El tiempo, el control del tiempo,
ha sido siempre una obsesión del ser humano. Detenerlo, retroceder o avanzar en
él ha sido motivo de elucubraciones científicas, literarias o cinematográficas.
Da igual, los intentos han sido infructuosos. El devenir resulta imparable y,
finalmente, fatídico.
El intento de recrear un pasado
puede resultar, además de anacrónico, absurdo o ridículo. Sin embargo, hay
emulaciones simpáticas y agradables.
Si nos hablan de un mercado jipi
no nos extraña demasiado. Tampoco debería.
Hemos llegado a aceptar como “buenos” esos que llaman mercados
medievales.
En fin, un falso historicismo a
disposición de la economía.
De aquel movimiento libertario
poco queda. Sucedáneos sí, patas negras, algunos. El tiempo, siempre el tiempo,
se los ha llevado por delante.
Queda algún vestigio de última
hora que puede distinguirse – y no son pruebas definitivas – por los
pendientes, tatuajes, la forma de vestir o el canuto en la mano. Ellos, los que
conservan la cabeza tupida, pueden lucir una coleta. Sí, coleta. Estoy seguro
que más de uno se pensaba que era un signo de rebeldía reciente. ¡Pobrecitos
míos!
La mayoría son neojipis. Gentes
con estética retrojipi pero eso sí, con ropa de marca.
Jipis, mercado jipi, y la cabeza
se nos va directa a Ibiza. ¡Curioso! El transcurso de los años no ha
desprendido a esta isla de esa aura. En Es Canar se celebra
todos los miércoles un Hippy Market (sic).
El batiburrillo es importante.
Mucha gente. Muchos puestos de venta, eso sí, todo muy “flower power”. Huele a
cuero, sándalo, cremas solares, sudor. La música de los 60-70 ¡del siglo
pasado! se embarullan con ritmos étnicos.
Gentes de acentos varios se
entremezclan. Pieles blancas y negras se rozan. Luego la banda cromática se
amplia: sonrosado, rosado, rojo, tostado o carbonizado.
Se bebe cerveza, zumos, agua y
esa cosa oscura azucarada. Algún vendedor ceba mate.
Los inicios de este mercadillo se
remontan a 1973. En la actualidad es un negocio alejado de cualquier otra
connotación. Da igual, muchos, muchísimos, turistas lo recorren y las ventas
están garantizadas.
Otro rescoldo jipi es la fiesta
de los tambores de Benirrás. En ese sancta
santorum se celebra cada domingo, en los meses de verano, la puesta de sol
a ritmo de tambores. Allí mismo se pueden adquirir objetos confeccionado por
ellos.
¿El resto de los días cómo
despiden al astro rey? Y claro, en invierno hay poco que agradecerle, calienta
poco.
No digo yo que no queden, seguro
que sí. Yo no los vi o no los supe ver.
Por cierto, una tarde contemplé
como un viejo jipi - de tal iba - compraba, por montones, unas baratijas. No me atrevo a
asegurar que luego las revendiese como artesanales. No, no lo afirmo.
La nostalgia está muy bien pero
hay que comer todos los días. Lo del amor libre pues… yo qué sé.
Hippy Market by Santiago Pérez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.
No hay comentarios:
Publicar un comentario