La que han liado con el Niemeyer.
El dinero está gastado. La infraestructura está ahí. Ahora toca rentabilizarlo
socialmente. Toda esa algarada pública no viene a cuento. Lo único que están
consiguiendo es herirlo de tal manera que no sabemos sí será capaz de
recuperarse. Déjenlo ya y gestiónenlo.
Paralelamente a esta trifulca
política, que no es otra cosa que quítate
tú que me pongo yo o, en el peor de los casos, apártate que aquí hay
negocio y tiene que ser para mí. Sea lo que sea, es triste, deplorable y
descorazonador.
Vamos a ser optimistas ya que la
disputa ha servido para que parte de la sociedad asturiana se pregunte ¿qué es
la cultura? ¿para qué sirve? Si fuésemos capaces de ponernos de acuerdo en esto,
sería todo un triunfo.
Tal y como están las cosas hoy,
hablar de cultura es… no se qué es.
Por si alguien tenía dudas, lo
clarificó el suplemento semanal de El País hace una temporada: portada para
Belén Esteban. Protestas a mansalva y justificación del periódico. Leyendo el
artículo, que lo leí, es que hubo momentos en que me dio penita. Pobrecita.
¡Puaj!
Solo oímos mentar cuestiones
culturales para endilgarnos el último
best seller o una magna exposición –costosísima eso sí. Resumiendo, cultura
es igual a dinero. Se invierte mucho, se gasta otra pasta gansa en publicidad y…
van cuatro gatos. Sin exagerar. Es cierto que algunas exposiciones son visitada
por muchas personas. Pero eso sí, tienen que haber salido muchas veces en
televisión y entonces sí es cultura.
Fíjense en esos programas de divulgación cultural, entrevistas o
actualidad a las que se han abonado los políticos. Eso también es cultura.
Cuando ellos van… por algo será.
Otro indicio para saber que es
cultura y que no. En función del número de museos de un pueblo o una comunidad
autónoma lo sabremos. No importa que al cabo del año entren mil personas. Un
museo es un museo.
Sí en vez de un museo le ponemos
de nombre centro cultural, entonces es el acabose. Anda, que si además le
llamamos (nombre de famoso) uf, orgasmo intelectualoide.
Esto no es nada. ¿Qué pasaría si construimos una ciudad de la cultura? Mi
neurona está a punto de explotar de placer. El arte al alcance de todos y para
todos. ¿Puede el cerebro eyacular? Ahhhhhhh, placer infinito. Allí podremos pantojear y rockefellear. Acabo de entrar en éxtasis. ¿Será cosa de un poltergeist caudillista? No lo se, pero
quiero más.
La decisión de cargarse CNN plus
y ponernos Gran Hermano es de lo mejor que nos podía haber ocurrido. ¡Tanto
remilgo y tanta gaita! Gabilondo era un peñazo. Menudo listillo.
Pongámonos serios, pero sin
pasarnos. Ya en la UNESCO
se consensuó que “la cultura da al hombre la capacidad de reflexión sobre sí
mismo”. ¿No les parece suficientemente importante?
La definición de cultura es tan
amplia como son los intereses de las personas. No hay que divagar tanto.
Cultura es un gran espectáculo musical, teatral… pero también lo es el que
ofrecen las pequeñas compañías teatrales asturianas, los grupos musicales
(clásicos o modernos), las creaciones de pintores, escultores, escritores o las
personas que con métodos artesanos trascienden la utilidad de los objetos y los
convierten en otra cosa, a lo mejor no útil pero si artística. Danza, diseño de
joyas, moda, cartelería y un sinfín de expresiones humanas conforman lo que hoy
podemos denominar cultura. No nos olvidemos de las manifestaciones realizadas
en formatos digitales. Eso también es arte en cuanto expresa sentimientos,
emociones, pasiones, fobias o cualquier otro sentimiento humano. Creo que ahí
comienza la diferencia entre el arte –la cultura- y los útiles. Todo lo demás
es discutible. Bueno, esto también, faltaría más.
Nada de ponerse sesudo ni citar a
eruditos de aquí y de allí. Lo que procede es que en Asturias nos aclaremos y
definamos prioridades.
Tenemos algo más de un millón de
habitantes y deseamos que la cultura sea un agente dinamizador de nuestra
sociedad y de la economía regional. Bien, ninguna objeción. Estamos de acuerdo.
Hay cosas que no podemos cambiar.
El Niemeyer esta ahí, también La
Laboral , el Calatrava o el Valey. Grandes inversiones en
infraestructuras que ahora hay que dotar de contenido. Oigan, pero no nos
olvidemos del Teatro Palacio Valdés, de Avilés. Este teatro lleva muchos años
siendo pionero en estrenos teatrales. Es un ejemplo magnífico de cómo con poco
dinero se puede rentabilizar un espacio cultural. Lo de Antonio Ripoll es la
leche. Eso es gestión. Discreto, prudente, pero con unos resultados asombrosos.
Vean, copien y aprendan de él. No, que no me dejo en el tintero al Jovellanos.
Está muy bien el apoyo a los
megaconciertos, la ópera, las grandiosas exposiciones pero, por favor, no se
olviden de mantener dignamente a las Bibliotecas Públicas, el teatro, la
pintura, escultura, la música y todo aquello que huela a cultura y, como no, a patrimonio histórico. Les pido otros
dos favores, que el mantenimiento del patrimonio, lo cual apoyo sin dudas, no
lastre la cultura de hoy ya que será el patrimonio de mañana y que no se
olviden de que hay además un mundo rural.
Yo también apoyo al Niemeyer.
El Niemeyer, la cultura y Avilés by M. Santiago Pérez Fernández is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
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