Comentario para el programa Cangas del Narcea en la Onda, de Onda Cero Radio (20/12/2011)
Estos días miro de reojo el
espejo. A la báscula directamente la insulto. Ya se que no es responsable de
nada pero yo me desahogo. La culpa de todo la tienen estas fiestas. Lo de la
faceta religiosa allá cada cual, pero no se puede negar su importancia laica.
Durante unos días la mayoría del
personal tendremos una actitud más cercana, más tolerante con lo ajeno y eso
está bien. Las familias y amigos nos reunimos y aunque solo fuese por esas
circunstancias ya merecen la pena estas fiestas de Navidad. Bueno, por eso y
por las farturas. Ahí empieza mi problema y el de muchos más.
Navidad, dulce Navidad. Lo de
dulce es, sobre todo, por la cantidad de turrones, peladillas, panetones,
frutas escarchadas, almendras, higos pasos, uvas también pasas, langostinos,
gambas, cordero, pavo, cava, vino y un largo etcétera que nos trasegamos. Entre
lo que comemos en estos días y los siguientes y si me apuran un mes después,
las cosas del cuerpo se resienten. Lo de
la cartera olvidémonos de ello.
Todos los años nos decimos lo
mismo: el que viene no hacemos tanta comida o no voy a ir a tantas cenas. Pero
ya saben, uno sí y al otro también repetimos las rutinas. Haber ¿quién es el guapo
que no asiste a varias comilonas? Yo creo que este año voy a coger un langostino
y adoptarlo para todas las fiestas. Allá donde vaya le doy un par de
chupetadinas y venga, a guardarlo para la siguiente cenorra.
Las cenas de empresa parece que
ya no son lo que eran, pero celebrar todavía se celebran. Este fin de semana
pasado se realizaron en la comarca varias de ellas. En Cangas del Narcea, según
me han contado, el viernes personal del Ayuntamiento y del Hospital comarcal,
celebraron las suyas. En Tineo los del Ayuntamiento también lo celebramos. Eso
sí, en esta ocasión a escote pericote, ¡como debe ser! Este tipo de cenas creo
que son obligadas. Muchas de las tensiones que se generan a lo largo del año
pueden quedar zanjadas en esa noche.
El sábado continuaron
celebrándose y hubo quien tuvo que doblar. Me tocó en Cangas del Narcea. Esta
fue una cena por devoción laica. El pequeño grupo se reunió. Cada uno trabaja
en una empresa distinta, en muchos casos tienen ideas bastante diferentes, y no les importa. Es más, creo que eso les
divierte. En ocasiones se dan besos y en otras voces. No era la primera vez que se reunían,
pero si era mi primera con todos ellos juntos. Un grupo muy heterogéneo pero
hay algo que les une y que me han hecho compartir: la amistad.
Con ellos de lo divino no se
habló de nada, de lo humano de todo. Son gentes de verbo fácil, rápido y
certero. A la que te despistas ya tienes encima la pullita. No tienes tiempo
para aburrirte. Los temas se suceden sin ninguna conexión. Se pasa de uno a
otro con una facilidad pasmosa. Pero no se crean, al mismo tiempo fuimos
capaces de dar cuenta de la cena, que digamos que fue muy de la zona y ya saben
lo que significa eso, regada, moderadamente, por supuesto, con vino de la
Tierra de Cangas. Tras el ágape y la charleta,
nos tomamos un digestivo y allí pude comprobar que dos de ellos de música
controlan un montón.
Tengo que reconocerlo: me lo pasé
bien. Hace tiempo que los conozco, tenía muchas cosas que agradecerles, ahora
todavía tengo más. Gracias a Miguel, a Pepe, Azcárate, Mera, a Isabel y de
forma un poco más especial, por lo que él y sus compañeros están pasando, a Koke.
A todos ellos mis mejores de deseos que los hago extensivos a todos ustedes.
Y aún nos queda la cena de
Nochebuena, comida de Navidad, cena de Nochevieja y Reyes. Ahí es nada. ¡Lo que
le espera a la báscula!
Farturas de Navidad por M. Santiago Pérez Fernández se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.
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