Desde
el 26 de octubre de 2015, con la aprobación y firma del Real Decreto de
disolución de las Cortes y convocatoria de elecciones, estamos en campaña
electoral. ¿O van a decirme que no?
Hemos
pasado unas elecciones, el 20 de diciembre de 2015, tres meses de
encuentros-desencuentros estériles, el 3 de mayo se firmó el Real Decreto de
disolución del Congreso de los Diputados y del Senado y de convocatoria de
elecciones, y ahora seguimos en las mismas que en octubre del año pasado.
¡Estoy
encantado! Siete meses en los que primó el interés general de los ciudadanos.
Ahora nos piden que votemos con coherencia e ilusión.
Hay
que reconocer que algo se mueve.
Podemos
e IU, al fin, se dan el sí. Ciudadanos intenta estar en el fiel, lo intenta pero
no lo consigue. El PSOE navega en procelosas aguas y el PP naufraga en la
Gürtel, Púnica y un sinfín de tramas. Tengo que aclarar que en estos casos de
corrupción están implicadas personas que ya no pertenecen al PP o bien que aún
no han sido acusadas en firme de nada. ¿Es así el latiguillo? No importa el
número. No importa que se apelliden Barberá, Rato, González… No importa nada.
Todas las encuestas les dan como ganadores. ¡Oe, Oe, Oe, Oeeeeee!
En
primer lugar, nos explicarán cuales fueron las causas por las cuales no
llegaron a acuerdos para gobernar el país. Tras estos meses que estuvieron
debatiendo cosas muy trascendentes, apelarán a la necesidad de medidas urgentes
para sacar al país de la crisis. Nos recordarán las necesidades, muy
acuciantes, de muchos ciudadanos.
¡Cuánta
razón tienen!
Desde
ahora hasta el 26 de junio nos hablarán, por ejemplo, del Plan Nacional de
Transición Energética (PNTE) y de un sistema energético descarbonizado. Habrá
otros que apelen a la defensa cerrada que han realizado de este sector. Lo
veremos. Y eso lo explicarán muy clarito en Asturias y León.
Oigan
que nos ilustrarán sobre el gasto público en relación con el PIB (Producto
Interior Bruto). Incluso cifrarán una reducción en los servicios públicos
generales y al mismo tiempo un incremento en educación, sanidad o prestaciones
sociales.
¡Milagro!
¡Milagro!
Estoy
seguro que van a reformar las contrataciones temporales y las de tiempo
parcial. Es más, si me apuran, hasta caerán las dos reformas laborales.
¡Menudo
alivio!
El
sistema bancario será otro centro de atención. Nos van a devolver el dinero con
que los saneamos e incluso se podrá discutir sobre la necesidad de una banca
pública.
¡Me
acuerdo de nuestras cajas de ahorros! Hoy son bancos privados con expedientes
de regulación de empleo.
Nos
contarán que el Salario Mínimo Interprofesional hay que mejorarlo, luego Rosell
les recordara a todos que de eso nada. Lo de la renta complementaria es harina
de otro costal.
La
Ley de Dependencia será dotada con dinero y todas las personas con derecho a
ella la cobrarán antes de morirse.
Por
haber habrá un cambio constitucional. Unos irán hacia el federalismo. Otros
hacia el debate para modificar los marcos políticos, territoriales, económicos
y lo que sea menester. Alguno dirá que cuidadín y otro que ni mentar eso de los
cambios.
Transparencia,
democracia, acabar con la corrupción, con los paraísos fiscales, con la maldad
en el mundo, con la pobreza y la desigualdad. Con lo que se les ocurra a
ustedes y sobre todo a ellos.
Ya
pudimos leer que alguno, parodiando aquello de ¡A las armas, ciudadanos! de la Marsellesa, reconoce que “La gran coalición a la alemana, con Rajoy de presidente era imposible”. Dejó un
aviso para el futuro: “con Rajoy completamente aislado, Sánchez
se ha colocado hábilmente en el centro del resto y ha intentado lo que tenía
que hacer, un acuerdo de mínimos con los demás, a su derecha y a su izquierda”.
Dos días después de esta declaración tan centrada
se entiende eso otro de “¡Puedo prometer y prometo decencia, puedo prometer y
prometo diálogo, puedo prometer y prometo dedicación!”.
Me temo que nos esperan días de muchas salidas de
tono, exabruptos y descalificaciones barriobajeras. Las explicaciones, los
debates de programas, la ideología y todas esas milongas serán dejadas de lado.
Eso no interesa y además aburre al personal.
Los niños están asustados, saben que van a ser
objeto de deseo de los candidatos: no hay nada como la imagen de un aspirante a poltrona con un niño.
Tras
cuatro años de gobierno del PP y de inoperancia de la oposición, tras cuatro
años de esperanza de cambios en los viejos y esperanzas en los nuevos, me veo
huérfano. Los despropósitos campan en todos los solares.
¿A
quién voto yo?
¿A quién voto yo? by Santiago Pérez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.
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