Dioses útiles: naciones y nacionalismos es el título de un libro de
José Álvarez Junco. Son muchos los que han cuasi divinizado algo tan prosaico
como es el concepto de nación y el autor, mediante la Historia, intenta
clarificar su origen.
De su lectura queda clara que la
idea de nación ha estado unida a la religión. Ambas, nación y religión, están
soldadas y conforman una superestructura simbiótica.
El profesor Álvarez Junco recoge
una afirmación de Michael Billig (científico social británico) que puede resultar bastante
ilustrativa sobre esto del nacionalismo:
“El nacionalismo por un lado, cultiva una
identidad primordial, que se presenta como antigua, familiar y protectora. Y
por otro, se pone al servicio de una estructura política actual, moderna, que
posee ejércitos y armamentos; y predispone a utilizarlos, es decir, ayuda
psicológicamente a tomar decisiones bélicas”.
Decirle
esto a un nacionalista es tener la discusión garantizada. Tienen una visión
bastante, muy, idealizada de su nación
y rebatirán desde posturas nacional sentimentalistas.
Lo que
parece claro es que una nación lo es, entre otras razones, en tanto en cuanto
se diferencia de las demás, e incluso a causa de los enfrentamientos y agravios
que padece – reales o inventados -.
Opresión,
agravio, explotación, incomprensión, derecho a decidir, falta de libertad,
etc., forman parte del argumentarlo nacionalista. Y yo no digo que no se sientan
así, e incluso que en algunas ocasiones no tengan razón.
Yo, por
el mero hecho de ser un ciudadano que vivo en un país democrático - de los del
primer mundo – me siento agraviado, exprimido y no sé cuántas cosas. Mi padre
lo fue aún más y no les cuento mi abuelo. No hablemos de la situación de las
mujeres.
¿En qué
quedamos? ¿Es cuestión de naciones o no? ¿No será otra cosa? Para nada, no
piensen en eso tan obsoleto de las clases. Eso es algo trasnochado. Por cierto,
se han dado cuenta de que a la par que se enterraron las clases – que existir
existen – se han ido intensificando los nacionalismos, muchas veces con tintes
fascistoides, y la globalización.
Leyendo
Dioses útiles se pueden aclarar, al
menos, el desarrollo histórico de los nacionalismos en Inglaterra, Francia,
Alemania…y también en España. No se deja en el tintero al nacionalismo vasco,
catalán o gallego, ni, incluso, al andaluz. Creo que en ese trayecto histórico
hay poco que discutir. Luego podrán llegar las pasiones, el ideario político de
cada cual. Y ahí empezará la trifulca.
No lo
he dicho: es un libro que se lee bien. Creo que es adecuado para cualquiera que
quiera acercarse al tema del nacionalismo desde la Historia.
Álvarez
Junco nos recuerda que esas tradiciones que parecen tan arraigadas a la patria, desde la noche de los tiempos, no dejan de ser inventos, sí
inventos, de hace cuatro días.
Nos
explica, por ejemplo, que en 1918 el gobierno de Maura decretó la “Fiesta de la
Raza”. Cuando hubo que elegir una fecha para la fiesta nacional se decidieron
por la del doce de octubre, y eso por dos motivos: uno, para conmemorar la
llegada de Colón a América y dos, para celebrar la aparición de la Virgen al
apóstol Santiago en Zaragoza, o lo que es lo mismo, la cristianización de
España.
Otro
ejemplo esclarecedor.
El 30
de mayo de 1919 Alfonso XIII consagró a España al Sagrado Corazón de Jesús, en
el Cerro de los Ángeles, cerca de Madrid. Buscando por Internet se pueden ver
fotografías del acto. Son muy clarificadoras.
En el
solar patrio siempre ha ido de la mano la exaltación nacional con la devoción
religiosa. En estos momentos se puede recordar a Franco entrando bajo palio.
Los
nacionalismos, tal y como hoy los conocemos, tuvieron su arranque en el siglo XIX.
Los argumentos esgrimidos, en muchas ocasiones, son míticos, ahistóricos o
simplemente mentiras y con esos mimbres hemos llegado a la actualidad. Y la
verdad, intentar justificar planteamientos políticos actuales sobre esas bases
me parece poco riguroso. No necesitan justificarse con esos dioses útiles.
Volviendo
al nacionalismo españolista, Primo de Rivera se empleó a fondo para inculcar la
idea de nación, de patria. Apoyó la celebración anual de la Fiesta de la Raza;
en su mandato se celebró la Exposición Iberoamericana de Sevilla, y allí se
construyó la Plaza de España que hoy conocemos; en Barcelona la Exposición
Universal de Barcelona y se erigió la Plaza de España y el “Pueblo Español”.
La
publicidad nacionalista lo inundó todo: sellos de correos, billetes de banco,
cajas de papeles de fumar, almanaques…todo apareció decorado con alegorías
patrias o con escenas tomadas de cuadros la pintura histórica de la segunda
mitad del siglo XIX.
