29 ene 2013

La ignominia


 

Comentario para Cangas del Narcea en la Onda, de Onda Cero Radio (29/01/2013)

Cada vez que se dan a conocer los datos de la Encuesta de Población Activa se nos para el corazón. Las cosas no van a mejor, todo lo contrario.
Tras un año de reforma laboral se han perdido más de 850.000 empleos y en estos momentos el sector público está destruyendo más puestos de trabajo que el privado.
Si nos paramos a hablar de reducciones salariales, pérdidas de derechos, etc. entonces el infarto está asegurado.

Mientras escuchamos que las cosas van a cambiar o que los sacrificios son necesarios, en nuestras cabezas resuenan la cifra de seis millones de parados. Una tasa de desempleo del 26,02 por ciento. Dicho de otra forma: de cada cuatro españoles uno no trabaja.
Se me corta la respiración solo con decirlo.

La cifra de parados se ha ido incrementando y con ella la capacidad de aguante y resistencia ciudadana. Habrá quien diga que eso se debe a la economía sumergida y un poco de razón tienen, pero nada más un poquito. Según los técnicos de Hacienda, la tasa de economía sumergida en España es del 23,3 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB).

No debemos dejar de lado que para el país es muy importante que las grandes fortunas no paguen prácticamente impuestos, que defrauden o que evadan. Eso sí que tiene una enorme repercusión para España. Creo que todos tenemos claro que una gran fortuna o una multinacional con sus “ingenierías financieras” perjudica más al país que todos los españolitos juntos.

Volviendo a las cifras, el porcentaje de parados entre los menores de 25 años es del 55,13 por ciento. ¡Más de la mitad! Si vamos al tramo entre los 25 y 54 años, el porcentaje de parados  es del 24,64 %. En este grupo se encuentran los jóvenes mejor preparados de la historia de España.
Cada parado nos duele y estos aún más.

Los esfuerzos familiares y colectivos para formar a estos jóvenes han sido muy importantes y los están pisoteando. Han tenido que coger la maleta e irse porque aquí no han sabido ofrecerles un futuro.
Se les pidió un título y no es que tengan uno, tienen varios. Tenían que hablar inglés, lo hablan y además un segundo y un tercer idioma. Querían que fuesen flexibles y con capacidad para adaptarse a las empresas, pues lo son tanto que parecen de plastilina. Hicieron todo lo que se les pidió y más. Se esforzaron, sus familias les apoyaron ¿y ahora qué? Van a ser otros países, las empresas de otros países las que obtengan los rendimientos de todo ese trabajo.
Y no se trata solo de esto, que ya sería suficiente para alarmarse, lo peor es que estamos lastrando nuestro  desarrollo.

Las políticas de apoyo a la investigación no han existido. Siempre se habla de la necesidad de invertir en Investigación, Desarrollo e Innovación pero a la hora de la verdad, es decir,  en el momento de poner el dinero ya no es que no se haga, es que lo poco que había se recorta. A pesar de esta pobreza intelectual, de esta estrechez de miras, nuestros jóvenes están más que sobradamente preparados y pueden trabajar en cualquier lugar del mundo, menos en España, claro.

De ahora en adelante todavía será peor. Los recortes educativos harán que el número de personas que puedan acceder a la educación de calidad será menos y pertenecerán a la flor y nata de nuestra sociedad. Volvemos a las andadas.
En este mundo globalizado la capacidad de innovación es fundamental, de no tenerla dependeremos de quien sí la tiene. Nos estamos deshaciendo de aquellos que poseen esos talentos y así vamos.

La ministra de Fomento, Fátima Báñez, está preparando una estrategia para combatir el paro juvenil que consiste en impulsar el autoempleo. Vamos, la misma receta para todos: “hazte empresario”.

Mientras, muchas empresas en vez de mejorar la competitividad mejoran los beneficios gracias a la reforma laboral que les permite despedir libremente, realizar los eres que les de la gana y rebajar salarios hasta cifras de escándalo. Para muestra un botón: Victorino Alonso.

Ya hemos escuchado otras recetas para salir de la crisis, como aquella de trabajar como chinos y, no se preocupen, dentro de poco saldrá algún imitador del ministro japonés que pidió a los viejos que se muriesen pronto. Bueno, esto último es un poco exagerado. Aquí tenemos más tacto: están privatizando la sanidad.

Por favor, que se dejen de palabrería y de mantener gastos incomprensibles, como por ejemplo las obsoletas diputaciones, y den una oportunidad a las generaciones de españoles más preparados. Háganlo por su presente y por el futuro de este país.

Disfruten de la vida y nunca les agradeceremos bastante todo lo que están haciendo por nosotros.

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La ignominia por M. Santiago Pérez Fernández se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.

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