Publicado en La Nueva España el 25 de junio de 2014
Cierran
por jubilación y el centro de la villa de Tineo se quedará un poco más triste.
Isaac,
Manolo y Pepe cierran sus negocios. Dicho así puede haber alguien que se
despiste, pero si les digo Bar Celia, Casa Chope o Las Novedades, no cabrá
ninguna duda.
Un
bar, una mercería y una tienda de ropa y muebles. Negocios que vivieron tiempos
mejores a los que la edad de sus administradores y los cambios sociales han
abocado al cierre.
Nada
nuevo, pero entristece.
Cualquier
visitante que se acerque a Tineo podrá comprobar cómo su calle principal – la
que pasa frente al Ayuntamiento – ha quedado reducida a una vía de paso donde
la mayoría de los establecimientos han cerrado y las viviendas están vacías.
Con
la despedida de Isaac, Manolo y Pepe, la sensación de abandono se acrecienta.
No son los primeros ni van a ser los últimos.
Hace
unas fechas, una entidad bancaria cambió el emplazamiento de su sucursal. Otro
de los bares hoy existentes parece ser que va por el mismo camino.
Isaac
Fernández Fernández, del Bar Celia, es el tabernero más antiguo de la villa.
Su
familia dejó atrás el pueblo de El Rodical y desde 1952 regentaron el Bar Las
Mozas. De ahí pasaron al Bar Adolfo (1959) y en octubre de 1963 se abrió el Bar
Celia, antes llamado Fonda Cabanín.
Isaac,
allá por 1964, dejó la escuela y desde entonces su mundo ha sido el bar.
Recuerda
cuando el vaso de vino costaba una peseta. No se le olvida que en algunas
ocasiones, no muchas, un cliente llegaba con un billete de 1.000 pesetas, más
que nada para que se lo cambiasen, cosa nada fácil por aquellos años.
El
Bar Celia, además, fue durante treinta años un expendedor de ilusión: durante
muchos años ejerció como administración de lotería. Hasta hace muy poco, 70
abonados semanales se pasaban a recoger su número, de un total de diez
diferentes. Nunca repartió ningún premio importante, sí pequeñas cantidades y
reintegros. En Navidad la compra del décimo o la participación en El Celia era cosa obligada.
En
todos esos años al frente del establecimiento, Isaac no tuvo un solo problema.
El
bar hizo, sigue haciendo, las veces de consigna, sobre todos los jueves. El día
del mercado muchos han sido los vecinos del concejo que han puesto a buen seguro
sus compras por un rato en El Celia.
El
30 de junio de 2014, tras 51 años, el Bar Celia cierra sus puertas.
Manuel
López González, Chope, es otro de los
que dicen adiós al trabajo y cierran el negocio.
Casa
Chope, como es conocida la tienda, lleva en la plaza del Ayuntamiento desde
1942. Fue su padre quien la abrió y él lleva en ella, a pie firme, desde 1970.
Hoy
es una mercería-lencería, en sus orígenes fue ferretería, zapatería y de todo
un poco.
En
los años cuarenta del siglo pasado, que ya son años, trabajaron en esta tienda
hasta ocho personas, sobre todo los jueves y los días de feria. Eran otros
tiempos. Hoy el negocio da para lo que da, que a su decir es para poco.
Manolo
Chope lo tiene claro: los tiempos han
cambiado. No hay resentimiento en sus palabras, tal vez un poco de nostalgia,
pero nada más.
Rememorando
los tiempos en que su padre regentaba el negocio, sonríe al narrar como muchos
días diez, doce, quince clientes iban a comer a su casa. Al cliente había que
tratarlo bien.
Hoy
no podemos imaginar una situación así. ¡Vaya que sí cambió la vida!
En
los años noventa se trastocó todo, según Manolo. Las ventas empezaron a caer y
las rentas a subir.
De
esto sí que se queja: “pago mucho por un local que no reúne condiciones”
La
verdad es que el edificio está muy mal, como todos los que rodean la plaza.
Otro
de los comercios que ya cerró, a primeros de junio, fue Las Novedades.
A
esta tienda de confección de señora y caballero, paquetería y calzados así como
sastrería y muebles, abierta desde la década de los treinta, le ha llegado la
jubilación.
En
los últimos años, ha sido José Antonio Martínez de la Hoz, Pepe, quien la
regentó de cara al público. En años anteriores fue un trabajo de los tres
hermanos: Manolo (fallecido), Luis y Pepe.
Pepe
dice que ya está bien, que tiene edad sobrada para retirarse y que él, y sus
hermanos, cumplieron.
Esta
tienda fue el buque insignia de esta familia y gracias a ella, y al mucho
trabajo, consiguieron ampliar el abanico de negocios. Inmuebles, discotecas, un
pequeño hotel han sido los frutos de tantos años de dedicación. Los avatares de
la vida han propiciado que este negocio tenga que cerrar.
Fue
Manuel M. Marcos quien allá por la década de los treinta del siglo pasado lo
abrió. Emigrante en Cuba regresó a Tineo en busca de novia y la encontró. Ya no
se marchó. La guerra civil hizo de él un huido temporal y cuando las cosas se
calmaron regresó al negocio, que ya no abandonaría hasta su fallecimiento. Su
mujer e hijos continuaron al frente.
Pepe el de
Las Novedades, dejó el mundo
universitario para dedicarse al negocio familiar. Desde 1971 ha sido su vida.
Está
muy satisfecho de lo que han logrado entre los hermanos. No lo está menos de la
despedida de la gente. No es para menos. Su clientela es la de toda la vida. No
les han fallado. Es más, para ellos la crisis ha sido cosa de los dos últimos
años.
Los
tres - Isaac, Manolo y Pepe - lamentan
tener que cerrar. Los años se les han echado encima trabajando, como siempre.
Tienen un poco de tristeza. Ven como el pueblo va languideciendo y recuerdan
aquellos tiempos en los que empezaron y la villa rezumaba vida.
Hoy
la falta de estímulos ha abocado a muchos tinentenses a la emigración, nada
nuevo por otra parte. Población envejecida, pérdida de habitantes, edificios
añosos y rentas altas están convirtiendo el centro de la villa en un páramo.
Isaac,
Manolo, Pepe, disfrutar de vuestra merecida jubilación.
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