Cada vez que se dan a conocer los
datos de la Encuesta de Población Activa se nos para el corazón. Las cosas no
van a mejor, todo lo contrario.
Tras un año de reforma laboral se
han perdido más de 850.000 empleos y en estos momentos el sector público está
destruyendo más puestos de trabajo que el privado.
Si nos paramos a hablar de
reducciones salariales, pérdidas de derechos, etc. entonces el infarto está
asegurado.
Mientras escuchamos que las cosas
van a cambiar o que los sacrificios son necesarios, en nuestras cabezas
resuenan la cifra de seis millones de parados. Una tasa de desempleo del 26,02
por ciento. Dicho de otra forma: de cada cuatro españoles uno no trabaja.
Se me corta la respiración solo
con decirlo.
La cifra de parados se ha ido
incrementando y con ella la capacidad de aguante y resistencia ciudadana. Habrá
quien diga que eso se debe a la economía sumergida y un poco de razón tienen,
pero nada más un poquito. Según los técnicos de Hacienda, la tasa de economía
sumergida en España es del 23,3 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB).
No debemos dejar de lado que para
el país es muy importante que las grandes fortunas no paguen prácticamente
impuestos, que defrauden o que evadan. Eso sí que tiene una enorme repercusión
para España. Creo que todos tenemos claro que una gran fortuna o una
multinacional con sus “ingenierías financieras” perjudica más al país que todos
los españolitos juntos.
Volviendo a las cifras, el
porcentaje de parados entre los menores de 25 años es del 55,13 por ciento.
¡Más de la mitad! Si vamos al tramo entre los 25 y 54 años, el porcentaje de
parados es del 24,64 %. En este grupo se
encuentran los jóvenes mejor preparados de la historia de España.
Cada parado nos duele y estos aún
más.
Los esfuerzos familiares y
colectivos para formar a estos jóvenes han sido muy importantes y los están
pisoteando. Han tenido que coger la maleta e irse porque aquí no han sabido
ofrecerles un futuro.
Se les pidió un título y no es
que tengan uno, tienen varios. Tenían que hablar inglés, lo hablan y además un
segundo y un tercer idioma. Querían que fuesen flexibles y con capacidad para
adaptarse a las empresas, pues lo son tanto que parecen de plastilina. Hicieron
todo lo que se les pidió y más. Se esforzaron, sus familias les apoyaron ¿y
ahora qué? Van a ser otros países, las empresas de otros países las que
obtengan los rendimientos de todo ese trabajo.
Y no se trata solo de esto, que
ya sería suficiente para alarmarse, lo peor es que estamos lastrando nuestro desarrollo.
Las políticas de apoyo a la
investigación no han existido. Siempre se habla de la necesidad de invertir en
Investigación, Desarrollo e Innovación pero a la hora de la verdad, es decir, en el momento de poner el dinero ya no es que
no se haga, es que lo poco que había se recorta. A pesar de esta pobreza
intelectual, de esta estrechez de miras, nuestros jóvenes están más que
sobradamente preparados y pueden trabajar en cualquier lugar del mundo, menos
en España, claro.
De ahora en adelante todavía será
peor. Los recortes educativos harán que el número de personas que puedan
acceder a la educación de calidad será menos y pertenecerán a la flor y nata de
nuestra sociedad. Volvemos a las andadas.
En este mundo globalizado la
capacidad de innovación es fundamental, de no tenerla dependeremos de quien sí
la tiene. Nos estamos deshaciendo de aquellos que poseen esos talentos y así
vamos.
La ministra de Fomento, Fátima
Báñez, está preparando una estrategia para combatir el paro juvenil que
consiste en impulsar el autoempleo. Vamos, la misma receta para todos: “hazte
empresario”.
Mientras, muchas empresas en vez
de mejorar la competitividad mejoran los beneficios gracias a la reforma
laboral que les permite despedir libremente, realizar los eres que les de la gana y rebajar salarios hasta cifras de
escándalo. Para muestra un botón: Victorino Alonso.
Ya hemos escuchado otras recetas
para salir de la crisis, como aquella de trabajar como chinos y, no se
preocupen, dentro de poco saldrá algún imitador del ministro japonés que pidió
a los viejos que se muriesen pronto. Bueno, esto último es un poco exagerado.
Aquí tenemos más tacto: están privatizando la sanidad.
Por favor, que se dejen de
palabrería y de mantener gastos incomprensibles, como por ejemplo las obsoletas
diputaciones, y den una oportunidad a las generaciones de españoles más
preparados. Háganlo por su presente y por el futuro de este país.
Disfruten de la vida y nunca les
agradeceremos bastante todo lo que están haciendo por nosotros.
La ignominia por M. Santiago Pérez Fernández se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.
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