22 feb 2016

Allande y Grandas, de cerca


Publicado en La Nueva España el 20 de febrero de 2016

La mayoría de los asturianos hemos visitado Llanes, Ribadesella o Covadonga y ¿Pola de Allande  o Grandas de Salime? Que cada cual se responda.

Eso de la lejanía y las malas carreteras es una disculpa. ¡Anda que no se hacen kilómetros - y qué kilómetros - para subir a los Lagos de Covadonga!

Olvídense de las prisas, no las necesitan.

Hagan un pequeño recorrido conmigo, el de la AS-14 de Pola de Allande a Grandas de Salime.

Cuando lleguen a Pola de Allande, dense un respiro. Deambulen por la villa atravesada por el río Nisón. Nadie les apura. Si han madrugado repongan fuerzas.

Nada más salir de la capital del concejo se inicia la subida del Puerto del Palo. Disfruten de la ascensión. Cuando lleguen al alto, si no hay niebla, tendrán unas vistas magníficas. No falta el parque eólico de turno. Ya forman parte del paisaje del occidente astur.

El Palo está descarnado y sin embargo, resulta hermoso. Los tajazos de las pistas que lo atraviesan le dan un aspecto más llamativo. Al poco de iniciar el descenso veremos Montefurado, pueblo en mitad de la nada. Visto desde arriba les llamará la atención su ubicación.

No verán muchos coches, pero no se apuren. La escasez de tráfico es un aliciente en el recorrido.

Cuando lleguen a la altura de Lago deténganse y háganle una visita al tejo situado al lado de la iglesia.
Continuando ruta se toparán con Berducedo. ¿Otro café?

Sigue la bajada hasta dar con el río Navia y el embalse de Grandas de Salime, pero antes hay una parada obligada: San Emiliano. Desde la AS-14 hay un desvío a la derecha, está bien indicado. Unos ochocientos metros y llegarán a este precioso pueblo. No se lo pierdan.


Piedra, pizarra, hórreos, paneras. Sobre todos destaca la Casa de la Torre, que la datan allá por el siglo XVI. La iglesia, situada al lado de esta casa, la catalogan, en su origen, en el románico.

Al margen de estas dos construcciones, todo el pueblo tiene su encanto. Las casas no se quedan a la zaga en cuanto a belleza. Inexcusable recorrer todas y cada una de las caleyas.

Fíjense y podrán ver que algunos hórreos están decorados con trísqueles y otros símbolos.

En el pueblo viven catorce personas. Cuando llega el verano la cosa cambia, los oriundos que conservan casa se acercan con sus familias. San Emiliano revive.


A la entrada del pueblo, junto a la antigua escuela, me encontré con alguno de los vecinos. Estaban esperando al médico de Berducedo. Una vez cada cuatro semanas se desplaza hasta San Emiliano para “dar” recetas. Comprueben las líneas de transporte público y lo entenderán.
Niños no hay. El más joven del lugar tiene 52 años. Todos jubilados.

No hay vacas. Mejor dicho, quedan dos en una casa. La miel, la huerta para autoconsumo, kiwis, algún naranjo y limonero y ahí se acaba. Por cierto, la miel de esa zona es muy rica.


El pueblo fue declarado Conjunto Histórico Artístico y Pintoresco el 3 de mayo de 1971, según reza en una inscripción colocada en la primer casa que nos encontramos.
Les dará pereza dejar San Emiliano.

Continúen sin prisa. Ya saben, el tráfico no les agobiará.

Muy cerca se encuentra el embalse de Salime y su central hidroeléctrica. La verán desde la carretera.
La obra inició su andadura en 1946. Su construcción fue toda una odisea. Sirva de muestra que tuvieron que construir un teleférico de 36 kilómetros de longitud, que partía del puerto de Navia, para transportar materiales hasta la presa.


Pero este embalse y central hidroeléctrica destaca, además, por sus aspectos artísticos. En este aspecto, la mano - e ingenio - de Joaquín Vaquero Palacios y de su hijo, Joaquín Vaquero Turcios, sirvió para elevar de categoría este centro industrial.
Indaguen un poco y verán las sorpresas que le depara. Realizan visitas guiadas.

Parada a parada, el día va pasando.

Un poco más allá se encuentra Grandas de Salime.

La visita obligada es el Museo Etnográfico. Este tampoco se lo pueden perder.
Los más mayores recordarán, los más jóvenes conocerán. Les atenderán espléndidamente.


La iglesia ocupa el espacio central, y más destacado, del pueblo. Aquí ejerce Alejandro, cura que fue de Soto de la Barca y Tuña durante muchos años. Esta profesión también está en horas bajas. Alejandro, además de Grandas de Salime, se ocupa de Pesoz, San Martín de Oscos y Villanueva de Oscos. Vamos, que se pasa la vida en el coche.

¿Ya han repuesto fuerzas? Incluso puede que hayan comido.


Unos kilómetros más allá se encuentra el castro de Chao Samartín y su museo. No pasen de largo. Eso sí, comprueben los horarios de visita.

Cuando se den cuenta el día estará acabado.

Esto es una aproximación a esa zona. Les gustará y querrán conocerla mejor. Háganlo. Su cuerpo se lo agradecerá y su mente también.

Aunque estén un poco lejos, solo un poco, merecen una visita. Si puede ser, dense tiempo y disfruten de un par de días, no les defraudará. Hay mucho más que ver.

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