Publicado en La Nueva España el 5 de agosto de 2016
Hablar
de comunicaciones en Asturias es hablar de incomunicación. La
historia de nuestras redes de transportes es una carrera de obstáculos. Da
igual que hablemos de carreteras, ferrocarril o infraestructuras portuarias.
Todas han llegado tarde, mal y a unos costes desproporcionados.
No
hacen falta recordatorios ¿verdad?
Esa
infausta realidad lo es aún más en el suroccidente asturiano. Y no es cosa de
ahora.Hablemos
del ferrocarril por el suroccidente. Mejor dicho, de su ausencia.
Con
escasas modificaciones, el modelo ferroviario asturiano es el mismo del siglo
XIX. La velocidad sigue siendo poco competitiva – no soy de los que piden el
AVE –, los trenes de cercanías no cumplen con su función y los de mercancías
están infrautilizados.
Permítanme
hacer un poco de historia. Si son tan amables y siguen leyendo, verán qué
curiosidades.
Hay
que remontarse a 1851. En ese año una comisión especial, integrada entre otros
por el Conde de Toreno y Santiago Fernández Negrete, estudiaron los puntos más
adecuados de la Cordillera Cantábrica para el paso del ferrocarril desde
Castilla hacia Asturias. El resultado fue que proyectaron una línea desde
Ponferrada, por Cangas de Tineo, a San Esteban de Pravia y otra desde León a
Gijón, por el Puerto de Pajares.
Quiero
recordar que Santiago Fernández Negrete nació en Villatresmil, Tineo. Fue ministro
de Comercio, Instrucción y Obras Públicas y más tarde de Gracia y Justicia.
La
idea del ferrocarril por el suroccidente estaba sembrada.
En
1904 reaparece la propuesta y así se habla de un ferrocarril secundario (de vía
estrecha) que iría bordeando el
río Narcea y que terminaría en el río Sil, en León.
La
información se remitió a los ayuntamientos y se les pidió colaboración
económica. Desde Obras Públicas se les ofreció la posibilidad de cantidad
alzada por kilómetro, un tanto por ciento de los gastos o con una garantía de
interés del capital invertido para ponerlo en explotación.
La
propuesta no tuvo sus frutos.
Por
esa época, 1906, se presentó otro proyecto que sí cuajaría, el de Gijón a
Ferrol.
Siguiendo
con los avatares del ferrocarril suroccidental llegamos a 1920. En ese año uno
de los varios proyectos que se realizaron del trayecto Pravia-Cangas del Narcea
salió a subasta. Aunque se había aprobado en septiembre de 1914, no hubo postor
para el trayecto inicial de nueve kilómetros. El plazo de ejecución era de tres
años y se pretendía empalmar con el Vasco Asturiano en Forcinas. El coste
ascendía a 3.957.956 pesetas.
El
tema llegó a ser recurrente. Por cierto ¿a qué me recordará esto?
En
1927 se replantea el tema. La nueva idea es crear una mancomunidad entre las
Diputaciones de Oviedo, León y los ayuntamientos interesados en el ferrocarril.
Al año siguiente se estipulan las cantidades
a pagar por cada ayuntamiento. En el caso de Tineo 350.000 pesetas.
Llegados
a la cuestión económica comienzan los problemas.
El
alcalde de Tineo no estaba dispuesto a desembolsar lo mismo que Cangas del
Narcea.
Los
kilómetros de vía férrea o el número de pueblos favorecidos en cada concejo
formaron parte de su argumentario. En
este mismo sentido se manifestaron desde Salas, dónde además se objetó que la
línea no pasase por la capital.
Para
rematar, no estaban dispuestos a soltar una peseta hasta que las vías no llegasen
a su municipio.
Confianza
entre ellos poca, proyección de futuro menos.
Llegaron
tiempos de rebajas y desde Tineo quisieron
reducir la cantidad a sufragar. Esa actitud soliviantó a los otros
concejos e hizo que surgieran ataques a la corporación tinetense, a la cual se
acusó de localismo y falta de visión de los intereses generales de la zona.
La
cuestión sigue en disputa en 1929. El 30 de mayo de ese año hubo una reunión,
en Oviedo, entre el Gobernador Civil y los representantes de concejos
interesados. Estaban presentes además el presidente de la Diputación y el
diputado provincial Cadierno.
Allí
los comisionados de Pravia propusieron aportar un diez por ciento a fondo
perdido o como accionistas, si la empresa concesionaria aportaba el resto. Los
alcaldes de Cangas del Narcea, Muros, Belmonte y Pola de Allande estaban
conformes, discreparon los de Salas y Tineo.
La
cuestión parecía que iba relativamente bien. Tal es así que el 30 de agosto de
1929 volvieron a encontrarse y establecieron las cantidades que cada
ayuntamiento tenía que aportar:
Allande………………………
50.000 pesetas
Cangas
del Narcea………… 450.000 pesetas
Miranda………………………
50.000 pesetas
Muros
del Nalón…………….. 50.000 pesetas
Pravia……………………….
300.000 pesetas
Salas………………………...
150.000 pesetas
Tineo………………………..
250.000 pesetas
Diputación
Provincial……. 1.300.000 pesetas
Sin
entrar en más detalles, una vez más el ferrocarril se quedó en vía muerta. Los
desencuentros entre unos y otros no lo hicieron posible.
Como
colofón a esta intentona, añadir que el Ministerio de Gobernación, en 1930, no
autorizó la constitución de la mancomunidad entre la Diputación y los
ayuntamientos.
Aquí
no se acaba la historia, aún hay más.
El
9 de julio de 1931 el ministro de Fomento, Albornoz, visitó los concejos de
Cangas del Narcea, Allande y Tineo y cómo no, les ofreció el ferrocarril. El
Ayuntamiento de Tineo, en esta ocasión, objeta subvencionarlo al no pasar por
la capital del municipio.
En
1932 las Cortes deciden suspender las ayudas económicas del Estado para la
financiación de los ferrocarriles secundarios.
¿Punto
y final? Pues no.
En
la década de los cuarenta vuelven a las andadas y así en 1958 se habían
realizado obras en unos 20 kilómetros. Incluso abrieron dos túneles que hoy
todavía podemos ver desde la carretera entre Cornellana y Pravia. Su coste se
elevó a casi 32 millones de pesetas.
Los
incumplimientos, la negligencia y derroches estuvieron al orden del día. Los
políticos de aquellos años fueron incapaces de vertebrar las comunicaciones del
suroccidente. Estamos en 2016 y no hemos mejorado mucho.
El Suroccidente, ni tren ni tranvía by Santiago Pérez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.
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