil votos menos.
La verdad es que gobernando pierden votos y además se “cuelan” dos nuevas fuerzas en el Parlamento. Es como para estudiarlo bien. Las alegrías de cara a la galería se acaban pagando, ya la están pagando.
Ahora los socialistas cerrarán filas, argumentarán la victoria y seguirán con las mismas. Es cosa suya.
Que nadie se rasgue las vestiduras. El PSOE ganó con el voto de los ciudadanos y, a algunos no les gustará,  eso es la democracia.

Recuerdo cuando Manuel Fraga ganaba elección tras elección en Galicia – fue presidente de la Junta entre 1990 y 2005 – siempre dije lo mismo: los gallegos lo han decidido, no hay más que hablar.

Los del PP no sé qué esperaban. Su candidato, casi ya no me acuerdo como se llama – es broma, Juan Manuel Moreno Bonilla, Juanma Moreno para los amigos – tenía poco que rascar. El pobre se lamentaba de que Susana Díaz le ninguneaba. La socialista ni puñetero caso que le hizo, solo habló de Rajoy. La hostia estaba cantada.
Habrá quien eche de menos al señorito Javier Arenas – eso sí que era tronío y salero -.

De UPyD no voy a hablar, ya lo hace Rosa Díez por todos.

En Ciudadanos tienen que estar en una orgía mental – soy muy simple y se me vino a la cabeza la primer campaña de Albert Rivera en pelota -. Han desbordado por la derecha al PP y les está dando un resultado magnífico.

En IU deben estar llorando por las esquinas. Es que el sistema electoral les perjudica, eso dicen ellos. No digo yo que no, pero seguro que hay algo más.
Lo poco que yo les escuché fue crítica, crítica y más crítica – ya digo que fue lo que yo escuché -. Su pase por el gobierno andaluz no lo supieron aprovechar. Y no es que lo diga yo, nada de eso, lo dijo Susana Díaz: “Antes no podía sacar nada que no quisiera el socio de Gobierno…” La propia presidenta les reconoció su papel determinante y ellos nada de nada.
Extraño pudor este de IU.

Lo de Podemos es otro cantar. Creo que andan despistados. No han aterrizado.
Cuando  convocaron las elecciones todos los comentaristas manifestaron que era una buena jugada de Susana Díaz ya que les pillaba con el pie cambiado y sin organizar. Con las primeras encuestas las cosas cambian y dan a Podemos unos buenos resultados. Llegan a pensar en más de veinte diputados y lo dicen. Error de principiantes, lo que son. No estaban defendiendo nada, estaban aspirando – les faltó modestia, mucha modestia -.  La candidata, la que ellos eligieron, parece un poco sosa y prefiere ir antes a un mitin que a un debate en la televisión pública – error monumental -. Alguno de ellos amagaron con el tema de las subvenciones. Todas las luces de alarma se encienden: el PER.

Manda narices con esto del PER (Plan de Empleo Rural).  Este plan, creado en 1986, paso a denominarse Plan de Fomento del Empleo Agrario (PFEA) en 1996. Recordar que se trata de una subvención a los ayuntamientos con el fin de que contraten a jornaleros en paro y facilitar así un período de empleo y acceso a un subsidio especial de desempleo.
¿Quiénes son los guapos que acaban con el PER?
Seamos serios. Mientras la estructura de la propiedad se mantenga en Andalucía, el PER tendrá que seguir existiendo. Los latifundios están ahí, los jornaleros también.

Podemos tiene que interiorizar que por mucho cabreo que tengamos, no todos los quieren. Aunque lleguen a gobernar no podrán hacer todo lo que quieran. La realidad española es diversa en opciones políticas, en ideología, y hay que gestionar para todos. Por mucho que se empeñen, sus soluciones no son ni inmediatas ni contentarán al conjunto de los ciudadanos.
Programas claros, templanza y pensar en los demás les podría dar más réditos. Su ansía por llegar les puede dejar en la cuneta.

