Publicado en La Nueva España el 30 de enero de 2013
Las señales estaban ahí. Internet
y los avances tecnológicos han modificado los hábitos de consumo cultural.
El desarrollo y el acceso a ese
inabarcable mundo que hoy es Internet está haciendo tambalear las industrias –
cinematográfica, musical o editorial - tal y como las conocíamos hasta ahora. Las
pequeñas empresas o negocios vinculados a estos sectores sencillamente han
desaparecido.
Hace no tanto tiempo para ver una
película íbamos al cine. Un poco más tarde las alquilábamos en los videoclubs
¿se acuerdan? y ahora las vemos en la pantalla de ordenador. En nuestros
televisores podemos ver 60, 70, 100 canales - previo pago, claro – e incluso
podemos alquilar una película desde el sofá de nuestra casa y verla en enormes y avanzadas teles.
Difícilmente podían sobrevivir
los cines tradicionales con esta competencia. Eso sin tener en cuenta la
piratería.
Sí queríamos escuchar música,
hasta hace pocos años, teníamos principalmente dos opciones: radio o discos;
los conciertos en directo eran otra cosa. Las tiendas de venta de discos tenían
una clientela fiel que se pasaba tardes enteras comprobando y escuchando las
novedades discográficas. El pequeño disco compacto, tanto de música como de
vídeo, nos llegó a parecer el no va más.
Los reproductores mp3, mp4
cambiaron de un plumazo ese mundo. Hoy un pequeño aparato permite almacenar
miles de canciones y llevártelas a todas partes. En casa directamente nos vamos
a YouTube. Videoclips a gusto del consumidor.
No hace falta hablar de la
piratería.
¿Y los libros? Pobrecitos míos.
Siempre han sido el patito feo. No nos engañemos, los libros no han tenido un
gran predicamento en este país. Siempre se ha hablado de la importancia de la
lectura, pero leer, lo que se dice leer, en España siempre se ha leído poquito.
Por favor, que nadie se rasgue
las vestiduras. Cuando se hacen encuestas sobre la lectura el resultado es que
casi un 40 % de la población no lee libros. Un 60 % dice leer en el tiempo
libre y algo más de un 20 % lo hace por trabajo o estudio. Otro dato: los
periódicos más leídos son los deportivos. Un detalle más: aproximadamente un 30
% de la población utiliza las Bibliotecas Públicas.
No parece, de momento, que la
industria editorial se vea muy afectada por los
libros digitales, los ebooks. El 22 % de los títulos publicados en
España se presentan en forma digital. La cuestión está, según el sector
librero, en que dejaron de ganar entre 350 y 400 millones de euros por la
piratería. Desde su punto de vista no tengo nada que objetar. Sin embargo, creo
que son más importantes los índices de lectura y los esfuerzos públicos
destinados a su promoción. Las
inversiones paupérrimas que se destinan a las Bibliotecas Públicas, por
ejemplo, no la motivan demasiado.
Por otro lado, hay que hablar del
precio de los libros, tanto en papel como en formato digital. Entiéndanme bien,
en comparación con otros productos a
mí me parecen baratos, pero esa no es la opinión generalizada.
Ha calado en la población la
opinión de que todo tiene que ser gratis, máxime en Internet, idea que no
comparto y menos cuando estamos hablando de los derechos de autor. Otra cosa bien
distinta es el cobro desmesurado por los libros electrónicos.
Observando los precios de venta
de un mismo libro en papel o digital la diferencia parece poca. Se puede
comprobar fácilmente. He visto libros que en papel cuestan 19,90 euros y en
digital 13,99. No parece lógico. Que nadie se equivoque, el autor es el que
menos dinero se lleva.
¡Ah! no puedo dejar de mencionar
que algunas de nuestras editoriales más destacadas imprimen sus textos en
China.
Sin duda ninguna, uno de los
ámbitos naturales para el desarrollo y la accesibilidad a la lectura son las
Bibliotecas Públicas. Otro cantar es la dotación económica que tienen asignada.
Una Biblioteca Pública sin
presupuesto destinado a la adquisición de novedades es un mausoleo de libros.
No es suficiente con hacerse cargo de los gastos corrientes. Las Bibliotecas
son un servicio público vivo, dinámico. Eso se ha olvidado. Los recortes,cuando tocan, empiezan por ellas; en etapas de bonanza económica son las
últimas en recibir algo.
Hay quien ya habla de privatizaciones en ese sector,
aunque me da a mí que no es muy propicio para ello. Sí que se está proponiendo
por ejemplo, y parece que de forma seria, que los libreros tengan su espacio de
venta en las Bibliotecas Públicas de Barcelona. Esta iniciativa vendrá muy bien
a los libreros pero eso no tiene nada que ver con la lectura y sí con los
negocios.
Internet ha contribuido a que las
Bibliotecas Públicas, sobre todo las más pequeñas y las de zonas rurales, jueguen en igualdad de condiciones. Es
una magnífica herramienta y no da miedo a los bibliotecarios.
Las Bibliotecas Públicas han sido
las primeras en comprender la trascendencia de este medio de comunicación e
información que es Internet y casi pioneras en su utilización.
El conocimiento, la cultura y el
ocio hoy tiene otros soportes, solo tenemos que acostumbrarnos a su uso. Internet
está cambiando muchas cosas, pero en ese medio también hay que saber leer y eso
implica hacerlo con espíritu crítico.
Hay escritores que aún utilizan
viejas máquinas de escribir y no por ello el resultado final es peor. Los
libros nos seguirán conmoviendo sobre papel o en un ebook. Lo importante es la
calidad no el soporte. ¿Dónde está el pecado?
Al final, lo que cuenta es que
los esfuerzos que realicemos en pro de la lectura redunden en una sociedad más
libre y de paso ya verán como se fomenta el consumo
cultural
El libro: ¿una especie en extinción? por M. Santiago Pérez Fernández se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.
No hay comentarios:
Publicar un comentario