No sé a ustedes pero a mí hay
libros que me cuesta leer. Y no es que no me gusten, es que me resultan duros.
Son esos libros que hay que tomar en dosis pequeñas. Son esos libros que estoy
a punto de dejar muchas veces y que, sin embargo, acabo leyendo. No puedo
abandonarlos. Duelen y no los repudio.
Eso y más me ha pasado con Carthage de Joyce Carol Oates.
Son 530 páginas de crudeza. No
hay concesiones.
Es de esos libros que me ha
taladrado. Sin saber muy bien cual es el motivo hay lecturas que me producen
desasosiego. Este es uno de ellos.
No puedo explicarlo o me resulta
difícil hacerlo.
Carthage me desorientó en un principio. Poco a poco la trama va
adquiriendo vida. La primera página ya es un anuncio de lo que vendrá más
tarde. Pero eso yo no lo sabía, claro.
La historia es cruda. Las
motivaciones sicológicas de los personajes son complejas e incluso inesperadas.
No son lo que parecen o no lo muestran hasta casi el final.
Los vericuetos por los que nos
conduce Joyce Carol Oates son sórdidos. La putrefacción social y personal está
presente en toda la obra. ¿O es la miseria humana lo que recoge en su estado
más puro?
La frase que recoge Oates de W.
H. Auden tal vez resuma la idea que trasciende a la obra: “Estamos en la tierra
para ayudar a otras personas. Pero para qué están aquí las otras personas, eso
no lo sabe nadie”.
¿Será nihilismo o antropología
psicológica?
Una parada.
Me pongo con Órdenes sagradas de Bejamin Black. Tengo que relajar.
Sí, tengo la costumbre de leer
varios libros a la vez.
El forense Quirke en acción. La
verdad es que no me puso. Me lo leí de dos tirones y me faltó algo.
No, esta vez Benjamin Black no me
puso.
Vuelta a Carthage.
La visita de Cressida a la
cárcel, al sistema penitenciario americano, produce claustrofobia, aversión,
repugnancia.
No da un respiro.
La guerra en Iraq, la enfermedad,
ninguna miseria se queda fuera.
El avance por las páginas me
produce cierto morbo. ¿Hasta dónde podrá llegar? Me tiene pillado. No lo puedo
dejar.
Otro respiro.
Me paseo por El baile de los penitentes de Francisco Bescós. No había leído nada
suyo. En 2014 ganó el XXVII Concurso Internacional de Relatos Policíacos de la
Semana Negra de Gijón con Hombres de
negocios.
Pues ahí están sus 410 páginas.
Una de picoletos.
La Grande, Lucía Utrera, teniente de la Guardia Civil es la
protagonista, además de madre y casada con un inglés.
La trama se desarrolla en Calahorra
y el final resulta insulso, fruto de la casualidad no de una urdimbre bien
tejida.
Le sobran páginas. Descripciones
que no aportan nada. Bueno, me lo leí.
Vuelta a mi calvario.
No aguanto más. Tengo que acabar Carthage. No paro. No hay más
interrupciones.
Sin final feliz. Termina con los
deseos de una Cressida que vuelve a estar obsesionada.
¿Aprendió algo después del daño
que causó? Eso a gusto del consumidor.
Ya ven, las aventuras de un
lector.
Carthage de Joyce Carol Oates y dos más by M. Santiago Pérez Fernández is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.
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