Eso
de la gran cocina puede resultar, en ocasiones, un poco pretencioso. La realidad, a veces, llega a reducirlo a
algo pequeño y no muy bueno. La cocina, la de verdad, tanto en su vertiente más
innovadora como en la tradicional, debe cumplir dos funciones, a mí entender:
satisfacer el hambre y estimular los sentidos.
Hay
quien se estimula con un cachopo que desborda el plato. ¡Y nada de perdonar el
postre! Otros necesitan que un solícito camarero les explique lo que van a
degustar para saborearlo.
Bien,
nada que objetar.
Otra
categoría son los cursis, pero a esos los dejo de lado. Abundan en ese mundo de
las perolas y más aún en el de los vinos. ¡Anda que no hay entendidos!
Ya
no se trata de dar de comer, ahora además hay que ser mediático, aún en
detrimento de lo que salga de los fogones.
A
pesar de esa saturación de chefs mediáticos, algunos ya ni siquiera se
denominan cocineros, hay una enorme cantidad de personas que hacen de la cocina
su vida. Una de ellas es Ángela Pérez García, cocinera de Casa Emburria (El
Crucero-Tineo).
Ángela
lleva entre cacerolas treinta años. Ella se denomina guisandera, de hecho es
una de las integrantes del Club de las Guisanderas. Pote de berzas, fabada,
caza, frixuelos o arroz con leche, la cocina tradicional, son sus
especialidades, pero no solo.
Les
cuento.
Del
10 al 13 de marzo se celebra en Tineo la VI Ruta del Pincho. Participan catorce
establecimientos, uno de ellos Casa Emburria.
Ángela,
como todos los años, se puso a la faena. Y no fue fácil. Tuvo que pensar que
pinchos iba a presentar y cómo. Un mes le llevó. Probó con uno y con otro hasta
dar con lo que quería. Manel, su marido, lo confirma: “muchas noches se
despertaba dándole vueltas a los pinchos”.
Este
año en vez de dos hizo tres, uno para los niños.
El
resultado final de ese trabajo es precioso. Te los comes con los ojos. Para el
sabor tendrán que venir y probarlos.
Voy
a intentar explicárselos.
Al
primero de ellos lo ha llamado “Crustáceo crujiente”. Su aspecto externo es el
de una vieira. Es de hojaldre. En su interior lleva una crema de puerros y
gambas con salsa de almejas sobre la que pone una vieira o una zamburiña
cocinada a la plancha. La parte externa, y con el fin de resaltar el
“caparazón”, lleva un batido de huevos y pistachos. Lo introduce en el horno
unos cuatro minutos para que solidifique.
Presenta
el pincho en una bandeja de cristal con adornos marinos y unas salsas.
Precioso.
El
segundo pequeño manjar lo denominó “Habanito”. Su apariencia es lo que están
pensando: un puro habano. No olvida ni la vitola, comestible desde luego.
El
“Habanito” es un puré rojo con Chosco de Tineo. El puré está compuesto de ajo,
pimentón dulce, mantequilla y nata, al que se añaden dados de chosco. Todo ello
envuelto en un canutillo de pasta filo. La presentación la realiza en un
cenicero al que no le falta la ceniza, confeccionada con carbón comestible y
azúcar glasé. La brasa del puro, que la tiene, está elaborada con pimiento del
piquillo. La vitola es de harina de arroz.
Les
aseguro que está logrado del todo: es un puro.
Para
los más pequeños Ángela ha diseñado un “Velero”.
El
pincho va montado en una lata de sardinas. Está compuesto de patata rota
emulsionada con aceite. Además lleva una alita de pollo cocinada a baja
temperatura. Estas alitas las introduce en el horno durante cuatro horas para
poder sacarles el hueso sin que se rompa. A continuación la fríe, con aceite
fuerte, para que quede dorada. No se acaba aquí el pincho. Fríe una yema de
huevo rebozada en pan rallado. Eso sí, la mete en el sartén con el aceite muy
caliente durante ocho segundos, ni uno más ni uno menos. Esperen que no sé
acabó. La yema la cubre en parte con un alioli blanco, simulando la clara del
huevo.
Les
dije que este pincho se llama “Velero” ¿verdad? Es porque lo parece. Le pone
una vela decorada con el cartel de esta VI Ruta del Pincho, es comestible.
Los
niños se van a pirrar por él. Bueno, y los no tan niños.
Para
el final dejo el precio. Los dos primeros cuestan 2,50 euros, el último 2
euros.
¿Compensa
el trabajo? Ángela no lo duda: “a mí me compensa, a pesar del esfuerzo es una
satisfacción”
¿Y
por qué no participas en el concurso de pinchos de Asturias? “Me da corte
presentarme ante esos cocineros tan importantes”. Y lo dice convencida, con toda
la humildad, como si ella no fuera una gran cocinera. Lo es, vaya que sí.
Ya
saben, en Tineo, en la VI Ruta del Pincho, pueden degustar 33 pinchos más. Yo les reseñé
estos, ustedes descubran los demás.
Tres delicias que no necesitan plato by Santiago Pérez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.
No hay comentarios:
Publicar un comentario