Publicado en La Nueva España 1de septiembre de 2022
Llegó el momento inevitable. Toda
una vida dedicada a un trabajo intenso y absorbente y va a poner fin a cuarenta
y cuatro años de profesión, de los cuales treinta y seis en el hospital comarcal
Carmen y Severo Ocho de Cangas del Narcea. Se retira, más bien lo retiran,
tengo la sensación que por él aún seguiría. Se encuentra bien y se le ve muy
bien. Es el doctor Rodolfo Abella Blanco (Oviedo, 1952), jefe de servicio de
traumatología de ese hospital.
Rodolfo Abella es un hombre
apasionado por su profesión. Los años no le han hecho perder empuje y da un
poco de envidia verle con esa vitalidad a sus setenta años.
Tiene en su cabeza la historia
del hospital. Lleva en él desde el primer momento, se inauguró el 27 de junio
de 1986. Recuerda que en aquellos primeros momentos se encontró con todo por
hacer y carecía de personal necesario para cubrir el servicio de traumatología.
Así y todo lo puso en marcha y ese esfuerzo inicial y ver como se iba consolidando
su equipo sirvió para que el doctor Abella reforzase sus lazos afectivos y
profesionales con el hospital, tanto que han durado esos treinta y seis años.
No es poco cosa la estabilidad
que ha conseguido en su servicio. El hospital Carmen y Severo Ochoa se
caracteriza por tener una movilidad muy elevada en su personal, mantener la
continuidad de los facultativos es complicado y, sin embargo, Abella lo ha
conseguido. Ha logrado otra cosa aún más difícil, que ese equipo le respete y
aprecie.
Rodolfo Abella es un hombre
agradecido y así resalta el apoyo que tuvo en todo momento del doctor Antonio
Murcia, entre otros. Asimismo señala el trabajo tan importante que llevan a
cabo los médicos de familia y a pesar de ello considera que los tratan como a parias
de la medicina.
Les voy a confesar algo que no es
conocido fuera del ámbito hospitalario, el doctor Abella ha sido uno de los
pilares de este hospital, y no me estoy refiriendo al aspecto clínico. Su
valentía a la hora de hacer frente a decisiones políticas alejadas de las
sanitarias es reconocida por quienes conocen los entresijos del centro
sanitario.
Le pregunto, no podía ser de otra
manera, por la actualidad de su servicio y del hospital en general. Está
bastante satisfecho ya que actualmente operan mucho más. La pandemia tuvo sus
efectos negativos, pero ahora están trabajando a un ritmo muy alto.
En líneas generales considera que
el hospital Carmen y Severo Ocho cuenta con una cartera de servicios adecuada,
aunque menciona dos carencias que considera importantes, la falta de un
servicio específico de gastroenterología y otro de cardiología. Una población
tan envejecida como la comarcal se ve más afectada por patologías de esas
especialidades.
Le comento la preocupación
existente entre la población por lo que consideramos incumplimientos para
enviar médicos de sustitución con el fin de cubrir las necesidades, tal y como
se había prometido por los responsables políticos, y confirma que es cierto que
se están produciendo. Así pone de manifiesto que algunos servicios están
desatendidos, puesto que solamente cuentan con un especialista, como es el caso
de Urología y Otorrinolaringología. Cuando descansan o se produce una baja no
se presta la atención y los pacientes tienen que ser derivados al HUCA.
Como buen conocedor del hospital
destaca que no se cubren las plazas de la plantilla orgánica y sigue dándose
preferencia a otros hospitales con plantillas más holgadas.
El doctor Abella es consciente de
las peculiaridades de la población a la que atiende este hospital, envejecida,
dispersa y sin transporte público que los acerque al hospital, lo cual hace que
el compromiso e implicación de los médicos sea mayor si cabe. Es más, afirma
que en ese hospital realizan una medicina social debido a las condiciones socioeconómicas
de la comarca, no siempre comprendidas desde la capital.
El hospital del suroccidente
siempre fue el último de la fila, lo dice el doctor y yo lo secundo. La
adecuación tecnológica ha sido un problema constante a lo largo de los años,
aunque es cierto que se ha mejorado mucho.
En su dilatada carrera le
llegaron cantos de sirena que nunca escuchó, es carne de quirófano. Aceptó, en
su momento, el cargo de Presidente de la Sociedad Asturiana de Traumatología,
pero hasta ahí llegó.
Tiene una espina clavada muy
hondo y que aún supura: la huelga de médicos de 2012. La recuerda con dolor y
se sintió agraviado profesionalmente, al igual que sus compañeros, y no guarda
un grato recuerdo de quien fuera consejero de sanidad en aquellas fechas.
Va a tener una jubilación muy
ocupada. El espectro de sus aficiones es amplio: lectura, filosofía, derecho o
economía están entre sus preferencias. Pero entre todas destaca la música,
especialmente la ópera. Habla francés, espera retomar y mejorar su inglés, y
ampliar su nivel de ruso. ¡Cómo lo leen, ruso! Me sorprende y le pido que me
aclare ese interés.
Lo del ruso le viene por un tío
carnal que fue niño de la guerra y además tiene tres primas que nacieron en la
actual Ucrania. Estuvo en Rusia, todavía URSS, realizando dos cursos de ruso en
Leningrado y allí conoció a la escritora Monserrat Roig, de quién fue amigo.
Rodolfo Abella es una caja de sorpresas.
Cuarenta y cuatro años de carrera
profesional y setenta años de vida dan para mucho más y él los ha pasado con nota.
El 1 de septiembre sus compañeros realizarán
un pequeño acto de despedida en el hospital; el día 5 será su última jornada
laboral y el 11 de noviembre, en el Parador de Corias, se celebrará una cena
homenaje.
Termino con una reflexión que
realizó al final de nuestra larga, y muy amena conversación: « Los médicos
están muy comprometidos con este hospital y eso tienen que tenerlo claro la
población y los políticos. Yo creo que los médicos de este hospital dieron
mucho y lo siguen dando con gran generosidad por su parte. Eso hay que
compensarlo de alguna manera, la población con cariño y apoyo y la
administración con su cuidado. Que no nos tengan descuidados de la mano de
Dios. No digo que los de Cangas cobren más que otros, pero que cuando se
estropee un aparato que no nos tengan ahí sufriendo a la población y a
nosotros».
Feliz jubilación y mejor vida,
doctor.
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