Catorce días. Personalmente estoy
bien de salud y de ánimo, pero… Me doy por vencido. Cuando una ola se hace cada
vez más grande es inútil hacerle frente.
Los días van discurriendo con
reiterada monotonía. La calle resulta extraña. Antes apenas con vida, ahora
silencio. Alguien lleva una triste bolsa o pasea un perro. Tristeza. Huele a
tristeza.
Los héroes surgen por doquier.
Estamos huérfanos. Recelo y miedo se juntan. Los más carroñeros buscan
culpables. Los crean. Tienen la hoguera preparada. Necesitan un poco más de
odio. Ciegos acólitos vocean sus insidias. Viven en un estercolero mental. La
mierda nos va anegando. Despiden tufaradas pestilentes que ahogan. Escriben con
tinta diarreica condenas que les gustaría mortales. Temen la luz.
Mientras la pandemia nos azota y
se está llevando por delante a miles de personas la extrema derecha y la
derecha más retrógrada están escupiendo bilis. No puedo ver las redes sociales
sin sentir vómitos. Me resulta imposible tanta maldad e insensibilidad.
Me doy por vencido.
Hemos entrado en una dinámica en
la que todos queremos ayudar y no sabemos cómo. Cualquier iniciativa que
suponga la participación social encuentra apoyos. Ya no hay más que hablar.
Disentir supone lapidación inmediata. No hay argumentos que valgan. ¡No vale
ninguno!
La falta de medios de protección
para los sanitarios es terrible. Son muchos los que quieren contribuir a
subsanar esa carencia, y es muy loable. A tal fin, desde algunas
administraciones, se ha promovido la confección de mascarillas por
particulares. Aplausos y los voluntarios se multiplican. Es inútil hablar de
protocolos. De controles de calidad. De esas medidas que sirven para certificar
que ese material de verdad sirve para algo y no para ofrecer una falsa y
peligrosa seguridad. Es increíble pero ¿nadie se para a pensar que algunas de
esas personas que las confeccionan pueden ser portadoras del virus? ¿De verdad
no piensan en las más qué probables consecuencias? ¿Se pueden imaginar que una
de esas mascarillas esté contaminada y llegue a una residencia de ancianos?
Nos encontramos en una situación
de emergencia sanitaria, cuando más controles habría que ejercer, pues nada,
vale todo.
Por favor, por un momento piensen
en que todo esto pasó. Tienen que ser intervenidos quirúrgicamente. Antes de
entrar en quirófano se enteran que las mascarillas de cirujanos y enfermeras,
siguen siendo mayoría, están confeccionadas en una casa particular. ¿Entrarían
a quirófano o se negarían y pondrían una denuncia? O imaginen que son sus
padres ¿lo consentirían? Seguramente no, saben que las mascarillas de los
sanitarios protegen a sus familiares o a ustedes. ¿Es tan difícil de entender?
¿No se comprende que los protocolos sirven para constatar la validez y
funcionalidad de esas protecciones? Sí se producen contagios y muertes por
culpa de esas mascarillas ¿quién será responsable?
Es una locura. No se puede
razonar.
La demagogia y el populismo en
tiempos convulsos solo sirven para mayor gloria del demagogo y populista, pero
no soluciona nada.
Me doy por vencido.
En el HUCA (Hospital
Universitario Central de Asturias) se está testando un prototipo de respirador.
Sí, están comprobando si cumple los protocolos, repito, protocolos necesarios
para su utilización en pacientes. Y ello gracias a la iniciativa de unos
particulares con los conocimientos necesarios y que se han puesto al servicio
de la sanidad pública. Eso sí, cumpliendo los protocolos necesarios.
Ahora saldrá el listo de turno y
me dirá aquellos de “pero una mascarilla no es un respirador”. Claro que no,
pero una mala protección puede significar el contagio y la muerte.
Es igual lo que diga. Me doy por
vencido.
Luego están todas esas personas
que están contribuyendo con enorme esfuerzo a que esto siga en pie. Son
muchísimos. Personas anónimas que están arrimando el hombro con una enorme
dosis de solidaridad sin esperar nada a cambio. Todos los que siguen
trabajando, sea cual sea su puesto, lo están haciendo en unas condiciones muy
malas que ponen en peligro su salud. Gracias a todos.
Por favor, en muchos casos, lo
mejor que podemos hacer es quedarnos en casa y no liarla.
Esto no se acabó. Lo peor está
por llegar.
Hay 56188 infectados. 4089
fallecidos. 999 pacientes curados.
Los demagogos y populistas
quedaros en casa calladinos. Algunos en su afán de aplauso incumplen la norma
de confinamiento. Desde alguna ventana se le aplaude, aunque sea la virtual.
Pues bien.
Ánimo.
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Amigo Santi no te desanimes. Tu ya tienes experiencia en eso de luchar contra..
ResponderEliminarNo te retires y sigue en la brecha aunque los cabreos sean antológicos. Dentro de poco nos reiremso de todo en esa cena que tenemos pendiente