Comentario para el programa Cangas del Narcea en la Onda, de Onda Cero Radio (03/04/2012)
El paso del tiempo hace que
algunas personas se olviden de normas pactadas sobre las que se ha fundamentado
nuestra convivencia social. La pasada huelga general es un buen ejemplo de
ello.
Hubo quien omitió que el artículo
28 de nuestra Constitución dice que se reconoce el derecho a la huelga de los
trabajadores para la defensa de sus intereses. Así de claro. Aquello de que si
era o no una huelga inoportuna e innecesaria, sobraba. Simplemente eran
opiniones interesadas, legítimas, pero muy interesadas.
Ese mismo artículo habla de que
se establecerán las garantías precisas para asegurar el mantenimiento de los
servicios esenciales de la comunidad. Y yo entiendo perfectamente a aquellos
que con unas formas groseras, maleducadas y ofensivas ponían el grito en el
cielo para exigir que todo estuviese
abierto. No me cabe duda de que los bares son servicios esenciales, al igual
que las tiendas de ropa, bancos, zapaterías, librerías, etcétera, etcétera.
Se me dirá que los propietarios
tienen todo el derecho del mundo a abrir sus negocios y que nadie, y menos un
piquete, puede obligarles a cerrar. Pues tienen razón. Pero a estas personas se
les olvida algún pequeño detalle. Volvamos a la Constitución. El artículo 35
recoge que todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al
trabajo. Ya, esto no va con ellos, son autónomos o pequeños empresarios. Por el
camino se dejaron que si no hay trabajo sus negocios se van al garete. ¿Cuántas
veces les hemos escuchado aquello de?: todo
está muy mal o el negocio va fatal. Se descuidaron y no fueron solidarios con
quienes les compran sus productos. Fue su decisión, no esperen que yo la comparta.
Hubo quien alentado por los
dirigentes patronales se sumó, con toda virulencia, a poner de vuelta y media a
los sindicatos. Curioso, muy curioso. Yo siempre me pregunto cómo es posible
que sí los sindicatos no gobiernan, no legislan y no juzgan, sean los
responsables de tantos males. Algo no cuadra.
A muchos se les ha olvidado que
la propia Constitución, en su artículo 28, reconoce que todos tenemos derecho a
sindicarnos libremente. Ya, ya. Los sindicatos están llenos de vagos, de gentes
que además cobran una pasta gansa y que solo están para defender lo suyo. Lo
dicen y se quedan tan tranquilos. Es más, juran y perjuran que los días de
huelga se los paga el sindicato. Y tenemos que callar aún siendo una mentira
malintencionada. Otra cosa es lo que hacen algunos. Les cuento. Hubo ciertos delegados
sindicales, que por lo menos y siendo suave, se merecen el calificativo de
sinvergüenzas, ya que ese día de huelga pidieron horas sindicales o permiso por
asuntos propios. Pero bueno, aprovechados los hay en todos los lados.
Miren, no voy a recordar la
historia del movimiento obrero, sus luchas, sus logros y sus fracasos. No lo
haré, solo les pido a los que ya tienen unos años cotizados que se paren a
pensar como las condiciones de los trabajadores han mejorado en España en los
últimos veinte o treinta años. Las condiciones generales, las de la mayoría de
los trabajadores. A continuación, por favor, les pido que piensen cuantas veces
han negociado, personalmente, con sus jefes para ustedes y para sus compañeros.
La respuesta general va a ser nunca: eso lo hacen los sindicatos. Otra pregunta
¿ustedes creen que yendo en solitario van a lograr mejores acuerdos laborales?
Cada uno vio la huelga general
según sus saberes y pareceres e interpretó sus resultados de igual manera.
A mí me pareció que los
empresarios nunca se movilizaron tanto para impedirla. Y amenazas las hubo.
Públicamente algunos pidieron que se realizaran vídeos, fotografías y lo que
fuese necesario. Amén de cargar con todo lo que tenían a su alcance contra ese
derecho constitucional. Eso es innegable. No podía ser de otra forma. Los
empresarios lo han ganado todo con los recortes laborales.
Ese día de la huelga se
produjeron situaciones dolorosas y vergonzantes, para mí, por supuesto. Vi como
prejubilados, que deben su situación actual a los esfuerzos de los sindicatos,
no pudieron aguantar la sed y tuvieron que entrar a tomar vinos en los bares
abiertos. Y yo a eso lo llamo coherencia, sí señor. Vamos, es aquello de si te
he visto no me acuerdo.
Comprobé como trabajadores que no
dudan en reclamar todos y cada uno de las mejoras obtenidas por los sindicatos,
fueron incapaces de apoyar esta huelga. Me he sonrojado cuando trabajadores
disfrutaron de día de descanso para no perder ni un céntimo. No, no es que les
fuera en ello la vida, simplemente me parecieron, en algunos casos, miserables.
Sé de otros trabajadores que pidieron consultas médicas para esa jornada de
huelga. Coincidencias de la vida.
Contemplé como gentes con carné
sindical no les quedó otro remedio que entrar en las tiendas abiertas y luego
tomarse un vinito o dos. Miré con ojos incrédulos a quienes habiendo dicho
públicamente que los recortes eran el mayor atentado a los trabajadores fueron
insolidarios y no dudaron en trabajar y consumir ese día de huelga. Pero eso
sí, algunos fueron a la manifestación.
Todas estas cosas, y más,
contemplé el día de la huelga general. La conclusión a la que llegué es que yo
hice lo que creí que debía hacer, otros también hicieron lo propio. ¿La
diferencia entre unos y otros cual es? Eso, ya saben: a gusto del consumidor.
La huelga que sacó a la luz la coherencia de personas y grupos por M. Santiago Pérez Fernández se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.
Bravo,bravisimoooo...
ResponderEliminarBlanco y en botella?