Tendremos para rato. Mentes más preclaras lo explicarán mejor que yo, pero como siempre digo: esta es mi opinión, tan buena o mala como las de otros.

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22 mar 2015

Pequeños manjares


Publicado en La Nueva España el 21 de marzo de 2015

El buen tiempo empieza a hacerse notar. Los rigores del crudo invierno – que este año sí que los apreciamos – nos llevaron a la ingesta de más proteínas y grasas. No, no es que la gula nos pueda, la culpa de los kilos de más es de la climatología. Es cosa bien sabida.

Bueno, vamos a dejarlo.

El caso es que oteamos el verano y la operación bikini hay que ponerla en marcha. Verduras, frutas, paseos, agua – mucha agua, que dicen que adelgaza – platos más pequeños y menos cantidad de comida.

¡Qué estrés!

Yo les voy a proponer unos platos que seguro qué les encantan y no les van a estropear la línea.
Siendo por estas tierras de Tineo, no puede faltar el chosco como ingrediente principal. Podríamos empezar por un Rollo de chosco con salsa de piña o un Chosco tinesisha o ¿qué tal una Causa chosqueña? Ustedes verán. Hay más variedad.

No se preocupen, es muy saludable y la cantidad es la adecuada. Sobre el sabor no hay nada que decir: deliciosos.

Los más estrictos, y para dejar la conciencia tranquila, pueden degustar un Rincón del mar, una Cazuelita de huerta y mar. Oigan o si no una Bola de pulpo. Para los que les gusta combinar ¿qué les parece saborear un Animal y huerta?

¿Lo ven? sano. Para todos los paladares.

Por aquí se es muy de la braña, pero eso no impide tener un punto internacional. ¡Qué es verdad! Miren: Arepa sabrosona, Dulce shushi, Chomusaka, Lasaña italiana o Papaeira.

Ven como no les engaño.

Si les apetece algo más en plan chuchería tienen a su alcance un Matrimonio dulce, un Pío-pío helado, una Llambionada, un Filluelón llorón y atragantón – esto debe ser por el tamaño – o un directo y explícito ¿Y de postre? o algo que parece muy acorde con la operación bikini de marras: Sinfonía de almendra y fruta.

¿Qué no les llama la atención ninguno? No hay problema. Son un total de 38. Seguro que alguno – más de uno, fijo – les tentará.

Llegados a este punto, habrá quien se pregunte como es posible compatibilizar estos platos con el tipo fino. Y es qué no les he dicho qué se trata de pinchos.

Estoy seguro que ahora lo ven de otra forma.

No hay nadie en este país a quien no le gusten los pinchos. Me parece casi imposible. Si es qué hasta a los guiris les vuelven locos. Esas pequeñas delicatessen – qué delicatessen ni qué gaitas: delicias -. Esas pequeñas delicias nos gustan a todos.

Una buena compañía – estas cosas no se hacen solos, a poder ser – un pincho aquí, otro más allá, una buena conversación y felicidad completa. Y la operación bikini no peligra. En todo caso, aún queda mucho tiempo por delante.

Disfrutas, sellas un rutero y sí tienes suerte te llevas algún premio.

Estos pequeños manjares se pueden degustar en Tineo y El Crucero en la V Ruta del Pincho entre el 26 y el 29 de marzo.

Todo el sabor de la buena gastronomía concentrado en unos bocados.

¡Ah! les recuerdo que la operación bikini comienza este año el 1 de abril.

