19 may 2025

Política, incredulidad ciudadana y extrema derecha

 

  La política es imprescindible para convivir, y me refiero en democracia. En regímenes dictatoriales, autoritarios o totalitarios el poder reside en una persona o grupos sociales determinados sin participación ciudadana con escasa o nula posibilidad de crítica al poder. Las democracias liberales, como la nuestra, no son perfectas, pero sin duda son la mejor forma de gobierno que conocemos.
  En la actualidad el descrédito de la política, especialmente de los políticos, ha sido clave para la presencia creciente de los partidos de extrema derecha en la sociedad y las instituciones. Las ilusiones y expectativas creadas y no cumplidas por la Transición, por ejemplo en España, fueron el primer detonante de las deserciones ciudadanas de la política. El paso del tiempo no mejoró esa imagen y la crisis del 2007-2008 solo hizo que incrementarla de forma notable. Hoy es tal la animadversión ciudadana hacia lo políticos que son aceptados antes los bulos y mentiras que las informaciones verídicas y datos reales.
  La presencia de la extrema derecha en la vida política - y social, no se nos olvide – se hizo notar en los años finales del siglo XX. Nunca se fueron, pero a partir de ahí se hicieron fuertes y han avanzado tanto en resultados electorales como en apoyo a sus proclamas.
  El primer mandato de Trump fue un estímulo para esos grupos radicales, el segundo advenimiento del presidente estadounidense ha sido la guinda del pastel extremista. Esto es así, el propio Trump deja bien claras cuales son sus preferencias electorales en el mundo, todas de extrema derecha, pero no debemos olvidarnos de otro actor: Putin. Está demostrada la injerencia de Putin en los comicios europeos e incluso en los de Estados Unidos. Siempre escorado a la extrema derecha, por supuesto.
  Aquí hago un inciso. Me resulta curioso que personas, y partidos políticos, de izquierda, de más a la izquierda, sean tan benevolentes con Putin. Sus querencias por la Rusia soviética parece que han transmutado a la Rusia de Putin sin un ápice de crítica. Ni siquiera con respecto a la guerra que se montó contra Ucrania ha sido motivo de reproches, cuando los hacen es con la boca pequeña. ¡Allá ellos y sus nostalgias!
  Las derechas se han ido escorando hacia postulados de los extremistas. Elección tras elección han comprobado como la extrema derecha les ha ido comiendo terreno y solo han sido capaces de apuntarse a gran parte de su programa. Así las derechas, española y europeas, se han adentrado en el proceloso camino de la inmigración, solo para criticar no para dar soluciones, o en el tema recurrente entre ellos del aborto, los impuestos, más de lo mismo, y demás temas de siempre, pero elevando el tono con un lenguaje faltón, plagado de insultos donde las mentiras y bulos conforman su argumentario.
  La izquierda, la socialdemocracia, sigue noqueada y no sabe como hacer frente a esa avalancha que cada día que pasa gana más adeptos entre los ciudadanos. ¿Motivos? Seguro que son muchos, tantos como personas, pero lo que parece evidente es que los desengaños y la carencia de soluciones democráticas a los problemas reales han creado esa desafección ciudadana. Eso unido a la falta de un relato que se contraponga al de la derecha extrema y la extrema derecha están arrinconando a los partidos de izquierda. Y ese no es el verdadero problema, lo peor es que están calando en la sociedad conductas, comportamientos e ideas antidemocráticas. El machismo, la xenofobia, racismo, homofobia cada día está más presente, para desgracia de todos, en nuestra sociedad que se está volviendo intransigente, desconfiada y cada vez más individualista.
  Ayer, 18 de mayo, hubo elecciones en tres países de la Unión Europea, Polonia, Portugal y Rumanía. En los tres la extrema derecha obtuvo unos buenos, muy buenos resultados, poniendo en serios aprietos a los partidos de la derecha y a los socialistas. Los ciudadanos les han «comprado» esos discursos que tanto se parecen y que tienen entre sus diatriba principales la inmigración como causante de los males que nos aquejan.
  Trump, Musk y Putin, entre otros de su ralea, influyen a través de las redes sociales haciendo circular bulos y mentiras descaradas. Sus campañas mediáticas son tan apabullantes que a los más críticos nos hacen dudar en ocasiones y a los más ingenuos les convencen. Luego están esos conspiranóicos, descerebrados y malas personas carentes de humanidad que se encargan de echar más gasolina a las barbaridades que esos popes propagan.
  Resulta doloroso comprobar como muchos, muchísimos jóvenes, dan por buenas las dictaduras, ellos que tienen plena libertad de opinión o desplazamientos, que nunca han vivido, afortunadamente para ellos, en una dictadura y ahora se creen esa descomunal mentira de que en una democracia se vive mejor o que el racismo y machismo en natural y no una aberración por carecer de empatía y humanidad.
  Estamos viviendo unos momentos jodidos por culpa de la extrema derecha y sus fobias mortales y por todos aquellos partidos y personas que de una u otra manera les limpian y justifican, aunque sea en una mínima parte. Europa, el mundo tendría que recordar, saber, que la intransigencia de los antecesores de la extrema derecha de hoy fueron los responsables de guerras, asesinatos masivos y de odios que perviven por generaciones.
  Llegados a este punto, esos extremistas me recordarán a la Rusia de Stalin, la China de Mao, los jemeres rojos de Camboya, la Cuba de Fidel o la Venezuela de Maduro y Chaves. Pues vale, pero aquí estoy a lo que estoy: la extrema derecha, causante de las mayores atrocidades realizadas por seres humanos contra otros seres humanos. La máxima expresión del horror fueron los nazis y hoy hay quienes tienen a Hitler… ¡hay que ser ignorantes y despiadados!
  Los demócratas tenemos que hacerles frente, pero los dirigentes tienen que utilizar todos los recursos de las democracias para frenarlos y desterrarlos de la sociedad. En Alemania han dado un paso muy importante ilegalizando al grupo neonazi Hammerskins y a la asociación Artgemeinschaft. Ese es el camino. Y los partidos de derechas tienen que dejar de pactar con ellos, y esto va para el PP. Mientras sigan apoyándose en ellos más crecerán y a la larga el PP perderá más apoyos y lo que es peor, dañaran la convivencia y la paz social.
  Quienes justifican, apoyan o difunden el «ideario» de la extrema derecha son culpables, colaboracionistas que merecen nuestro reproche y con los que debemos confrontar desde los principios democráticos.

  

 

 

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario