28 dic 2022

Hablando de un tal González y un tal del Molino


 


  Cuando un escritor tiene que dar explicaciones sobre el contenido de su libro es por algo. En el caso de científicos o historiadores, por ejemplo, pueden aclarar metodología, fuentes, etc., pero este no es el caso. El autor, en la primera página,nos aclara que «esto no es un libro de historia… ni una crónica periodística, ni un ensayo político. Aquí se novela una parte de la historia de España (de 1969 a 1997)… (pág. 13).
  Estoy hablando de Un tal González de Sergio del Molino. Por el título y la fecha ya habrán deducido que trata de la vida política de Felipe González.

  Se puede incluir esta novela en lo que algunos denominan novela documental o de «noficción». No pude dejar de pensar en Javier Cercas. Sergio del Molino, al igual que Cercas, toman etapas o momentos de nuestra historia reciente y la cocinan a su modo y manera. Del Molino nos cuenta que ha consultado infinidad de fuentes, realizados viajes para hablar con testigos de la época, pero los lectores tenemos que creerlo como sí se tratase de una cuestión de fe. No cita ni bibliografía ni fuentes, claro no es un ensayo o libro de Historia. Ahí está la trampa y la forma de escudarse ante las posibles críticas.

  Un tal González me parece una hagiografía en toda regla. Por su edad, 41 años, Sergio del Molino ha crecido en democracia, cuando Felipe llegó al poder tenía tres años. Para los que acumulamos unos años Felipe González es Felipe. Parece que el autor ha descubierto gracias a su «documentación» para el libro la «obra felipista». Como buen converso se ha enganchado al personaje.

  Quienes quieran conocer la etapa del gobierno socialista presidido por Felipe González no lo harán con rigor leyendo este libro. Como ya he dicho son todo alabanzas. Desde el primer momento el autor se postula como defensor del político, tanto desde la toma de poder en el PSOE como en su acción de gobierno. Hasta en las cuestiones más oscuras de esa etapa, con la corrupción o el tema de los GAL, del Molino encuentra justificación y siempre los culpables son los otros. Es de sobra conocido que Felipe se enteraba de muchas cosas por la prensa (es un ironía), Sergio – discúlpenme la confianza – se lo creyó a pies juntillas.

  A los críticos con el felipismo, pasados y presentes, les ajusta las cuentas. De las críticas siempre sale bien parado su ídolo.

  Sergio del Molino es un tipo listo y va,poco a poco,dándonos pequeñas pinceladas con las que intenta encubrir su posicionamiento inicial. Así nos dice: «A comienzos de 1974, el partido era una secta izquierdista con exceso de acumulación ideológica y mucho más pasado que futuro» (pág. 58). Sergio, si algo caracteriza, o caracterizaba, a los partidos de izquierda es una ideología muy clara, que nunca fue algo excesivo. Tal vez el alejarse de su ideología es lo que ha provocado el alejamiento de los ciudadanos de esos partidos. Y sí, faltaría más, Felipe puso remedio a esa situación. Esa es la conclusión a la que llega el autor.

  Asimismo, del Molino resalta el papel personal de Felipe en todos los cambios. Tanto el partido socialista, en su mayoría, como los ciudadanos sucumbieron a la figura del líder carismático, que ciertamente lo era. Veamos lo que nos cuenta Sergio: «Le habían entregado el país entero para que ejecutase ese cambio. Se lo habían dado a él. No votaron al PSOE, votaron a Felipe. Ningún otro candidato habría ganado como ganó él» (pág. 168). Es decir, del Molino concede todo el mérito al líder, personaliza en él todas las bondades. Ya sabemos que la exaltación del personalismo deviene en populismo y reduce a los afiliados de los partidos a meros comparsas.

  Los gobiernos socialistas estuvieron sometidos a grandes presiones desde la derecha política y mediática. Los más jóvenes u olvidadizos podrían pensar que lo de hoy es nuevo. Pues no. En aquellos años se emplearon a fondo. Es más, algunos periodistas se asociaron con una única pretensión, derrocar a Felipe González por el medio que fuera. Así se demostró. Se les llamó el «Sindicato del Crimen», ahí es nada.

  Les recuerdo que se trata de una novela en la que hay una base real en las referencias a personas y hechos, lo que bien utilizados da pie a la manipulación. Ya que dio explicaciones al principio del libro lo justo hubiese sido que reconociese que es su opinión sobre unos momentos y un personaje concreto. No lo hizo por lo que el libro se quedó reducido a un panegírico.

  Para acabar permítanme un par de ejemplos de esa exaltación de  Un tal González. Vean: «No hay que olvidar o hacer de menos la ordalía de los últimos años, ni negar que hubo corrupción ni guerra antiterrorista, pero el logro histórico es tan descomunal, inverosímil y milagroso que no se emborrona por lo que los malos cronistas llaman las sombras» (pág. 359). Poco más y pide la canonización de Felipe.

  Para rematar del Molino aventura el devenir de la Historia: «Felipe González es la figura política española más importante del siglo XX, pero no se apreciará así hasta que muera» (pág. 360). No seré yo quien diga lo contrario, pero tampoco voy de adivino.

  Lo mejor que pueden hacer es leer Un tal González, pero para saber lo que sucedió acudan a libros  escritos por historiadores. Lo podrán encontrar en su biblioteca pública o librería preferida.

  Una recomendación final, los libros siempre son un buen regalo.

 



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