La mayoría de las novelas negras
o policíacas que leemos son bastante suaves. Pueden tener su dosis sangrienta
pero por lo demás son políticamente correctas. En el caso de las españolas
tenemos bastantes ejemplos de policías o bien correctos o un poco, poquito,
rebeldes, pero en líneas generales nada que nos sobresalte. Otra cosa bien
distinta son las narconovelas, entre las que se encuentra Ella entró por la ventana del baño, del mexicano Élmer Mendoza.
El autor nació en Culiacán, Sinaloa,
y en esa ciudad es catedrático de Literatura en la Universidad Autónoma de
Sinaloa. Lo explicito ya que eso implica que Mendoza nació, vive y trabaja en
una de las zonas más peligrosas de México, territorio del cártel más importante
del país, el Cártel de Sinaloa o Cártel del Pacífico y por lo tanto tiene un
conocimiento directo de lo que es el narcotráfico y sus consecuencias.
Élmer Mendoza está considerado el
padre de la narcoliteratura, si no lo es demuestra ser un hijo con grandes
dotes para el género.
Ella entró por la ventana del baño, título que no me gusta nada, es
la sexta entrega protagonizada por Edgar Mendieta, conocido por todos por el
Zurdo Mendieta o el Zurdo.
El Zurdo Mendieta es un detective
de la Policía Ministerial del Estado de Sinaloa en Culiacán. En esta ocasión
tiene que atrapar a un ex militar, Sebastián Salcido, el Siciliano, que tras
pasar veinte años en la cárcel quiere vengarse del policía que lo encarceló.
Paralelamente recibe un encargo extra y bien pagado para encontrar a una mujer,
un antiguo amor de un empresario moribundo.
Para la resolución de ambas
historias, que acabarán convergiendo, el Zurdo tendrá la ayuda de su amiga
Samantha Valdés, jefa del cártel del Pacífico. Las relaciones entre policías,
militares, políticos y narcotraficantes no es cosa de las novelas, sabemos por
las noticias que nos llegan desde México que es una realidad.
La novela es muy realista. No hay
medias palabras o insinuaciones. Tiroteos, balaseras, entre narcos, policías y
militares, todos contra todos, al parecer forma parte de la vida mexicana y así
se recoge. La corrupción de policías y militares se plasma sin estridencias ni
juicios de valor. Está ahí, se cuenta y listo.
Mendieta no se fía de casi nadie
y por eso recurre a su amiga narco. Es una relación de camaradería en la que se
juegan la vida frente a otros policías y militares corruptos. Desde luego el
Zurdo no es una monja de la caridad, pero dentro de ese mundo putrefacto
conserva unos «principios». Le ayuda un amigo, policía también, apodado el
Gori. Es un torturador policial que disfruta haciendo su trabajo.
La novela tiene su parte erótica.
El empresario moribundo, Ricardo Favela, rememora la relación amorosa con una
mujer desconocida veinte años atrás y de la cual nunca supo nada, es la que
quiere volver a ver antes de morir.
En Ella entró por la ventana del baño no hay grandes descripciones, no
las necesita. La acción es rápida. Frases concisas, claras, van aportando todo
lo que necesitamos los lectores para ponernos en situación. El lenguaje directo
de la calle da aún más intensidad y realismo a la novela. A eso se suman los
giros y expresiones mexicanas que en ocasiones nos hacen frenar en la lectura y
tirar de diccionario, todo ello, imagino, con el fin de abundar en la
verosimilitud de la narración.
Lo dicho, nada que ver con
nuestras novelas policíacas. Si les apetece leerla pueden poner como fondo
musical un narcocorrido para entrar más en ambiente.
Si quieren hacer este viaje
acérquense a su biblioteca pública o librería más cercana.
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