Un libro puede ser una gran
aventura o no. Un libro puede emocionarme o no. Un libro puede gustarme o no.
Pues menuda gilipollez. Cierto… o no.
Mis gustos o preferencias son las
que son y en esto de la literatura intento ir ampliando horizontes. Autores que
para unos son conocidos a mí me resultan un descubrimiento, lo cual no quiere
decir que siempre sea afortunado.
Uno de mis últimos hallazgos fue
Rabih Alameddine, jordano de nacimiento, que adquirió la nacionalidad libanesa. Creció
entre Kuwait y Líbano y a los diecisiete años se fue para Inglaterra, con
posterioridad se trasladó a Estados Unidos, a California. Al parecer ahora se
mueve entre Beirut y California.
La mujer de papel fue publicada en 2012. En diciembre de 2016 se
reedita ya que fue finalista del National Book Award en 2013 – uno de los
premios más prestigiosos de Estados Unidos - y ganó el Prix Femina 2016 a la mejor novela
extranjera. Total que tiene que ser una buena novela… o no.
Yo no sé si es buena o no. Gentes
con muchos conocimientos lo podrían decir, yo solo opino desde las sensaciones
que me provocan los libros, en este caso La
mujer de papel. Pues que quieren que les diga, me resultó frío. No me
emocionó. Podrá estar muy bien escrito – no soy quien para valorarlo – pero le
falta algo. Me pareció muy mecánico.
Otra vez caí y revisé las
opiniones de “críticos”. Más de lo mismo. La mayoría sueltan el mismo rollo que
les vendió la editorial. Es más, dudo que muchos lean los libros. Tienen montado
su negocio en esto de la “crítica literaria” y el resultado es el que es. Pues
bien, ellos nos cuentan y luego les hacemos caso o no. Otro tanto hago yo, eso
sí, mucho peor que ellos, desde luego. Para estos “críticos” La mujer de papel es un buen libro, un
gran libro. Conclusión: yo estoy equivocado, no supe apreciar sus bondades.
Hablando de críticos, me sigo
reafirmando en que Francisco García Pérez sí que es un crítico literario, un
gran crítico - irónico y socarrón -.
Joder, parece que me estoy justificando.
Pues no. Una pequeña digresión.
La anciana traductora de La mujer
de papel no me motiva. Da igual todas las menciones que hace de libros y
autores. Da igual que me cuente sus preferencias musicales, todas muy eruditas.
No me emociona.
Tampoco me produce cosquillas en
el estómago sus referencias a los conflictos libaneses, palestino-israelíes.
Nada, no hay forma. Es que no me puso
ni siquiera cuando Aaliya sostiene un AK-47 para defenderse. ¿Era un AK-47?
Creo que sí.
Ni su pobre vida, en sentido
literal, pero eso sí pletórica de libros – ya lo dije - me conmueve, ni sus
traducciones ni su… No lo cuento. Ya saben, el que quiera conocer la historia
tiene que leerlo. Nada. Me quedo frío. La guerra contada aquí no me enerva. Lo
siento, pero no.
No es la única vez que Alameddine
se pone en la piel de una mujer. En Yo,
la divina también lo hizo. Pues vale. Como recurso no digo yo que no esté
bien, aunque habría que preguntarse ¿lo logró? Dicen que sí. Pues eso.
Tiene más de estadounidense que
de libanés. ¿Y cómo lo sé? Pues… No conozco a ningún libanés pero sí sé como
son los americanos, aunque sea por las películas. El rigor ante todo.
Alameddine ¿vivió las guerras del
Líbano? Si lo hizo se quedó muy corto. Las guerras provocan en quienes las
vivieron unas imágenes tensas, fuertes. Aquí no las encontré.
Aaliya cuenta su historia en
primera persona ¿es verosímil? Se supone que sí, le dieron el Prix Femina.
Tal vez si lo leo en otra ocasión
lo vea de manera diferente. ¿Lo haré? Pues…o no.
No me hagan caso. Pasen por una
biblioteca pública o su librería preferida y léanlo. Comprobarán que yo estoy
equivocado.
La mujer de papel o el prescriptor de libros by Santiago Pérez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.
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