17 may 2024

Cinco días que conmocionaron España


  Pedro Sánchez pasó de ser un tipo maquiavélico con mucha suerte a un ñoño inmerecedor de ostentar el puesto de presidente del Gobierno. En un golpe de efecto pergeñado en solitario conmocionó al país con la hipotética renuncia. Lo hizo, además, a través de una red social para sorpresa del respetable. El anuncio cayó como una bomba. A la derecha extrema, el PP, les pilló, como a todos, desprevenidos e inicialmente quedaron sonados. Los partidos en los que se apoya el Gobierno no salían de su asombro y perplejidad. Aparentemente todo fue por amor a su esposa. La oposición del desconcierto inicial pasó al recochineo y con posterioridad al ataque furibundo, vamos lo de siempre.
  Nadie se explicó las razones. Los cinco días de silencio presidencial dieron para todo tipo de cábalas. Del escrito presidencial parecía deducirse que tenía la intención de dimitir. Nada más lejos de la realidad. El lunes 29 de abril dejó claro que no lo iba a hacer y que volvía, nunca se fue, con renovados bríos.
  Escuchadas y leídas muchas opiniones de todo el espectro político no me quedo con las ganas de expresar la mía.
  Tengo serias dudas de que la carta fuese redactada por él en la intimidad. Los presidentes tienen muchos asesores, unos oficiales y otros no. No me creo que una decisión de ese calibre la tomase  sólo, es más, creo que todo fue parte de un plan muy estudiado. Vistas las repercusiones que tuvo desde el primer momento es lógico que se adjudique en exclusiva la decisión. El ego es el ego.
  El acoso que recibió Sánchez desde el primer momento no lo sufrieron ni González ni Zapatero, al menos no con la inquina que él lo recibe.
  La inclusión de Óscar Puente en el Gobierno fue el primer indicio de que algo estaba cambiando. Necesitaba un mamporrero con desparpajo capaz de hacer frente a una derecha radicalizada y faltona. Puente está cumpliendo con su papel a la perfección. No me gusta el tono bronco en los ministros, en los cargos públicos, pueden ser duros pero con la sonrisa en la boca.
  La denuncia contra Begoña Gómez, compañera de Sánchez, la aprovechó para dar un golpe de efecto. Les habían dado por todos los lados pero al involucrarla directamente en la contienda se lo pusieron fácil.
  Al Partido Socialista de Euskadi no le fue mal en las elecciones. El PSOE necesitaba un empuje de cara a las elecciones catalanas y las europeas. No fueron los únicos motivos.
  Desde hace años los marcos, el relato político, lo establece la extrema derecha y la derecha extrema, Sánchez decidió que su partido, y él, tienen que convertirse en relatores. Los argumentos de la derecha apelan a los sentimientos, a las tripas. No hablan de economía, medio ambiente, proyectos de futuro, se centran en temas como la inmigración, la inflación, a pesar de ser una de las más bajas de la Unión Europea, el feminismo, de las ocupaciones de viviendas aunque sean contadas, etc. y declaran una guerra cultural.
  A pesar de los bulos sobre la precariedad económica la realidad les desmiente al menos en lo que se refiere a las grandes cifras económicas, incluidos los resultados de los bancos y empresas.
  La derecha extrema y la extrema derecha acusan a Pedro Sánchez de ocupar los cargos institucionales con personas de su confianza. Lo dicen como si eso no fuera lo usual. ¿El PP no nombra a una persona de su confianza para el puesto de Fiscal General del Estado? ¿El Centro Investigaciones Sociológicas?…  Claro que lo hizo, así funcionan nuestras democracias. Lo que está claro es que el PP sí que está incumpliendo la Constitución al no permitir la renovación del CGPJ (Consejo General del Poder Judicial). Por cierto, PSOE, PP y Unidas Podemos pactaron la renovación del Tribunal Constitucional, el Defensor del Pueblo, el Tribunal de Cuentas y la Agencia de Protección de Datos, pero el CGPJ no, de eso ni hablar. A estas alturas ¿alguien duda del motivo?
