Hay
cosas útiles, prácticas, bonitas y también tenemos el Senado.
Hagamos
una prueba. Piensen en dos senadores de su comunidad autónoma de distinto
partido. ¿Cuántos recordaron? ¿Uno? ¿Ninguno? Pues eso.
Ya
sé que para los partidos políticos tiene plena justificación.
Nos
dirán aquello de que en el Senado se reflexiona y reconsideran las decisiones
de la Cámara Baja mediante vetos o enmiendas. Incluso nos contarán esa historia
tan bonita de que es la cámara de representación territorial, con piscina
incluida. Y si los apuramos un poco, entonces nos contarán aquello de que una
parte de los senadores son designados por las Comunidades Autónomas – uno por
comunidad y otro más por cada millón de habitantes de su territorio -.
Vale.
Dicho de otro modo, los partidos colocan algunos senadores como les da la gana.
Así de claro.
No
se fíen de lo que les cuente nadie. Comprueben quienes son los senadores
elegidos el 20 de diciembre pasado y luego rebusquen un poco, no hace falta
mucho, por internet y verán quienes son: expresidentes, exministros,
exconsejeros, exalcaldes, ex, ex, ex.
Lo
dicho, una agencia de colocación de políticos amortizados.
El
Senado está plagado de reliquias, o en su caso de moscas cojoneras, que colocan
en él para que no den la lata en el partido. Son gentes con gran experiencia de
partido y administrativa, en muchos casos, pero que ya no cuentan con el apoyo
interno o externo necesario.
¿O
van a decirme que no es así?
Para
mantener el Senado habrá quien argumente que son muchas las democracias
occidentales que tienen dos cámaras. Y es verdad. No sé lo que harán en otros
países, en España nada de nada. Al menos de cara a los ciudadanos, y eso es lo
importante.
Somos
muchos los españoles que pensamos, dada su funcionalidad, que debe ser eliminado.
Los políticos no lo dicen, ellos lo quieren modificar, darle sentido, etcétera.
Milongas.
Los
partidos políticos hablan de simplificación de la administración y sus
trámites, de racionalización de los recursos y un sinfín de medidas más. Lo
curioso es que la administración que tenemos la han conformado ellos en los
últimos treinta y ocho años. Nadie entona un mea culpa.
Todavía
soy incapaz de ver la importancia de las Diputaciones. Bueno, dejando de lado
que es otra agencia de colocación. Si
quieren se lo preguntamos al patriarca del clan Baltar. Sí a ese, a José Luis
Baltar, expresidente de la Diputación de Ourense.
Y
hablando de sobrar: ¿a qué se dedican los delegados del gobierno? ¿En qué se
ocupa Gabino de Lorenzo? Venga, venga, no sean malos y no saquen a colación
alguna de sus debilidades. Todos las tenemos.
Vuelvo
al Senado. Eso de que en él se celebran debates sobre el estado de las
autonomías me provoca risotadas. Podemos hablar de la situación en Cataluña,
sin ir más lejos.
¡Anda
ya!
A
mí me parece mucho más operativa, amén de barata, la conferencia de
Presidentes, si funcionara, claro.
En
esa conferencia el Presidente del Gobierno central junto con los autonómicos
tendrían que debatir, con total transparencia, el desarrollo de la sociedad
española. Allí, juntinos, viéndose y
diciéndose lo que fuera menester a las caras. Nada de negociar uno a espaldas
del otro y luego que si café para mí o para todos. De esa forma se puede
construir el país atendiendo a los principios de colaboración, solidaridad y
equidad.
Lo
que hemos tenido hasta ahora solo ha servido para generar reinos de taifas
alejados, en muchos casos, de las necesidades de los ciudadanos. ¿Alguien
piensa que los intereses de cualquier ciudadano catalán son diferentes a los
míos? Ellos podrán parlar y yo falar,
pero a partir de ahí somos iguales.
El
Senado no ha cumplido ninguna función. Me sobra. Me sobran las diputaciones, me
sobran los delegados del gobierno. Y para que no queden dudas, creo en el
parlamento nacional, en los de las comunidades autónomas y muy mucho en los
ayuntamientos.
Después
empieza el lío, las componendas, los desmadres.
Por
cierto, en la II República solo hubo una cámara.
Ya
sabemos que Patxi López es el nuevo presidente del Congreso ¿se acuerda el
personal quien fue nombrado en el Senado? No hagan trampas. ¿Cuántos senadores
tenemos en total?
Pues
eso: un cementerio político.
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