¿Quiénes son Los asquerosos?

Hablar de austeridad, la personal no la que nos imponen, no conduce a nada y está mal visto. Ni les cuento si plantean eso del decrecimiento, en ese caso uno se convierte en un bicho raro. ¿De eso trata Los asquerosos? Santiago Lorenzo, su autor, no creo que quisiera escribir un tratado político-económico al uso. Vale ¿pero lo hizo? No, lo que consiguió fue escribir un libro divertido cargado de crítica inteligente hacia el modo de vida que llevamos.

Sí, me gustó un montonazo. Me reí. Me hizo pensar. ¡Qué absurdos somos! Es un libro muy recomendable. Desde luego no salimos bien parados. Los asquerosos supone mirarnos en el espejo y ver una imagen bastante tonta y con pinta de no querer cambiar.

No necesita un gran despliegue de personajes y de escenarios. Un personaje central (Manuel), un narrador (el tío de Manuel), un pueblo fantasma, una casa destartalada, la compra suministrada por Lidl y unos “mochufa” bastan y sobran para crear un mundo diferente y poner al nuestro de vuelta y media.

Ah, ¿no saben qué es eso de los mochufa? Pues tendrán que leer el libro para enterarse. ¿Y quienes son los asquerosos? Tendrán que leer el libro.

Todo comenzó cuando Manuel, que lleva una vida sencilla, más por causas ajenas a su voluntad que otra cosa, acuchilla a un antidisturbios. Ansiaba relacionarse con otros seres humanos y sus carencias afectivas le traían a mal traer. Todo eso cambió gracias a esa cuchillada.

Aprendió a vivir en soledad, a convivir en paz consigo mismo. Comprendió lo absurdo de acaparar cosas que no sirven para nada. Redujo su consumo a lo imprescindible. Alcanzó algo parecido a la felicidad.

Su única compañía fue la colección de libros Austral. Aquella colección de libros de bolsillo que se ordenaba temáticamente por colores.

Manuel “vivía en un estado totalitario de libertad, en un régimen autoritario de pleno albedrío, todo lleno de edictos y decretos ordenándole hacer lo que le diera la puta gana y cuyo incumplimiento acarrearía penas de multa y cárcel. Sanciones que no tendría que ingresar en ninguna cuenta y condena por la que no tendría que ingresar en ningún presidio. Pero que nunca hubieron de imponerse, porque nunca incumplió con las leyes de su dictadura al revés”.

Cuando pensaba que tenía todo lo que deseaba se jodió el invento. Bueno, no tanto. Manuel se convirtió en un tío muy apañado y encontró una solución a su medida. No insistan, léanlo y sabrán lo que pasa.

Aunque, bien pensado, ¿Manuel no se pasaría un poco?

Lo repito. Me gustó mucho.

Venga, acérquense a su biblioteca pública o librería preferida y a leer.

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