Últimamente mis lecturas,
novelas, no me dejaron muy satisfecho. Cosas que pasan. Me abstengo de hablar
de ellas. Me fui en busca de una policiaca y me tope con El último barco de Domingo Villar.
Que no les asuste el tamaño. Son
707 páginas, con letra grande, lo cual se agradece un montón.
Domingo Villar nos cuenta que
fueron ocho años “en los que este libro fue tejido y destejido varias veces”. Imagino
que los éxitos de Ojos de agua y La playa de los ahogados habrán tenido
que ver en ello. ¿Mereció la pena? Sí, a mí me gustó. Me enganchó y en tres
días ventilado.
El paisaje y las gentes me
resultaron muy cercanos. Galicia es tierra conocida y querida. La gastronomía de la tierra me
gusta.
La trama gira en torno a la
desaparición de una mujer, Mónica Andrade, y los esfuerzos de Leo Caldas y su gente
por descubrir lo sucedido.
Un padre posesivo, un comisario
agradecido, un incordio de periodista, un ceramista, un luthier, una profesora
de dibujo, un genio diferente del dibujo, el amor de unos padres, un inglés amante de la fotografía, un policía visceral que consigue cabrear a
todos los perros… son los personajes más destacados tras Caldas. No puedo
olvidar al padre de Leo, muy importante en su vida, y cómo no, hay un malo,
pero de ese no digo ni mú.
Con un lenguaje sencillo Domingo
Villar nos mete en situación. Conocemos todos los pasos que se dan en la
investigación, nada se esconde. Vamos realizando el mismo recorrido que el
inspector. Villar nos muestra los caminos que emprenden y hasta los que no
conducen a ningún sitio. Conjeturas, hipótesis igual que aparecen, desaparecen.
Los personajes no solo forman
parte de la trama principal, cada uno tiene su pequeña historia en la que Domingo
Villar se detiene sin que por ello sufra la novela ni la intriga.
El paisaje, con la ría como eje,
es algo más que un elemento de relleno. La ría, la comida, el vino, los
compañeros de Caldas, especialmente Estévez, y su padre conforman el mundo del
inspector, que en esta ocasión se verá perturbado con una nueva e inesperada
incorporación.
Todo transcurre sin sobresaltos.
Ese pequeño y tranquilo mundo en el que se mueve el inspector, con la ciudad de
Vigo y su entorno, se palpa en la novela. No tiene una acción trepidante, ni
falta que le hace. Quien no se aparta de la tensión es el propio Leo Caldas,
aunque parece que su vida toma un nuevo rumbo…
Lo mejor que pueden hacer es leer
El último barco. No merece la pena hablar más. Les gustará. Lo encontrarán
entretenido.
Lo podrán encontrar en su biblioteca pública o librería preferida.
El último barco, otra investigación del inspector Caldas by Santiago Pérez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.
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