Invierno seco. A medio camino de la primavera la vegetación aún
hiberna. Días de altas temperatura con viento son los factores ideales para que
dé comienzo la temporada de incendios en Asturias, Galicia o Cantabria.
No son incendios producto de accidentes, son provocados.
Mientras escribo esto los helicópteros contraincendios no dejan
de sobrevolarnos. Una vez más el suroccidente de Asturias huele a humo.
Vuelvo atrás, no son pirómanos, son incendiarios. Gentes que
saben lo que hacen y para qué. ¿Motivos? Pues no voy a ser yo el que lo diga.
Quienes tienen toda la información no dicen nada por miedo a perder votos.
¿Hay tantos pirómanos en Asturias, Galicia o Cantabria? Pues va
a ser que no. ¿Cuáles son las causas entonces?
Cuando los incendios, intencionados, se producen en zonas
turísticas y cercanas a las costas se habla de intereses urbanísticos. Esta
imputación suele confirmarse cuando al cabo de un tiempo, no muy largo, se
empieza a construir.
Los Ayuntamientos se pasaron por el forro la legislación y venga
a cobrar tasas y lo que no eran tasas urbanísticas.
Una segunda causa, según lo que se nos cuenta, son los incendios
provocados por intereses madereros. Los árboles quemados se venden a un precio
mucho más barato por lo que hay quienes se benefician en grado superlativo.
Achacan un tercer motivo a la intención de crear pastizales,
sobre todo en las zonas interiores y de media montaña. En estos casos la
ocupación de estas zonas quemadas nunca cumplió los tiempos marcados por la
ley. Ahora, con la eliminación de los acotamientos, los incendios se han disparado. Eso es así de
cierto. Oigan, que en siete días en Asturias se produjeron 193 incendios y 61
conatos.
Por favor, les ruego que no me hablen de pirómanos.
Aprovechando las circunstancias hay algún político que, como el
gran visir Iznogud, quiere ser califa en lugar del califa y anda apoyando lo
que sea menester. Nada, cosas de miserables.
Oigan, esto lo dicen los que saben de estas cosas e investigan los
casos.
Hay otra causa, repito que según dicen, y es que algunos de
estos incendios están provocados para acabar con los animales salvajes que
tanto perjudican a los ganaderos y agricultores. Sobre todo en aquellos lugares
donde hay mucho matorral.
Pues bueno. Serán alguna de estas las causas, una o varias a la
vez. ¡Yo que sé!
La única certeza que tengo es que la inmensa mayoría son
incendios provocados por intereses económicos, no por pirómanos – la piromanía
es una patología -. Esos incendiarios – que a título informativo son aquellos
que incendian con premeditación, por afán de lucro o por maldad – nos están
jodiendo a todos.
Con su criminal acción ponen en peligro la vida de personas, no
solo de los bomberos – que ya sería demasiado – sino incluso las de sus vecinos
y las propiedades de otros. No contentos con esto, nos obligan gastar ingentes
cantidades de dinero en apagar los incendios y luego en repoblar.
Para rematar la faena sumemos los desastres medioambientales que
provocan. Y no solo. Los argayos en las carreteras son otra consecuencia que
nos afecta directamente a todos los ciudadanos.
Incendiario es sinónimo de delincuente. Así de claro. Luego
podremos hablar de otras cosas y de los males que pueden afectar a determinadas
zonas o sectores productivos, pero eso no se soluciona metiendo fuego a los
montes.
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