La proliferación de noticias
sobre inversiones en el occidente se han incrementado de forma notable. Hablan
de millones de euros y de reactivación económica que no vemos por ningún lado.
Y no se trata de que sean planes que todavía no se han ejecutado, es que cuando
se lleven a la práctica no generarán empleo estable por lo que su eficacia se
podrá medir a escala estadística pero sin repercusión en la población.
La última noticia que leí hacía
referencia a los fondos Next Generation destinados a financiar el plan de
Recuperación, Transformación y Resilencia del Gobierno de España, con un monto
de 86 millones de euros, de los cuales 73,6 se destinarán a rehabilitar las
zonas degradadas por la minería del carbón. Así se restaurarán los destrozos
realizados en Cerredo, Buseiro y Tormaleo, por empresas privadas que en teoría
tenían que haberse encargado ellas de las obras de reacondicionamiento.
Se destinarán algo más de
setecientos mil euros para que mujeres del occidente y desempleadas se formen
en capacidades digitales, emprendimiento y desarrollo rural. Vamos, lo de
siempre. Casi trescientos mil euros para itinerarios orientados a la inserción
laboral. Un millón para renovar el equipo de tomografía axial y algo más de
seis millones para planes Territoriales de Sostenibilidad Turística. Y alguna
cosa más en la que no se especifican cantidad alguna.
Como comprenderán unos pocos
puestos mientras se realizan los trabajos y luego nada de nada. Pan para hoy,
hambre para mañana.
En resumen, gasto corriente para
cuestiones que había que hacer sí o sí. Suena a broma de mal gusto y a tomadura
de pelo.
El Gobierno de España ha remitido
una carta al presidente de Asturias – bueno, a todos los presidentes - para que
participe en la elaboración de la adenda al Plan de Recuperación. Para que
nadie se lleve a engaños, las inversiones deberán reforzar la autonomía
estratégica de España en cuanto a la seguridad energética, agroalimentaria,
tecnológica y digital. Lo demás va a ser papel mojado.
Cuando se habla de inversiones en
el occidente es todo así. Con ellas no se estabiliza población ni mejora la
economía de la comarca y mucho menos se crea empleo estable que de confianza a
la población.
Revisando noticias de hace un
tiempo me tope con una que tenía olvidada. Es una publicada el 12 de diciembre
de 2021. El titular de La Nueva España decía:
«Un gran tubo de 122 kilómetros dará de beber al Oriente de Asturias desde
Tineo». En su momento la leí, pero se me fue.
El coste de la obra ascenderá a
190 millones de euros, eso a día de hoy, luego se duplicará o triplicará.
Según Juan Cofiño, vicepresidente
asturiano, la ejecución se iniciará en 2022. Con este plan pretenden paliar las
deficiencias de agua que tiene el oriente de Asturias. No me extraña que les
falte agua, sobre todo en verano. El incremento de la población en la época
estival produce esos desajustes. Es lo que tiene el turismo desbocado y de
masas.
El agua se captará en el embalse
de Soto de la Barca (Tinéu) y la llevarán hasta la estación potabilizadora de
La Ablaneda (Corvera) y desde allí al oriente. En su caso servirá también para
abastecer el centro de Asturias.
Una vez más, el suroccidente se
convierte en suministrador de materias primas. En la noticia no se habla para nada
de posibles compensaciones. Esa agua va a tener un coste para los consumidores,
cuyo beneficio va a ir a manos privadas ya que el suministro de agua está
privatizado en la mayoría de los concejos. No parece importar que un bien estratégico
de primera necesidad, tan escaso y lo va a ser mucho más, esté en manos privadas.
Las concesiones suelen ser a largo plazo.
Todas las noticias que nos llegan
van por el mismo camino, el occidente, y sobre todo el suroccidente, quedan
reducidos a unos territorios donde exprimir los recursos minerales, hídricos y
eólicos. Para mantener esas infraestructuras no hace falta mucho personal, pero
eso sí, a las empresas explotadoras les dará unos magníficos beneficios.
Con todos los planes que nos han
dicho que van a realizar no salimos del atolladero. El tiempo pasa muy rápido,
seguimos perdiendo población, el saldo vegetativo es negativo, y la creación de
puestos de trabajo es mínima y no compensan ni de lejos los perdidos. El
occidente asturiano, de seguir así, está abocado a una despoblación brutal.
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