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16 mar 2015

Matando una ilusión


La tristeza penetra por la ventana. Miro tras el cristal. Gris arriba, verde abajo. Un pequeño arbusto destaca con pinceladas rosas. El invierno no se ha ido y la primavera, tímida, acecha.
La mirada se me pierde, no sé a dónde va.
El silencio llega. Nada perturba la calle. Es domingo.
La televisión susurra esperando competencia. El sofá me provoca.
Fotografías, cuadros, un par de rosas del desierto, máscaras, libros… nada me es ajeno. Son mis cosas. Objetos que acumulé con el tiempo. Es mi casa.
Estas paredes, lo que contienen, es parte de lo que soy. Es mi escondrijo. Los temores que me produce el mundo no traspasan el umbral.

¿Y sí lo perdiera todo? Solo son ladrillos y cachivaches. Tal vez, pero me proporcionan sosiego, me protegen.
¿Dónde me dejaría caer? En cualquier sitio. Sería de otro, no lo sentiría mío.
¿Quiero más de lo que necesito? Eres un materialista. Las estrellas por techo y el suelo por cama es muy duro. Tengo debilidades y sí, quiero tener mi casa, mis trastos, mis libros.

Un grupo de gente vocifera delante de un portal. Cien, doscientas personas tapian la entrada. Frente a ellos un buen número de policías. Los bomberos un poco más atrás.
En la ventana asoman un par de ancianos ¿o son jóvenes? Gritan pero no se les escucha. Sus lágrimas caen a la calle. Están a punto de matarles una ilusión, sus vidas.

Los policías esconden los ojos tras el casco. Impertérritos escuchan los insultos. Alguno ahogará un lamento. Órdenes son órdenes.
El tiempo se está acabando. Los forcejeos, los insultos no detendrán la atrocidad. La Ley es igual para todos.

Los arrastran y arrojan a la desolación. Los han enterrado en llantos. Están en la misma acera de ayer y no la reconocen. Están perdidos. Alguien los introduce en un coche. Los gritos se apagan, las gentes se disuelven. Media hora más tarde la vida continúa. Otra batalla perdida. Solo hubo dos bajas.

Tumbado en mi sofá, en mi casa, veo las noticias: Bankia obtiene beneficios y pagará dividendos en 2015.

Mientras, otra pareja llora desde una ventana. Algunos se tiran desde ella.

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13 mar 2015

Tiempos que no se olvidan


No me siento viejo y, sin embargo, los recuerdos cada día están más presentes. Ya nadie asume los 70 años como signo de vejez. Eso me consuela.

Me topé con una fotografía que hacía años que no veía. En ella estamos mi madre, mi padre y yo. Es una comida en un prao.

El mantel de cuadros – podrían ser rojos y blancos -  con un ribete. La fiambrera de dos compartimentos: el de abajo más amplio para dar cabida a guisos o carnes; el de arriba incorporaba tres platos – creo recordar -  y el superior servía para llevar la tortilla de patata. La tapa se utilizaba también como plato. Era de aluminio, muy ligera. Su compra era un orgullo y conllevaba todo tipo de alabanzas sobre sus virtudes.
La escena se completa con unos vasos - de plástico casi seguro – y dos botellas de sidra. El niño - ósea yo - no bebía,  mis padres apenas.

Mi madre sentada, con la falda bien estirada, y comiendo con tenedor. Mi padre recostado, apoyado sobre un codo y dando cuenta de la tajada con las manos. Yo, sentado, con la zanca en ristre, como no podía ser de otra forma. Lo llamativo de la escena, tan corriente por otro lado, es que estamos comiendo pollo y eso era ¡todo un lujo!

Estábamos en una fiesta – la sitúo en Abuli (Oviedo) -.

Al fondo de la fotografía se ven los pies de otras personas. Una mano acaricia a un niño. Se aprecian otros comensales y uno, tal vez una persona mayor, dispone de una silla. Los papeles por el suelo nos indican que nunca fuimos muy limpios en los espacios públicos.

La miro, la remiro y sonrío. ¿Qué demonios pasaría para estar comiendo pollo?

