7 oct 2025

Realismo mágico en la Guerra Civil española


 


  A los lectores, a muchos, hablarnos de realismo mágico es traernos a la memoria a García Márquez y Cien años de soledad. No nos extraña ni el término ni la forma en que está narrada la novela. No es el único representante de ese movimiento literario, ahí se incluyen a Alejo Carpentier, Miguel Ángel Asturias o Arturo Uslar Pietri entre otros.

  Sobre la Guerra Civil española hay muchas obras históricas y también literarias, pero si les digo que hay una novela que para narrar la historia de la Guerra Civil lo hace alterando la realidad con la estética del realismo mágico me imagino que les sorprenderá. A mí sí. No recuerdo ninguna. Pues bien, hoy quiero hablarles de una que lo hace, La península de las casas vacías, escrita por David Uclés, editada por Siruela. Lo sucedido en la Guerra Civil es difícil de asimilar por quienes no la vivimos y al introducir el realismo mágico como elemento expresivo la truculencia bélica se atenúa, al menos así lo vi.

  Uclés tiene 35 años y hasta ahora era un autor desconocido.  La península de las casas vacías anda por la décimo octava edición y lleva vendidos más de ciento cincuenta mil ejemplares. Tiene 700 páginas y consta de 120 capítulos, muchos de ellos con solo dos páginas. La documentación en la que se basó el autor fue exhaustiva y realizó más de veinticinco mil kilómetros para visitar los lugares de los que habla. Aparecen muchos personajes históricos. El autor ha confirmado que se va hacer una serie, pero dada las características de la novela me resulta harto complicada.

  La novela tiene un narrador que es mucho más que omnisciente, ya saben, ese que lo sabe todo y conoce las acciones presentes, pasadas y futuras de los personajes y la trama. En este caso el narrador es un personaje más, y muy relevante, que interactúa con el lector y con otros personajes. Tiene su punto cómico e irónico, incluso un poco mandón.

  El recurso del realismo mágico no sé si fue algo premeditado. La comenzó a los diecinueve años y tardó muchos años en finalizarla. A esa edad es inevitable recoger influencias de otros escritores, ¿este fue el caso? No lo sé. Tal vez comenzó siendo algo espontáneo y al ver que le funcionaba continuó por esa senda. Así y todo las influencias son evidentes. La presencia del citado más arriba, García Márquez, es clara. Al igual que Cien años de soledad con la familia Buendía  La península de las casas vacías tiene ese nexo en la familia Ardolento, una larga familia que al final de la guerra quedará reducida a cuatro miembros.

  Otra referencia nítida es a José Saramago y La balsa de piedra, obra en la que la Península Ibérica se desgaja de los Pirineos al igual que sucede en la novela de David Uclés. No son las únicas.

  Hay menciones a personajes reales con los que el narrador llega a tener una conversación, como es el caso de Franco en el capítulo cincuenta, entre las páginas 248 a 253.

  Uclés nos acerca al mundo rural, ya casi olvidado para la mayoría. Recoge usos y costumbres que nos resultan extrañas, al igual que un amplio número de términos en desuso que me hicieron tirar de diccionario bastantes veces.

  Como ya está dicho las referencias históricas son constantes y el autor nos acerca a momentos aun más duros del conflicto entre españoles. Así nos recuerda la matanza de Paracuellos o la «Desbandá», columna de civiles que huía de Málaga y que fue masacrada por la aviación y buques de guerra franquistas. En esa barbaridad fueron asesinados entre 3 000 y 5 000 civiles.

  Me estoy refiriendo a la Guerra Civil española, a España, David Uclés no se refiere así a ella, él la denomina «Iberia» y a sus pobladores «íberos». ¿Acaso pretendía realizar un cierto distanciamiento? No lo sé. Una licencia más.

  El autor tiende a una equidistancia entre los bandos contendientes, aunque no lo consiguió. Parte de una realidad histórica terrible. Hubo unos promotores que con una violencia extrema bañada en sangre acabaron con la democracia y esos fueron Franco y aquellos que secundaron su golpe de Estado.

  Las guerras civiles son lo peor que le puede ocurrir a un país, sus consecuencias se perpetúan varias generaciones, tenemos el claro ejemplo de la Guerra Civil española, que todavía hoy hay quienes se niegan a reconocer que fue un golpe de Estado, y peor aun, si cabe, que defienden el franquismo. Así, en La península de las casas vacías podemos leer una frase que refleja lo sucedido, y que desgraciadamente sigue estando presente: «Lo más peligroso de una guerra muchas veces no es la lucha armada contra el enemigos político, sino el ajuste de cuentas con los que te rodean» (pág. 108). En el caso de España esos ajustes de cuentas duraron muchos años tras la finalización de  la guerra. El historiador José Álvarez Junco calculó que Franco fusiló a unas 40 000 personas en periodo de paz, firmó diez penas de muerte diarias durante diez años tras finalizar la guerra.

  Franco se ganó, merecidamente, la fama de ser sanguinario y cruel. En la novela se recoge una frase que aunque no se ajuste a la realidad no debió alejarse de ella, dice así: «¡Quiero que todas las tropas moras corran hacia el enemigo y acaben con él de una vez! - ¿Todos? Con todos mis respetos, mi general, va a ser una carnicería. - ¿Qué coño haré con tanto moro después de la guerra?» (pág. 367).

  David Uclés se lo trabajó, de eso no hay duda. El resultado parece que ha sido bueno a tenor de las ventas y eso para una novela de setecientas páginas, que puede asustar, no está nada mal. Sin parecerme una obra sobresaliente la leí con ganas. Los recursos que utilizó no son novedosos por lo que por esa vía no destaca. En conjunto es una novela entretenida. Tengo curiosidad por ver lo que da de sí Uclés. Léanla sin apriorismos.


 

 

 

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