Álvarez
Junco nos explica este nacionalismo español como un movimiento favorable a una
política autoritaria, imperialista y antiliberal. Sería, según el autor, el que
luego se opuso a la Segunda República. Un nacionalismo alejado de los
regeneracionistas y que en cambio ofrecía una imagen popular y optimista,
apoyada en un folclore superficial y una religiosidad ritual tradicional. Y
aquí entraría el espectáculo de los
toros. Por cierto, les recuerdo que en 2013 el Partido Popular aprobó que las
corridas de toros formen parte del Patrimonio Cultural.
¡No hay
nada como mantener las tradiciones!
Si nos
acercamos a esos otros nacionalismos peninsulares podemos vislumbrar sus pilares históricos.
En el
caso catalán José Álvarez Junco nos resume sus cimientos: el excursionismo, el
canto coral, el baile de la sardana, el himno Els Segadors, la barretina y por
encima de todo, el culto a la lengua.
Por
cierto, la sardana hasta 1890 era casi desconocida y en unos veinte años se
convirtió en danza nacional. Els Segadors, tal y como se conoce hoy, es de
1899. Y es que el siglo XIX y principios del XX fueron los momentos de creación
y consolidación de las teorías nacionalistas.
En
aquellos incipientes nacionalistas catalanes también cupieron las teorías racistas.
Cosas de la época ¿o no?
En 2011
el candidato de CiU, Josep Antoni Duran i Lleida, ¿se acuerdan de él? denunció
que “Cataluña no está justamente tratada en materia de su aportación fiscal al
Estado” y añadió que “en otros sitios de España, con lo que damos nosotros de
aportación conjunta al Estado, reciben un PER para pasar una mañana o toda la
jornada en el bar del pueblo”.
¡Vuelta
a fines del XIX!
Es
curioso cómo estos nacionalistas siempre se refieren al Estado o a España, el
término nación se lo guardan para designar a su nación.
Ya
puestos a rememorar, Convergència Democràtica de Catalunya (CDC) nació en 1974
de la mano de Jordi Pujol - el de la herencia en Andorra y sus cositas familiares - y Miquel
Roca Junyent, el abogado de la infanta Cristina.
Casualidades
de la vida.
Podríamos
evocar, por aquello de nación-religión, los peregrinajes de Pujol y otros
conspicuos nacionalistas a Montserrat.
Para
hablar del nacionalismo vasco nos tendremos que remontar al patriarca Túbal,
nieto de Noé, que recaló por esas tierras que hoy forman Euskadi. El gran
patriarca vasco, Sabino Arana, la denominaba Euzkadi.
Al recordar a Sabino Arana Goiri (1865-1903) debemos mencionar que se educó en una
familia carlista y estudió en un internado jesuita. Para él la identidad vasca
se forma a partir de la religión y la raza, no de la lengua.
El PNV
adquirirá su relevancia en la Segunda República. Luego la Guerra Civil, el
exilio. En 1959 surge ETA y esa historia ya nos la conocemos.
Con la
llegada de la democracia el nacionalismo vasco tuvo su cara más representativa
en Xabier Arzalluz. Otro personaje educado en el carlismo y que realizó
estudios eclesiásticos. Fue presidente del PNV entre 1985 y 2004. Personaje
duro, intransigente.
Álvarez
Junco nos dice:
Debemos catalogar el caso
vasco como el de un triunfo verdaderamente espectacular de una invención de la
identidad y de la tradición hoy asumida no sólo por la comunidad nacionalista
sino por la mayoría de la sociedad vasca.
Con el
fin de ir acabando, y refiriéndome al cuarto gran movimiento nacional dentro de
España, el gallego, me voy a la consideración final del profesor Álvarez Junco:
En el caso gallego hay datos étnicos
sobrados para construir una identidad nacional: un reino medieval, una lengua,
un territorio bien definido, un problema social alrededor de los foros, unos
niveles de renta inferiores a la media española – hecho que puede presentarse
como consecuencia de la explotación o dependencia colonial -…Y, sin embargo, no
ha surgido un nacionalismo reivindicativo o secesionista con suficiente
potencia como para plantear graves problemas a los gobiernos españoles.
En una
democracia cada uno pueda ser lo que quiera, la reglas son claras. Sean
nacionalistas, independentistas pero sin mentir. Proclámenlo a los cuatro
vientos, intenten lograr sus objetivos pero desde la realidad de hoy, con los
criterios de hoy y no con rancias monsergas que además son mentiras.
Con los
nacionalistas siempre me queda una duda: ¿en un referéndum incluirían la
renuncia a la nacionalidad española? Es que si no es así sería trampa.
Dioses útiles: naciones y nacionalismos es un buen comienzo para
repensar esto de los nacionalismos, del tamaño que sean.
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