Después de 88 días seguimos sin
gobierno. El país no se ha hundido. Ninguna plaga nos ha asolado y los
diputados cobran sin dar palo al agua. Así y todo no es una buena noticia. No
lo es por que el desapego de los ciudadanos hacia nuestros políticos sigue
incrementándose. Hay quienes apoyándose en esta situación manifiestan su cabreo
decantándose por la extrema derecha, lo cual dice bien poco de ellos. Pero esa
es otra historia.
Tras ver un poco el debate de investidura, leer y escuchar a miembros
del PSOE y Unidas Podemos llegué a la conclusión de que entraron en el Congreso
sin hacer los deberes. Todo se redujo a quienes y qué ministerios ocupaban cada
cual. Al menos esa es la sensación que dieron.
No existe un programa de gobierno elaborado por ambos partidos. Lo
hubieran enseñado. ¿No tendrían que haber empezado por ahí? Un acuerdo que
reuniese lo que les une, posponiendo cada uno lo que más le aleja y tirar para
delante por el interés general. Luego se estampan unas firmas y listo. Pues no.
Esto que es tan sencillo no se hizo. Solo hablaron de reparto del poder. Es lo
que tiene la política cuando acaba en una deriva personalista.
Ahora nos tocará ver y escuchar como se tiran los trastos. Es lo de
siempre. Los partidos de izquierda se lanzan a luchas cruentas que no conducen
a nada. Al final se lamen las heridas y cada uno afirma tener la razón. Y se
quedan tan contentos. Mientras tanto, la derecha hace lo que sea necesario para
acceder al poder, desde el que se transforma la realidad. Permítanme recurrir
al cinismo: la derecha se queda con el poder, la izquierda con la razón.
PSOE y Unidas Podemos han dado una imagen desastrosa para regocijo de la
derecha. Mientras ellos continúan en su batallita los ciudadanos seguimos
soportando la legislación y las medidas tomadas por los gobiernos de Mariano
Rajoy.
Se han cruzado pullas a través de los medios de comunicación y las redes
sociales que no contribuyeron al entendimiento. Además, parece que las reuniones
las mantuvieron los días previos a la investidura, o al menos en las que se
tomaban decisiones. ¡¿Qué estuvieron haciendo durante casi noventa días?!
No parecían tener muchas ganas de llegar a un acuerdo, visto lo visto.
Lo curioso de todo esto es que quitando a las dos derechas y a la extrema
derecha el PSOE tenía un amplio respaldo en el Congreso. ¡Si es que contó con
el apoyo de un Rufián muy atinado!
Ahora llega agosto y tienen que dejar enfriar los calentones. Nada como
una buena playa o paseos por la montaña, se lo han ganado.
Tienen hasta el 23 de septiembre para ponerse de acuerdo o en caso
contrario nuevas elecciones. Como ese sea el objetivo, nuevas elecciones, igual
algunos se llevan un buen chasco.
Esta visto que a los dirigentes de los partidos se les llena la boca
hablando de diálogo, consenso… pero ahí se quedan. Lo que quieren son mayorías
absolutas, sumisión del adversario y tener las manos libres para hacer y
deshacer. Y todos jaleados por sus bases y votantes en su empecinamiento. Nos
faltan muchos hervores democráticos.
Más arriba dije que la derecha se quedaba con el poder y la izquierda
con la razón y ahora me asalta la duda ¿qué razón? ¿la de quién? No hay una
respuesta única. Eso sí, todos entendemos lo del poder y el gobierno.
La derecha se queda con el poder, la izquierda con la razón by Santiago Pérez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.
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