Aburrido. El gris plomizo del
cielo se asentó sobre mis hombros y ya no me abandonó. La rutina recorrió las
horas. Me dolían los ojos de tanto mirar el reloj.
Cuando parecía que una jornada se
iba a juntar con la otra me vi sacar la llave de la cerradura y diciéndome: se
acabó.
Un frenazo, una puerta
abriéndose, sin tiempo para reaccionar y
ya tenía en mi mano un sobre. Escucho: guárdamelo. Portazo, arranque brusco y
el coche desapareció. Miro el sobre, alzo la vista y el vehículo ya no está.
Cierro la boca y giro la cabeza a un lado y otro. Nadie, ni un alma.
Es de color blanco, normal. No
tiene nada escrito. Apenas pesa y no parece que contenga más que papel. ¿Lo
abro? ¿Voy a la Guardia Civil? Mientras camino me hago mil preguntas y no obtengo
ninguna respuesta.
Hace frío y pocas veces tengo que
saludar. El pueblo está aletargado. Me paro un par de veces y sigo mirándolo.
Diez minutos después una extraña sensación atenaza mi estómago. Quiero tomar
una decisión antes de llegar a mi casa. Ahora si que no se ve un alma. La
presión se hace más intensa y ya me duele todo el cuerpo.
Dos coches son los únicos seres
que transitan las calles. Mis zapatos parece que van pisando caracoles. Oigo a
mi espalda que otro coche se acerca, despacio. Llega a mi altura, casi se
detiene. Las lunas tintadas me impiden ver quien va en su interior. Acelera la
marcha y se aleja. Alguien se arrepintió de lo que iba a preguntarme o me
confundió.
Meto la mano en el bolso y allí sigue.
El cielo está despejado. Hiela. Nadie. Paso delante de un bar y no veo ni al
camarero. Vacío. Cien metros más adelante un coche está detenido, sin
intermitentes. Se parece al de antes. Según ve voy acercando empieza a rodar.
Un perro me muerde el estómago. No siento el frío y las manos me sudan. Vuelvo
a tocar el sobre…
Santi, la cena está lista. Deja
eso. Espera un momento, que acabo esta página y voy. La terminé. Coloqué el
marcador de páginas y cerré el libro.
Se aburre quien quiere.
¿Aburrimiento? por M. Santiago Pérez Fernández se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.
El que se aburre en Tineo es porque quiere. ¿Frío en Tineo? ¡eso nunca! en tal caso "fresco".
ResponderEliminarCreo que esto de la crisis nos afecta más en lo psicolígico que en lo real. Hay que salir, hay que relacionarse con la gente y hay que consumir.
Yo, como Santiago, de aburrirme, NADA.
Rafa.