13 may 2020

Para qué vamos a cambiar


  En más de una ocasión he manifestado mis deseos de qué se produjeran cambios en nuestra forma de vida. Siempre matizo e incluso ironizo y acabo viéndolo como una aspiración inalcanzable. Pues bien, no vamos a cambiar. No lo digo por pesimismo, es por constatación.

  Es cierto que la mayoría de la población ha cumplido las normas del confinamiento, ahora bien, ¿cuántos lo han hecho por imposición? ¿cuántos lo harían por voluntad propia?

  Escuchando a los políticos y a muchos medios de comunicación parece que hemos sido un ejemplo de prudencia, solidaridad, civismo y no sé cuántas cosas más. ¡Hasta hemos salido a las ventanas! Eso sí, copiando a los italianos que por aquí no somos muy dados a inventar. Ah, también se han confeccionado mascarillas por las casas. Venga, sí, hay personal que hizo cosas interesantes y guapas.

  Miren, la idiocia es una puñetera enfermedad, luego están los que entrenan para idiotas. De estos últimos hemos visto un montón. En lo peor del contagio afloraron los desaprensivos y por ahí siguen. Alrededor de ochocientas mil sanciones han puesto por incumplir el estado de alarma desde el 14 de marzo. Calculen las infracciones que no se han detectado.

  No somos muy dados a cumplir normas cívicas. ¡Qué digo! alardeamos de saltarlas. Ni siquiera en esta ocasión, en la que nos puede ir la vida, algunos son capaces de actuar de forma educada. ¿Qué piensa esa gente? No lo sé. Soy incapaz de comprender esas actitudes. No es que no piensen en los demás, ¡no piensan ni en ellos mismos ni en los suyos!

  Son incapaces de utilizar mascarilla, lavarse las manos de forma regular o mantener la distancia física necesaria y ¿con ellos queremos cambiar el qué? Asaltaron las calles en tropel, no hablemos de las terrazas de los bares, se montaron fiestones y no sé cuántas cosas más, ¡cómo para cambiar nada!

  Los cambios sociales necesitan tiempo – las revoluciones son otra cosa – y sobre todo deseo mayoritario de cambiar. Tiene que existir una confluencia de intereses comunes que inclinen la balanza hacia ese lado, que sirva para presionar a los partidos políticos y  les obligue a modificar sus prioridades.

  Nada de eso se está produciendo. No hay el más mínimo interés por alterar esta realidad que en teoría gusta a muy pocos. El personal quiere volver a la situación anterior, como si no hubiese pasado nada. Pues han cambiado muchas cosas. Lo primero, y más importante, los muertos. Ha sido terrible y siguen muriendo. En segundo lugar, hemos comprobado las deficiencias de nuestra forma de vida, en todas sus facetas. No importa, se comportan como niños con una perreta: ¡quiero volver a la normalidad! Y lo dicen totalmente convencidos.

  Los picaros y los sinvergüenzas están sacando provecho de la situación. Bueno, esos siempre lo hacen. Los idiotas eran, son y seguirán siéndolo. Estaban muy a gusto y quieren volver a aquella vida cuanto antes. Lo quieren ya. Total, son otros los que se mueren. ¡Sálvese quien pueda!

  Nada va a cambiar. Pequeñas transformaciones a lo sumo. Volveremos a las andadas.

Licencia de Creative Commons
Para qué vamos a cambiar by Santiago Pérez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.

No hay comentarios:

Publicar un comentario