Publicado en La Nueva España el 17 de junio de 2015
Las diez de la mañana. Son
reacios a irse. Caras que muestran un agotamiento total. Pelos alborotados.
Ropa…mejor no hablar de ella.
Están hechos un desastre y, sin embargo, se les ve
felices. Ha sido un día, con su noche, muy largo.
A pesar de su juventud los
recuerdos han estado presentes de forma continuada. Llevan gran parte de su
existencia juntos y eso se acabó. Inician otra etapa de su existencia, esta sí,
ya definitiva y que les condicionará como personas.
Son jóvenes que han terminado el
bachiller, han pasado el mal trago de la PAU, y están celebrando su graduación:
son alumnos del IES Concejo de Tineo.
El acto oficial de graduación –
tan americano él – dio comienzo a las siete de la tarde en el salón del
instituto.
No es que estén guapos, están
preciosos. La ocasión lo merece.
Un gran cambio se va a producir
en sus vidas y quieren estar acicalados para la ocasión. Ellas, la mayoría, de
vestido más o menos largo. Un poco de maquillaje, no les hace falta mucho -son
escandalosamente jóvenes -. El tacón alto es generalizado. Hoy tocó peluquería.
Ellos de traje. Corbata o
pajarita - los más atrevidos -.
Padres y familiares les
acompañan. Ellos sí que saben que se va a producir un cambio en la vida de sus
hijos.
El acto se abrió con la
intervención de Pablo Bueno, antiguo alumno del instituto. En estos momentos
está realizando el doctorado en la Universidad Autónoma de Madrid y el Centro
Superior de Investigaciones Científicas. Recientemente fue premiado por el
Centro Nacional de Física de Partículas, Astropartículas y Nuclear por un
trabajo de divulgación científica que realizó junto a José Luis Crespo. ¡Anda
ya, casi nada!
Pablo Bueno les habló de
esfuerzo, de andar sin complejos por la vida. Hizo hincapié en la humildad y la
actitud ante la vida.
Los alumnos hablaron de luchar
por sus sueños, de poner siempre un puedo detrás de un cada quiero y el colocar
el mundo a sus pies. ¡No se habían puesto de acuerdo! Pablo y es muy joven y
tiene mucho en común con esta nueva generación.
En esta despedida reconocieron
grandes apoyos: la tapa de una calculadora para un examen de matemáticas, el
móvil, una columna cercana o el alumno de delante.
Para no escandalizar demasiado
reconocieron que habían estudiado, eso sí, sin dejar la vida social. Por
responsabilidad, ya que tocaba levantarse frescos para estudiar, cambiaron en
más de una ocasión el vodka por el ron.
Fueron sinceros. Sonrisas y
alguna cara no tan sonriente.
Tras las fotos de rigor con la
familia los graduados fueron a lo suyo.Lo que sucedió después forma
parte del secreto del sumario que solo les incumbe a ellos.
A las ocho de la mañana una
pareja se está despidiendo. Un poco más allá un grupo continúa con ganas de
cantar. Algunos arrastran los pies. Los bares acogen a pequeños grupos que
quieren prolongar lo que es imposible.
Han cerrado un capítulo. Nunca lo
olvidarán. Ahora tienen el mundo por delante y están dispuestos a comérselo.
Un adiós agridulce by Santiago Pérez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.
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