Ya
está, la república catalana la tenemos a la vuelta de la esquina. ¿O no?
Junts
pel Sí y la CUP aprobaron la declaración soberanista con 72 votos a favor y 63
en contra.
Están
encantados y yo no veo el motivo.
Lo
votaron y lo podrán envolver en toda la legitimidad que quieran. Dirán, sin
empacho ninguno, que es la expresión democrática de la soberanía popular de los
catalanes. Bueno, ya lo han dicho y se quedan tan contentos.
¡Anda
ya!
En
cualquier democracia seria con esa diferencia no se toman decisiones de esta envergadura.
Si a esto le añadimos que las elecciones las plantearon los independentistas
como un plebiscito – el cual perdieron – entonces ¿qué les queda?
La
existencia de una parte muy importante de los ciudadanos que abogan por la
separación es indiscutible, como también lo es todo lo contrario.
Los
independentistas han contado con una posición hegemónica a la hora de verter
sus argumentos a la sociedad catalana; los no independentistas han estado mirándose
para el ombligo amén de bailar al son que les marcaron. Socialistas y populares
se metieron en una guerra que no era la suya: competir en el campo
nacionalista. Ahí siguen.
Convergencia
se empotró en un muro. Sus planes se fueron al traste y ahora es la CUP quien
les señala el ritmo. Parece broma, y no lo es: un partido de derechas como
Convergencia no tiene pudor en pedir auxilio a un grupo de extrema izquierda
con tintes, muy claros, anarquistas.
¡Hay
que joderse!
Los
de Junts pel Sí son tan demócratas que en treinta días están dispuestos a
iniciar el procedimiento constituyente para que “el proceso de desconexión
democrática de España” sea una realidad.
¿Desconexión?
Estoy cansado de su mentirosa ambigüedad y tergiversación.
Eso
sí, las decisiones del Tribunal Constitucional se las van a pasar por el arco
de triunfo, al igual que las del resto de las decisiones del Estado, el español
desde luego.
Llegado
hasta aquí, a mí se me presenta una duda: ¿Cómo se exigen responsabilidades a quienes
han decidido situarse fuera de la ley? A esta pregunta no han respondido ni
Rajoy ni Pedro Sánchez.
¿Cuándo
nos lo piensan decir?
En
todo este lío, con las posturas enfrentadas, Catalunya Sí que es Pot presentó
una resolución para reclamar un referéndum sobre la independencia. Fue
rechazada por 114 votos, diez abstenciones de la CUP y solo contó con sus once
votos.
No
se han centrado. Ellos mismos, Catalunya Sí que es Pot – integrada por
Iniciativa per Catalunya Verds, Esquerra Unida i Alternativa, Podemos y Equo - reconocieron, en la noche electoral, que el enfrentamiento
entre la postura independentista y la no independentista había determinado la
campaña y les había perjudicado. Tendrán toda la razón en sus planteamientos
pero la pelota está en otro campo y ellos están fuera de juego en estos
momentos.
El
Constitucional hablará, es previsible lo que va a decir, los
independentistas no le harán caso y…vuelta
a lo mismo ¿qué salida queda?
Algunos
ya han propugnado soluciones como las de octubre de 1934, otros hablan de referéndum
o de modificar la Constitución – incluso todo al mismo tiempo – y hay quienes
quieren que todo vuelva a su cauce trasladando el Senado a Cataluña. Luego
están los que se empecinan en el estricto cumplimiento de la ley y la
aplicación del artículo 155 de la Constitución.
Más
o menos, así están las cosas.
Todo
esto me parece una malísima opereta en la que los actores son impresentables y
en la que al público nos duele el culo de tantas patadas como nos han dado.
La república catalana ya está en marcha by Santiago Pérez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.
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