Cada vez que leo u oigo a los dirigentes de los grandes organismos
económicos mundiales proponer alguna receta económica me revuelven las tripas.
Son unos miserables.
La última de esas propuestas miserables fue la de Mario Draghi,
presidente del Banco Central Europeo (BCE), quien no se cortó a la hora de
plantear que los bancos podrán llegar a aplicar tipos de interés negativos.
Vamos, dicho en lenguaje que todos entendamos: que los bancos cobren a los clientes
por sus depósitos.
Aprovechó para mandar otro recadito a los responsables de las políticas
fiscales que “deben jugar su papel” para que progrese la economía, lo que
traducido significa más rebajas y prebendas fiscales para los más ricos.
Está claro que los irresponsables dirigentes bancarios los tienen más
grandes que el caballo de Espartero.
De momento, el presidente de la Asociación Española de Banca (AEB), José
María Roldán, ha dicho que no piensan aplicarlo.
Mario Draghi cobra más de 400.000 euros al año y el vicepresidente de
BCE, Luis de Guindos más de 335.000 euros.
La presidenta del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine
Lagarde, pidió para España moderación salarial, flexibilidad, despido más
barato y subir el IVA. Su sueldo y extras para gastos personales la hacen
superar los 600.000 euros anuales.
El FMI no es un banco, es una organización financiera que corta el bacalao en los países en desarrollo y en las crisis financieras.
El FMI no es un banco, es una organización financiera que corta el bacalao en los países en desarrollo y en las crisis financieras.
Christine Lagarde, señora plagada de virtudes, fue condenada en Francia
por “negligencia en la desviación de fondos públicos”. El caso se remonta a su
época de ministra de Economía, Finanzas, Industria y Empleo siendo Sarkozy
presidente de la República francesa. Lagarde concedió una indemnización de 403
millones al empresario Bernard Tapie, muy cercano al presidente Nicolas
Sarkozy.
El presidente del Banco Mundial, David Malpass, tiene también muchos
conejos en la chistera. Cobra más de 500.000 dólares anuales.
Malpass fue asesor de Donald Trump, lo cual ya explica mucho.
Curiosamente antes de ocupar este cargo se manifestó en contra de este tipo de
instituciones internacionales. No es partidario de las regulaciones, quiere un dólar fuerte y bajos impuestos. En
fin.
Si repasamos los dichos y actuaciones de los gobernadores del Banco de
España (BE), no libra ni uno. Han demostrado ser unos incompetentes en el
desempeño de sus funciones. Su principal misión, la del BE, es la supervisión
de los bancos nacionales cosa harto demostrada que no hicieron. Los
gobernadores del BE se dedican a asustar al personal y destilar ideología
liberal a troche y moche.
El actual gobernador, Pablo Hernández de Cos, sigue la línea de sus
antecesores. Una de sus últimas lindezas fue la de la “falta de capacidad de
ahorro de los hogares” y su “elevado recurso al crédito para financiar su
consumo”. Para evitar males mayores propone retrasar más la edad de jubilación
y recortar las prestaciones en función de la esperanza de vida.
¡Los tiene más grandes que el caballo de Espartero!
El anterior gobernador, Luis María Linde, también se lució. Fue el que
dijo que las viviendas en propiedad de los pensionistas tenían que servir para
la mejora de las rentas de jubilación. Pedía moderación salarial, estaba a
favor de las pensiones privadas y quería flexibilizar aún más los contratos.
Aseguró que la subida del salario mínimo interprofesional sería malo para la
creación de empleo.
Este buen hombre ganaba en 2017 178.245 euros repartidos en catorce
pagas de 12.721 euros mensuales. Y este salario lo heredó su sucesor. Eso sí,
Linde tiene derecho a cobrar el 80 por ciento de su salario durante los dos
años posteriores a su mandato, es decir, 142,596 euros al año. No está mal la
indemnización.
No es el único. Ya Miguel Ángel Fernández Ordóñez cobró una
indemnización de 348.751 euros entre 2012 y 2014. Y este es el mismo que no se
enteró de la llegada de la crisis ni de lo que estaba pasando en la banca
española.
¡Olé sus cojonazos!
Se atreven a hablar de recortes o de ahorros para aquellos que no llegan a veinte mil euros anuales, que son una gran mayoría de ciudadanos. Su labor no es la de un servicio público, aunque lo que cobran sí es dinero público. Defienden los intereses de las grandes empresas y los más ricos del planeta o de España.
Se atreven a hablar de recortes o de ahorros para aquellos que no llegan a veinte mil euros anuales, que son una gran mayoría de ciudadanos. Su labor no es la de un servicio público, aunque lo que cobran sí es dinero público. Defienden los intereses de las grandes empresas y los más ricos del planeta o de España.
No me merecen ningún respeto. Son unos miserables. ¡Uy, qué cosas digo!
No es políticamente correcto llamarles miserables. Ah, ya, pero sí lo es que
nos jodan la vida con sus medidas.
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