Cuando
hablamos de pecado solemos hacerlo desde el punto de vista religioso. Es más,
los actos injustos, así los denominaré, los convertimos en pecado por propia
iniciativa. Estamos preparando una justificación. No es para menos. En la
tradición católica con el acto del arrepentimiento se perdonan todos los
pecados. ¡Menudo chollo!
Pecado de Laura Restrepo no tiene nada de divino y sí mucho de humano.
Nueve
relatos en los cuales surge la naturaleza más descarnada, cruel y hasta
homicida de las personas. Eso sí, sin perder la esencia de humanidad.
Un
verdugo o una descuartizadora siguen conservando rastros de cualidades muy humanas
– hasta compasión ¡quién lo diría! –. ¿Qué queda en un niño sicario? Poco, casi
nada. La dureza del personaje es atenuada por una madre, que a pesar de los
pesares, es todo amor.
Como
siempre, no pretendo destripar el libro.
A
pesar de ser relatos independientes no he tenido sensación de ruptura. Un hilo
conductor intuido me pasaba de uno a otro sin sobresaltos. Excepto uno: El
Siríaco. Este relato me descentró. No me gustó. Me pareció lioso. Un pegote
dentro de la armonía y claridad.
A
esa unidad de Pecado – me sobra El Siríaco, repito – contribuye un elemento
externo: El Jardín de las delicias, de Hieronymus Bosch (El Bosco). El
contenido simbólico de este cuadro sirve de introducción a eso más humano que
es la maldad, los crímenes y las pasiones.
El
narrador va cambiando en unos y otros relatos. Siempre clarificador, y creo que
entendedor, de lo que acontece. No es nunca una mirada dura, de dios
castigador. Humanidad por todos los lados.
Los
relatos provocan desazón a la par que compresión. Lo más abyecto del ser humano
adquiere aún más humanidad en las palabras de Laura Restrepo. Ejemplo de ello,
y pido perdón por desvelar una de las claves de un relato, es el final de Amor
sin pies ni cabeza:
-Supongamos el caso de
que es a vos a la que te cae la malparida hora y tenés que matar a tu man.
-Supongamos.
-Lo metés en el baúl de
tu carro, lo tirás bien lejos santo remedio, ya te olvidás del asunto y chao.
-Tal vez.
-Bueno, mija, a mí me
toca en bus. ¿Entendés? ¿Qué hacés si te toca trastear al difunto en bus? Pues
te deshacés de él por pedazos, uno en cada viaje, ¿sí o qué?
Maravilloso.
Duro, de una lógica terrible. Hasta en los asesinatos hay clases.
No
tengan miedo y pequen con Pecado de Laura Restrepo.
Pecado sin dios by Santiago Pérez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.
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