Comentario para el programa Cangas del Narcea en la Onda, de Onda Cero Radio (06/03/2012)
Nos cuentan que la crisis que
padecemos tiene mucho que ver con la deuda privada. Y no digo yo que no.
Es cierto que algunas familias,
las menos, están muy endeudadas. Se han acostumbrado a vivir por encima de sus
posibilidades, aunque para eso no son necesarios demasiados excesos. No podemos
perder de vista que son muchos los que cobran unos mil euros o menos y con eso
hay para pocas alegrías.
Dicho esto, hay gentes que tienen
asumido que para vivir necesitan acceso a Internet, 50 megas mínimo, que la televisión por cable es imprescindible, que dos coches en la familia son necesarios y el año que viene otro para los
chicos, que el préstamo para ir de vacaciones es algo normal y que los niños tienen que ir a un colegio concertado
aunque cueste 150 euros cada uno, es por su futuro. Cuatro teléfonos móviles,
wifi, wii, tablet, y cuando llegue junio, los niños tienen que ir de viaje de
estudios, uno a Canadá y la otra a Grecia – con 3.000 euros no se hace. ¡Ah! A
lo peor tienen una hipoteca de 450 euros mensuales.
Bueno, pues vale. Cada uno sabe
lo que puede pagar y hasta donde llega su economía familiar. Nada que objetar.
Todos lo sabemos: en caso de impago nos embargan.
A mí, lo que me preocupa es la
cosa pública, la de todos. Resulta que en España en el año 2011 hemos gastado
91.344 millones de euros más de lo que ingresamos. La cifra marea.
Todas las semanas escuchamos
aquello de que el Estado ha colocado tres, cuatro o cinco mil millones a un
tipo, de interés claro, del cuatro, cinco o más por ciento, y nos lo cuentan de
tal forma que casi damos saltos de alegría. Pues no es para tal cosa. Nos están
diciendo, una semana sí y la otra también, que necesitamos préstamos para
seguir al ritmo de vida que llevamos y todos estamos encantados. Pues no, no
todos estamos encantados.
La mayoría de los españoles
controlamos en nuestra vida diaria los gastos y los adaptamos a nuestros
ingresos, entonces ¿qué pasa con las administraciones y sus multimillonarios
derroches?
Quienes gestionan los dineros
públicos tienen la obligación de no dejarse arrastrar por populismos baratos y
gastar como si el dinero fuera suyo, que también lo es, pero además es el de
todos los ciudadanos.
No hay nada gratis. Algunos
estuvieron encantados con las subvenciones para ordenadores portátiles, cheques
bebé, descuentos de 400 euros en el IRPF, aeropuertos casi en cada provincia,
trenes de alta velocidad y ahora ¿con qué pagamos todo esto? Como ejemplo de lo
absurdo sirva el AVE. Se nos cuenta que somos el país del mundo que más
kilómetros de alta velocidad tiene y sacamos pecho. Este tren es el que más
cuesta, tanto en su construcción como en mantenimiento, amén del más caro para
los pasajeros. No, no nos servían otros trenes, tenía que ser el más rápido y
costoso del mundo. A grandones no nos gana nadie. Dentro de cuatro generaciones
aún seguirán pagando el AVE.
Los gastos autonómicos en
Ciudades de las Artes, de la Cultura y
demás es simplemente demencial. Solo hay que pensar en Asturias: la Laboral, el
Niemeyer y ya para acabar Oviedo con el Palacio de Congresos y el monstruo del
Calatrava. Ahora todos a competir unos con otros.
No se me ocurrirá hablarles de
los megapuertos como los de La Coruña o Gijón, tan pegaditos ellos ¿para qué?
Si llegamos a lo local la cosa no
cambia demasiado. Las infraestructuras mientras más grandes mejor. No se trata
de la inversión inicial, que también, sino de su mantenimiento. Los alcaldes no
se preocupan de comprobar los gastos de estaciones de autobuses, polideportivos
o piscinas climatizadas.
Por cierto, hablando de estas
últimas -las piscinas climatizadas- fuentes bien informadas me dicen que la de
Cangas del Narcea tiene unos gastos de unos 300.000 euros anuales y unos
ingresos de unos 110.000, con unos 200 usuarios diarios. La de Tineo estiman que tendrá unos 350.000
euros de gastos, mínimo, y unos 100.000 euros de ingresos.
El tamaño sí que importa y se
paga mucho por él. Habrá quien me diga que es una inversión y un
revulsivo económico para la zona y que va a generar puestos de trabajo e
ingresos en la hostelería. Y yo me pregunto ¿dónde dicen que ha pasado eso? La
adecuación de las infraestructuras a las necesidades reales es una virtud, lo
otro es grandonismo.
Eso sí, las residencias de
ancianos están contadas, al igual que los Centros de Día, las guarderías o las
Escuelas de 0 a
3 años, públicas por supuesto. No voy a hablarles de hospitales o centros
educativos.
No se equivoquen, todo esto no lo
digo por aplaudir a Rajoy, ni a la CEOE ni a los bancos, faltaría más. Sobre
todo a los bancos, los culpables de este estropicio económico. Lo digo para
curarnos en salud la inmensa mayoría de los ciudadanos, los que pagamos
siempre.
Apliquemos los criterios de
nuestra vida privada a la pública y exijamos a los políticos eso mismo y si no
lo hacen así, que lo paguen.
Miren, o empezamos a decidir que
es lo importante de verdad o estamos listos.
El dispendio como forma de vida por M. Santiago Pérez Fernández se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.
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