La foto es de mediados de la década del 60 - ¡del pasado siglo! -. Años duros - no para mí, desde luego -.
Mi padre, como todos los padres en esos años, trabajaban a destajo. Se deslomaban doce, catorce horas diarias, incluidos los sábados y muchas mañanas de los domingos. Eran los años del inicio del desarrollismo salvaje. El Opus Dei se había hecho con las riendas del país y el dictador estaba encantado con sus cacerías, su pesca e inauguraciones.

Las mujeres se dedicaban a las labores del hogar, mi madre entre ellas, desde luego.

Jornadas laborales inacabables, salarios de miseria, penuria, una iglesia católica asfixiante, una dictadura cruel y represora como pocas, una oligarquía terrateniente todo poderosa, unos nuevos ricos avariciosos y despiadados.

Esos son mis recuerdos de aquellos tiempos que no olvido.

Nuestra sociedad, con poca memoria, basada en el individualismo ha olvidado esos recuerdos colectivos. Vistas fotografías como esta, con la perspectiva del tiempo, pueden inducirnos a contemplarlas con nostalgia e incluso con benevolencia. Craso error. La amnesia histórica – provocada de forma intencionada – conduce al sometimiento ciudadano.

Aquellos malditos años me vienen a la cabeza cada día al asomarme a los medios de comunicación: explotación de los trabajadores, pocos derechos laborales y sociales, estrecheces, personas que pierden todas sus posesiones, niños con hambre, emigración, sanidad y educación cada vez más caras.

Tras esa fotografía hay dos personas, mis padres, que como otros cientos de miles, abandonaron su lugar de nacimiento obligados por el hambre. Hemos retrocedido más de cuarenta años. ¡Qué infinita tristeza!

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10 mar 2015

Ahora toca la autovía Oviedo-La Espina-Canero


La petición prosigue su andadura. Siguen pidiendo que se enlace la autovía Oviedo-La Espina con Canero. Es más, tengo la sensación de que ese ramal a Canero se está convirtiendo en el protagonista.

Pues va a ser que no.

Miren, el tramo Oviedo-La Espina está sin terminar. Los pilares vergonzosos que vemos en nuestros desplazamientos nos recuerdan la desidia, la ineptitud y el descaro de quienes no fueron capaces a terminarla.

Esa es la prioridad: su finalización.

Hace ya varios años, antes de la paralización de esta carretera, ya se empezó a hablar del megaproyecto de La Espina-Ponferrada y del enlace a Canero. Los datos económicos eran mareantes; las necesidades de los ciudadanos del suroccidente asturiano nunca habían ido por esos derroteros.

Es curioso que en este tiempo no se haya hablado del impacto ecológico de esa autovía La Espina-Ponferrada. Desmontes de enormes dimensiones, viaductos ciclópeos que sobrevolarían bosques, casas y lo que se les ponga por delante.
No, de esto no se habla. Luego habrá quienes pregonen las virtudes naturales de la zona.

Oigan, que cada uno puede pedir lo que quiera.

Ahora hay quienes demandan estas soluciones. Pues bien. Ellos sabrán sus motivos y razones, pero desde luego no son las mías. ¿Qué ha cambiado para que lo exijan ahora? La economía desde luego no.

Esgrimen como argumento a favor de su realización – me refiero a la obra hasta Canero – que está incluida dentro del Plan Estratégico de Infraestructuras del Transporte (PEIT) para los años 2005-2020.

Oigan, que el PEIT no es un dogma de fe. Igual que se metió, se saca.

Por favor, seamos serios. Se llegó a decir que ese ramal competiría con el de la costa en los desplazamientos entre Oviedo y Luarca. Bueno, cosas que se dicen.

Yo lo que pido es que se analice su necesidad real. Si me hablan de que a determinadas empresas les viene bien, pues vale. ¿Los costes para los ciudadanos son asumibles en estos momentos?

Otro razonamiento que se utiliza es ese de que “es la manera de equilibrar lo que ahora se está desequilibrando”. La verdad es que la descompensación no es de ahora. Los atrasos y desequilibrios del suroccidente vienen de antiguo. Con la vía a Canero no se va a corregir nada.

No falta la tesis de que “se está volcando hacia la costa las actividades económicas, lamentablemente a costa del vaciamiento del interior que está mal comunicado”.
Es cierto que el suroccidente, todo el occidente de Asturias, tiene malas comunicaciones terrestres. Las carreteras interiores de todos los concejos dejan bastante que desear.

Si la idea es crear una red tupida de autovías en Asturias creo que vamos mal.

Los grandes ejes de comunicación son fundamentales para el desarrollo. Esto es una perogrullada. Pero de ahí a poner dos, tres autovías en paralelo para ir hacia el mismo sitio me parece una grandonada. No nos lo podemos permitir. Al igual que no podemos tener un AVE en cada ciudad – y van camino de ello –.

Con una orografía como la nuestra, con una población tan dispersa, con esa misma población tan envejecida, los desplazamientos interiores tienen que tener unas mínimas garantías de seguridad y rapidez de las que en estos momentos carecen. La población también se fija con esa mejora de las infraestructuras menores.

Vale ya de obras monumentales. Dediquen tiempo a las personas y a su calidad de vida.

Por cierto, tampoco veo yo muy boyante a la costa occidental. Es más, según datos de Sadei, la comarca Eo-Navia tenía 54.913 habitantes en 2001, en 2014 se quedaron en 47.446.
Otra verdad de Perogrullo: la población asturiana se está concentrando en lo que algunos han denominado Ciudad Astur – el triángulo Oviedo-Gijón-Avilés -.

Los períodos electorales son muy propicios a las grandes, costosas y - en muchas ocasiones -  absurdas promesas. No caigamos en esta trampa que nos está costando tantos sufrimientos, cabreos y dinero.

No me parece tan complicado: ¿Qué necesitamos? ¿Cuánto va a durar? ¿Cuál es su coste de construcción? ¿Cuál es su coste de mantenimiento? ¿Cuánto dinero tengo? ¿Cómo lo puedo pagar?

En el momento que tenga respuestas a estas preguntas, igual me convencen.

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3 mar 2015

Julio Llamazares y su mirada al agua


Distintas formas de mirar el agua,  el último libro de Julio Llamazares, me resulta muy cercano. Tal vez  el que mi familia sea leonesa hace que lo vea con especial cariño.

El carácter austero, seco, de Domingo no es un lugar común, es una realidad. Los que no han vivido entre los leoneses no lo entenderán en toda su dimensión.

Tierra y hombres se confunden. El tórrido sol veraniego cuartea la tierra y la cara de las personas. El crudo invierno penetra en los huesos y, en las primeras horas de la mañana, hasta el más plantado tiembla. Un poco de orujo y un trozo de tocino del día antes, ayuda.

A quien no le gusten los libros con sentimiento que no se acerque a este. No pierda el tiempo.

No es la primera vez que Julio Llamazares habla del desarraigo de las gentes, y de él mismo, al ver como el embalse del Porma anegaba sus pueblos – su Vegamián -. Domingo, el patriarca de las voces que se alzan en el libro, es un todo con ese pantano. Ambos son el nexo que provocan sentimientos muy similares en todos ellos, aunque con los matices que aportan las diversas edades, lugares de residencia o nacimiento. Las voces, interiores, son tiernas, comprensivas. La única voz discordante, la de Jesús, tampoco chirría – la acepto sin estridencias -.

La narración es afable. Ni la situación – entregar las cenizas de Domingo al pantano, a su pueblo anegado – ni la crítica existente hicieron que pasase las hojas con tristeza o con rencor.

Este pantano me queda muy lejos en mi memoria personal, pero en la colectiva sigue presente gracias a Juan Benet.

