Henning
Mankell sabía que se moría. ¡Qué tontería! Sabemos que cada día vivimos y
morimos. Él tuvo la certeza de que lo podía tener más crudo cuando se le diagnosticó
un cáncer en 2014. El 5 de octubre de 2015 falleció. Compartió su lucha contra
la enfermedad en Arenas movedizas.
Poco antes de su muerte presentó en Suecia Botas
de lluvia suecas.
Vejez,
enfermedad, muerte, deseo, relaciones familiares y de convivencia, violencia.
Eso es Botas de lluvia suecas, aderezado
– faltaría más en Mankell – con algo de crítica social y el hueco que siempre
deja para los emigrantes y la lucha contra la xenofobia.
Se
lee fácil aunque me pareció algo forzada.
La
historia personal de Fredrik Welin, y, sobre todo, la relación con su hija –
rarita ella – se entremezcla con los casos de los incendios provocados y con
las subtramas que pretenden dar complejidad al protagonista.
Fredrik
me resultó bastante antipático. Poco decidido, metomentodo y dado a establecer
prejuicios. Aunque bien pensado, esas suelen ser características muy humanas.
El caso es que me resultó desagradable en bastantes ocasiones.
Otro tanto me pasó con Louise, su hija. Mucho secretismo en su vida. Bastante rancia.
Otro tanto me pasó con Louise, su hija. Mucho secretismo en su vida. Bastante rancia.
La
verdad es que todos los personajes son bastante peculiares. Poco sociables, con
muchos misterios. El
que la mayoría sean personas mayores, algunos hipocondriacos, con vidas
solitarias en un territorio duro, no los hacen muy atractivos.
Muerte, destrucción, soledad y botas de lluvia suecas. Una metáfora - me refiero al título - tal vez de la sensación de pérdida al
tiempo que de búsqueda de algo añorado y de esperanza.
No
menos deseado es el amor, mezclado con el apetito sexual, de un septuagenario.
Bien pensado no se trata de amor, más bien de compañía, de ansia por compartir el último
tramo de la vida.
Los
ratos pasados con Kurt Wallander se merecen leer Botas de lluvia suecas. No sean tímidos. Al final la puerta se abre
a la esperanza…por poco tiempo, y eso es mucho.
Mankell se moría, lo sabía, siguió adelante. La escritura venció a la muerte.
Mankell se moría, lo sabía, siguió adelante. La escritura venció a la muerte.
Muerte y esperanza en Botas de lluvia suecas by Santiago Pérez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.
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