  Pedro Sánchez apeló al sentimentalismo, al victimismo, e hizo un llamamiento al regeneracionismo democrático. Con ese argumento estaba creando un nuevo marco, un relato. Como reacción desde la derecha extrema, que no es otra que el PP, han modificado su discurso y ahora además de dictador le imputan el ser generador de bulos.
  Mientras, Óscar Puente continua con su labor. Señor Puente, no debería comportarse como Rafael Hernando y otros, queda muy feo. Ah, perdoneme por compararle con Hernando, a este solo le supera MAR.
  Sánchez, durante esos días, fue el único tema.
  A los partidos independentistas que apoyan al Gobierno no les hizo mucha gracia la «espantá». No lo dijeron en público, faltaría más, pero les debió entrar el canguelo. Tenían, tienen, mucho que perder. Los independentistas y el Partido Socialista llegaron a magníficos acuerdos con mucho dinero por medio para los primeros, acuerdos que no están cumplidos. La amnistía no está aprobada y eso en las huestes catalanas debe inquietar mucho.
  Curiosamente la amnistía no estuvo presente en el debate electoral catalán. Los resultados fueron buenos para los socialistas catalanes y ahora queda por saber si conseguirán la presidencia de la Generalitat. Puigdemont sigue siendo un bocazas. Continua con sus delirios. Huyó como un chorizo cobarde y a pesar de ello obtiene unos buenos resultados.
  Un paréntesis. ¿Se imaginan a Puidemont y a Ayuso en un cara a cara? Cierro paréntesis partiéndome de risa por la imagen.
  Nos quedan días de incertidumbre que se empezarán a despejar tras las elecciones europeas. Veremos si los independentistas apoyan unos presupuestos generales, atenúan sus críticas, no que las realicen de forma no tan chulesca, y muestran más apoyo a la gobernabilidad de España. Con los independentistas hay que fijarse más en lo que hacen que en lo que dicen, son unos bocachanclas.
  No menos importante es el cierre de filas que logró Sánchez dentro del PSOE. La vieja guardia socialista se la tiene jurada. Se hizo querer por los suyos y le dieron su amor. Con esa reafirmación de su liderazgo, vía apoyo y aplauso público, los González, Guerra, e incluso el García Page quedan aún más desautorizados.
  La guinda del pastel fue la repercusión internacional que tuvo y el apoyo que consiguió.
  La amnistía no es del agrado en muchos ámbitos económicos. No es descabellado pensar que desde el mundo financiero y económico recibió presiones. Esas cosas no trascienden en el momento, pero existir existen. A su favor, el de Sánchez, juega el peso que tiene dentro de la Unión Europea, los fondos logrados, lo bien que va la macroeconomía. Pensar que Feijóo y Abascal dirijan España les debe preocupar muchísimo más que la amnistía. La pela es la pela.
  La jugada de Sánchez no me gustó. La vendió como algo personal y el caudillismo en los partidos políticos es nefasto. La racionalidad política, la que debería tener, no se puede mezclar con una pulsión amorosa.
  De momento va teniendo suerte y parece que sale airoso de los líos en que se mete o le meten. El gobierno de España es muy serio para reducirlo a impulsos. Ideas, planificación y rigurosa ejecución son fundamentales para avanzar.
  La extrema derecha crece en el mundo. No hay que tratarlos con ligereza. Hacerles frente sí, desde la democracia más estricta, sin miedo, pero sin caer en sus métodos.
  Las utopías han movido el mundo. La izquierda tenía unas ideas que atraían a las clases media y trabajadora ya que los tenía en cuenta, hoy casi ni hablan de clases. La división del trabajo y sobre todo las rentas determinan donde nos encontramos cada uno. Las soluciones a los problemas no pasan por las individuales o grupales si no por las de las clases trabajadora y media, que son los pilares de la sociedad. A la clase alta, que no es el pequeño empresario, no es necesario que nadie les de soluciones a los problemas, no los tienen, ellos nos los generan a los demás.
  Pensábamos que la legislatura iba a ser emocionante, no llevamos un año y ya es un sinvivir. ¡Ay mamina lo que nos espera!

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario