3 ago 2009

La Feria de los Maestros de Gera



En muchas ocasiones, tal vez demasiadas, andamos con tanta prisa por la vida que se nos olvida lo más importante: disfrutar del tiempo de que disponemos. Corregimos al poeta y “no cualquier tiempo pasado fue mejor”, aunque en este caso bien pudiera parecerlo. Nos hemos olvidado que la medida de las cosas tiene que estar adaptada al ser humano, y por eso nos pasa lo que nos pasa. Todo esto viene a cuento porque, no hace tanto, las ferias de los pueblos eran un lugar de encuentro. En ellas se compraba y se vendía, pero también se convivía.

Se salía de casa por la mañana temprano o el día antes, y es que las carreteras eran como eran; se regresaba no se sabía muy bien cuando. Las ferias eran un punto de encuentro y en el caso de la Feria de los Santos de Gera aún lo era más. Cada 3 de noviembre la aldea se convertía en punto de reunión de tratantes, curiosos y maestros que alquilaban por temporadas sus saberes.

Esta feria, en sus buenos años, movilizaba cientos de cabezas de ganado durante varios días. Estaba considerada una de las mejores del norte de España, pues a ella llegaban con sus reses ganaderos no sólo de Asturias, sino también de Galicia y Castilla-León y compradores del País Vasco, Cantabria y hasta de Valencia.
Era más que una feria ganadera: era la “Feria de los Maestros”. En ella los vecinos de muchos pueblos del concejo de Tineo contrataban a los maestros de temporada, que recibieron la denominación de “maestros babianos”, por su inicial procedencia de la región leonesa de la Babia. En algunas zonas de este concejo también se les denominaba “maestros lazariegos”. Se presentaban en un círculo en un extremo de la feria, y según dicen, vistiendo traje de pana, bota alta, polainas y llevando en la cabeza una especie de gorro cónico rematado en un pompón colgante.

Aquellos tiempos de fines del XIX y principios del XX han pasado; los maestros ya no se alojan en casas particulares -por turnos- tampoco dan las clases en las casas, en la capilla o bajo un hórreo. Aquel mundo ha quedado, afortunadamente muy atrás. Hoy la educación es otra cosa, las ferias también y cualquier tiempo pasado no siempre fue mejor.

Las prisas, los negocios en las propias cuadras y tal vez un individualismo excesivo, las llevó a su declive al igual que otras muchas cosas. Pero últimamente en Tineo, las ferias han “resucitado” y la recuperación de los Santos de Gera se convirtió en un desafío. Pues bien, el esfuerzo ha merecido la pena.

Antes de llegar a Gera ya se notaba que había sido un éxito. Los márgenes de las carreteras estaban ocupados por coches que sus propietarios no encontraron donde dejar. Las calles del pueblo también estaban repletas de vehículos y cualquier sitio se aprovechó para estacionar. Gente, mucha gente. Las expectativas se vieron cumplidas con creces.


Ganado del concejo de Tineo, de Cangas del Narcea y de Pola de Allande se reunieron en el prado convenido. Tampoco faltaron a la cita tractores y otras máquinas agrícolas. Los vendedores ambulantes no se la perdieron. Si es que hasta el día acompañó: temperatura fresca, pero como no faltó el calor humano, todos contentos.

Los negocios también estuvieron presentes, eso sí, se siguen realizando en duros. Un matrimonio no se ponía de acuerdo en realizar la venta: ella dudaba, él quería pedir más.
La mañana fue placentera y sobre todo abrió grandes expectativas para el año que viene. No hubo maestros, pero sí muchos ciudadanos que disfrutaron y recordaron.

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