¿Qué tiene de especial un comedor
de pipas? ¿Qué son los momos? Ni idea. Cuando me puse con La moral del comedor de pipas, la última novela de Pedro de Silva e
ilustrada por Álvaro Noguera, no las tenía todas conmigo. No le veía yo
sustancia. Eso fue al principio. Le dí una pequeña oportunidad y todo empezó a
encajar. Ya no la dejé. Me reí, me puse serio, me gustó.
Intentar clasificarla creo que es
una tontería. ¿Una metáfora? ¿Una distopía? Pues llámenla como les de la gana.
La novela es, en principio, un absurdo total. Según avanzas piensas que de
absurdo no tiene tanto pues son muchos los momentos en que te das con la
realidad. La aparente deformación no es tal ¿o sí? ¡Qué más da! Absurda,
lúcida, irónica, simpática, procaz, provocadora, evocadora, infantil, madura…
Está narrada en primera persona
por el protagonista, Luca. Su abuelo, el de Luca, tiene importancia en su vida,
empezando por el nombre y que fue quien le suministró los refranes. “Mi abuelo,
que ya he dicho que era un lector tan fiel que lo había sido de un solo libro,
igual que (según decía mi padre) siempre fue de una sola mujer…” Ah, no
mencioné que Luca es la abreviación de Lucanor. Queda explicado.
Luca está metido en una guerra
con los momos. Ya respondo. Los momos son “una abstracción en estado puro”.
Está claro, bueno, no tanto. No está solo en esa lucha, tampoco son muchos, se
pueden contar con los dedos de una mano. Entre el anodino trabajo y su lucha
transcurre la vida de Luca.
También está Leti, su pareja, y
otras. Esa es otra historia que conocerán si leen el libro.
El amor está… el sexo es
importante: “Esto, desde luego, me daba mucha tranquilidad, pues lo que nos
cuelga del bajo vientre es muy caprichoso, un músculo fuera de control del
cerebro, algo así como un pelotón de soldados que anda a su aire por el frente,
sin atender las órdenes del estado mayor, y un día ganan una batalla perdida,
pero otro se tiran a la bartola y cae el frente completo”. Filosofía pura. Y es
que la filosofía es importante y si no vean: “Como esa fue la primera vez que
oí la palabra filosofía le pregunté qué era, y ella, que no debía de tener
pajolera idea, se marchó farfullando algo del aceite que tenía en la sartén
echando humo y del puto niño. Mi madre es así de directa, por decirlo de algún
modo…” Lo dicho.
Voy a descubrir un secreto: “El
comedor de pipas no hace daño a nadie, se muestra tal cual es y deja un rastro
que lo identifica claramente”.
Que no se me olvide: los dibujos
de Álvaro Noguera son chulos.
No es un libro para comentar, hay
que leerlo, dejarse atrapar. El último párrafo de la novela puede ser todo un
tratado de vida que cierra una historia no tan loca. La guerra de Luca no se
terminó. Seguro que hay partisanos que siguen en la lucha y quien sabe si nosotros
no somos los momos.
En su biblioteca pública o librería
preferida lo podrán encontrar. Acompáñenlo de una buena bolsa de pipas.
El comedor de pipas y los momos by Santiago Pérez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.
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