Otra cosa es el pantano de Riaño – también leonés -. Su construcción formó parte de mi vida. Fue todo un acontecimiento y generó protestas vecinales importantes. Este no fue inaugurado a bombo y platillo como lo hacía el dictador. Gobernaban los socialistas. Policía y militares tuvieron que intervenir para poder desalojar a los moradores de esos parajes.

Familias como la de Domingo fueron expulsadas, exiliadas. Presa abajo, otros duros agricultores se beneficiaron de su tragedia.

Veo a mis tíos, moradores de la ribera del Órbigo, convirtiendo cascajales en tierras de cultivo gracias a las lágrimas de todos los Domingos y Virginias. El dolor de unos convertido en dura alegría de otros.

Quienes no trabajamos la tierra nos cuesta aceptar el apego que le tienen quienes han vivido de ella toda la vida. Las tierras de León son duras, lo han sido mucho más, y es más que una querencia económica, es su vida. Horas, años de sudor - para pocos beneficios -  generan un amor especial por esos pequeños trozos de tierra.

Domingo me ha recordado a mi abuelo Víctor. Lo veo rememorando cada una de sus escasas fincas. Sus piernas eran un lastre que le impedían acercarse a ellas, pero en su memoria estaban presentes. Eran su orgullo de hombre duro, conmigo, su nieto, siempre cariñoso.

Tal vez se pueda resumir el libro en una frase: “Al final va a ser verdad que todo se reduce a unas imágenes, a unos paisajes que nos marcaron, a unas personas que nos acompañarán por siempre incluso cuando ya no estemos en este mundo para recordarlas”.

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2 mar 2015

Se lo merecía

El dolor de pecho era constante. Llevaba varios días con él. La presión no cedía. Lo intentó todo: respiraciones profundas, relajación, emborracharse. Incluso fue al médico.

Tantos años de esfuerzo. Horas y horas de dedicación. Todo para nada. Nunca pidió más de lo que se merecía. ¡Nadie le dijo que todo lo que hizo no estuviera bien! ¡Tenía todos los informes del mundo!
Sus últimas palabras, ¡Desagradecidos! ¡Con todo lo que hice por vosotros! quedaron en el más absoluto de los secretos.

Fue su momento de lucidez. Ahora entendía lo que le pasaba. Lo habían matado.

Se hizo el silencio.

Dosgayos tampoco se enteraría. Sale del baño de la terminal T4. Sonríe. No ha estado mal. Rápido, limpio. Estaba muy buena.

Mira el reloj, es casi la hora de salida del avión. Menuda jodienda. Hacía meses que no pisaba Asturias y ahora le endiñan ese muerto.
Bajo el brazo lleva varios periódicos. Comienza a ojearlos en la cola. Necrológicas: “Ataulfo Voraz Raposo, quien fuera alcalde de Piedragorda durante veinte años, apareció muerto en su domicilio”. La noticia continúa con lo mismo de siempre. Nada que le merezca la pena.

Cincuenta minutos después está en el aeropuerto de Asturias, aún le quedará una hora para llegar a Piedragorda.
Niebla en la lejanía. Hace calor, para su sorpresa. Coge un taxi y pega la nariz a la ventanilla. Le gusta lo que ve.

Tras una hora y cuarto llegan al hotel que le han reservado. Pequeño y coqueto. Nada más entrar por la puerta  le reconocieron.
-Me imagino que es usted el inspector…
-Sí, buenas noches.

Firma, sube a la habitación. Cena y a dormir. Cierra los ojos con una sonrisa. Se acuerda de la T4.

A las siete de la mañana está duchado y listo para empezar.
Lo primero ir al cuartel. Frunce el ceño. No les va a gustar nada de nada. Espera que su jefe haya realizado la llamada.

Se presenta. El brigada lo recibe enseguida y le saluda con una sonrisa. No se lo esperaba. Todo amabilidad. Directo al grano. En un momento está enterado de lo más importante.

