Publicado en La Nueva España el 15 de marzo de 2017
Periódicamente
Facebook se llena de anuncios del estilo: “Por el presente comunico a Facebook
que tiene prohibido difundir, copiar…”, y el personal se queda tranquilo. Da
igual que nos digan que no sirve para nada, nosotros erre que erre.
Es
comprensible, queremos preservar nuestra intimidad y no vamos a permitir que
una multinacional nos fastidie. Máxime ahora que también controlan WhatsApp.
¿Se acuerdan de la que se montó cuando se dijo que WhatsApp compartiría con
Facebook nuestro número de teléfono? Pues nada, igual que vino se fue la “bronca”.
Lo
dicho, el número de teléfono es privado. Eso sí, luego hay personas que lo
ponen a la primera de cambio en el muro de su face (Facebook abreviado para los amigos) y además público.
Contamos
nuestros viajes, comidas, fiestas, enfermedades, separaciones, muertes… ¡Y
queremos intimidad! Pues bien.
Miren,
recuerdo que en la década de los 80 del pasado siglo - ¡uf! - fue tema de
discusión, en España, la colocación de cámaras de vigilancia en las vías
públicas. Muchos argumentaron que con ellas se perdería intimidad; los que
estaban a favor hablaron de seguridad. Hoy están por todos los lados. Calles,
tiendas, centros comerciales, organismos públicos y privados… ¿Dónde no las
hay? Si es que hasta en la entrada de los aparcamientos nos fichan.
Ya
nadie se plantea su existencia. Es por nuestra seguridad.
Las
compañías de telefonía tienen la obligación de “conservar los datos generados o
tratados en el marco de la prestación de servicios de comunicaciones
electrónicas o de redes públicas de comunicaciones” y pueden ser requeridos por
mandato judicial. Pueden tenerlos almacenados hasta dos años después de
producirse la comunicación. Oigan, y esto es por Ley.
¿Qué
garantías tenemos de su borrado? ¿De la confidencialidad?
Todo
sea por nuestra seguridad.
¿Saben
ustedes dónde comieron el 28 de junio de 2013? Si pagaron con tarjeta su banco
sí que lo sabe.
Cualquier
transacción electrónica queda registrada. ¿Por cuánto tiempo? Ni idea. ¿Eso
cómo se regula? Ni idea.
Un
momento ¿me quieren explicar entonces cómo es que no se controla el fraude de
los que están forrados? Es todo un misterio. No se me ocurrirá hablar de transacciones
ilegales o fruto de la delincuencia.
Los
bancos garantizan la seguridad de nuestras operaciones, las suyas no las
controla nadie.
Consumo
eléctrico: controlado digitalmente; de agua más de lo mismo.
Hoteles,
tiendas, perfumerías, restaurantes, etc. poseen información de una parte de
nuestras vidas. Todos aseguran que mantienen en el anonimato nuestros datos. ¡Y
un jamón! Por eso nos llega publicidad de empresas con las que no hemos tenido
contacto jamás o llamadas telefónicas de no sé quién ofreciéndonos gangas.
Ya
no quiero imaginar la información que posee sobre nosotros el señor Montoro,
perdón, Hacienda. Cruzan todos los datos y ahí estamos. Nuestra vida al alcance
de un clic.
La
proliferación de leyes de excepción es ingente, pero ya saben, es por nuestra
seguridad.
De
lo que no sabemos ni hablamos.
¡Defendamos
en Facebook – el gran sedante social – la privacidad!
La seguridad ante todo by Santiago Pérez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.
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