Reencuentro con Philip Marlowe

Una vez más -¿la última?-  Philip Marlowe se sobrepone al encanto de una mujer. El detective Marlowe no pudo sustraerse a la fascinación por Clare Cavendish pero eso no será motivo suficiente para obnubilar su razonamiento.

El duro ha vuelto.

Benjamin Black, seudónimo de John Banville (Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2014), es el responsable de dar nueva vida al famoso detective en la novela La rubia de ojos negros. Los herederos de Raymond Chandler (1888-1959) le hicieron el encargo.

No falta ni uno de los ingredientes de Marlowe ni de la novela negra. Desde la clienta joven, rica, hermosa y que le mete en un lío, hasta la crítica a esa sociedad opulenta que bajo una capa superficial esconde mucha porquería. No puede faltar, y no falta, el enfrentamiento detective-policía.

Philip Marlowe sigue siendo un bebedor contumaz, de bourbon pero también de cócteles. Amante del ajedrez. Cínico. Irónico. Insobornable. Solitario. Aborrece la violencia (no suele llevar armas) y a los violentos. Sensible con los desgraciados y desfavorecidos.

Un duro que no puede dejar de serlo aunque siempre tiene un atisbo de ternura.

Black/Banville creo que captó muy bien el sabor de la novela negra americana. Desde el comienzo, cosa rara, supe que me iba a gustar. Una descripción al inicio de la novela me lo decía: “Miró hacia la izquierda – debía de haber sido una niña muy buena – y entonces cruzó la calle soleada, avanzando con elegancia sobre su propia sombra”. Fue suficiente. No me equivoqué.

Como las buenas novelas de este género tiene su punto de acidez, crítica, misterio. Su lectura es amena y rápida (326 páginas con buena letra).

Al ser el narrador el propio Marlowe el punto de ironía se acentúa, lo cual yo agradezco.

Black/Banville hizo alguna concesión a lo políticamente correcto: “y encendió otro cigarrillo cancerígeno” No recuerdo, pero no me parece a mí que el Marlowe de Chandler se plantease algo así. Bueno, la cosa no es tan grave.

Lo dicho, me encontré con una novela negra, con un personaje conocido que no me chirrió y que además me entretuvo.

Para mí una buena novela.

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