-Inspector…
-Dosgayos, llámeme así, es como me conoce todo el mundo.
-Pues mire, Dosgayos, como le decía Ataulfo Voraz fue alcalde de este pueblo durante veinte años, las últimas elecciones se le atragantaron y las urnas se le pusieron en contra.
Han pasado seis meses y no hemos podido adelantar nada. Sigue siendo la comidilla y nosotros estamos estancados.
-¿Y por qué yo?
-Tiene fama de resolver estos asuntos.
-Su gente es muy buena.
-No, no. Órdenes de muy arriba. No nos gustó mucho, pero…bienvenido.
-Ya veo, las penas compartidas son menos penas.
El brigada esboza una sonrisa. Dosgayos contiene su semblante y su boca.
Cumplido el deber empieza la faena.

El recorrido por los bares le lleva el día. Los vecinos ya saben quien es.

Los días transcurren monótonos. Dosgayos pregunta, repregunta y todo son opiniones. No hay ni una información que merezca la pena.

El tiempo le acompaña y disfruta con el paisaje. Montañas suaves, agua y verde. Lo echaba de menos. El secarral de Madrid le produce angustia. Menos mal que vive en el centro y solo ve asfalto.

Los paisanos son muy hablantes. Lo tiene claro, ese Ataulfo Voraz Raposo era una buena pieza. ¡Joder, menudo nombre!
El alcalde no dejaba indiferente a nadie. Generaba pasiones y odios profundos.
Le debió fastidiar dejar el puesto. Un buen sueldo. Coche oficial. Comilonas, viajes. Un alcaldón en toda regla.

Era hora de ver los informes oficiales. Tras dos horas de atenta lectura llegó a una única conclusión: murió envenenado. Una mezcla de matarratas y fertilizante.

Hacia años que se había separado y vivía solo. En el último mes había ido dos veces al médico del pueblo y le había recetado protectores estomacales, nada de alcohol o comidas fuertes. No le dio tiempo a hacer las pruebas previstas. Los putos recortes.

Tras quince días Dosgayos seguía igual. Comprobó las denuncias municipales, las expropiaciones que realizó, los líos de faldas. Nada. Voraz Raposo había sido un depredador sexual en toda regla.
Era uno u otro. Problemas en el ayuntamiento o mujeres.

Al cabo de otros quince días su jefe le había llamado cuatro veces.
-Hostia, Dosgayos, me están pateando los huevos. ¿Cuándo lo vas a pillar?
-Jefe, no hay forma. He hablado con todo dios. Me han dado pisotones varias mujeres. Más de un hombre empieza a mirarme mal.
-Déjate de disculpas. Mueve el culo y acaba que cualquier día de estos me llama hasta el presidente.
-Qué más quisiera, jefe.
-¡Dosgayos, no me jodas que te voy a hostiar!
No hubo más.

Una semana de lluvia y empieza a ponerse de mala leche. El verde cada día es más verde.

Tras dos meses en Piedragorda le reclaman en Madrid. Se despidió del brigada. Ahora sonríe aún más el muy cabrón. Se va con el rabo entre las piernas. No siempre triunfa la justicia. Dosgayos se ríe ante la gilipollez.

Recoge la maleta. Dice adiós a sus anfitriones. Manolo y Marta son una magnífica pareja. Atienden el hotel y el bar. Ella es buena cocinera.

Cuando llega a la T4 Dosgayos la busca. ¡Mira que estaba buena! No le importaría darle otro repaso.

En Piedragorda, esa noche, Manolo y Marta se abrazan en la cama.
-No lo debiste hacer, Marta.
-Era un hijodeputa. Yo me equivoqué una vez y el no quería parar. No te podía seguir haciendo eso.
-Calla. Ya está. Te quiero, Marta.
-Yo también, Manuel. No me arrepiento. Se lo merecía.

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Se lo merecía by Santiago Pérez Fernández is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.