Se han lanzado a una carrera
desenfrenada por abrirlo todo. No hay reflexión que valga, pesa más la economía
que la vida. La prudencia, escasa de por sí, se ha abandonado. Ya están
pensando en celebrar fiestas, abrir las playas y celebrar todo tipo de actos
multitudinarios. ¿Tanto ha mejorado la situación?
El Covid-19 sigue campando a sus
anchas. El 15 de marzo, primer día del estado de alarma, hubo en España 152
fallecidos, hoy, 8 de abril, 229. Llevamos 26299 muertos contabilizados
oficialmente.
No parece que las condiciones
hayan mejorado especialmente. Me podrán decir que los datos de contagios y
muertes sí; que los porcentajes también y qué las UCI se encuentran más libres.
Pues las circunstancias pueden variar, negativamente, en muy poco tiempo. Por
ello, la templanza debería guiar las medidas que tomen los políticos. Para
nuestra desgracia no es así.
El último estado de alarma
aprobado por el Congreso de los Diputados fue un ejemplo de cómo están las
cosas. Cada uno fue a lo suyo. El gobierno de Sánchez va perdiendo apoyos. La
crítica generalizada que se le hace es su falta de diálogo. Pues va a ser que
algo, mucho o poco, de eso hay. Celebra ruedas de prensa los sábados y anuncia
medidas, el domingo se reúne con los presidentes autonómicos. Eso está muy feo.
No somos un país centralizado como Francia, el estado de las autonomías supone
que hay que gobernar contando con ellas.
La oposición tampoco muestra un
talante muy dialogante. Entiendo que es el Gobierno quien tiene que dar el
primer paso en todas las ocasiones para cohesionar y, sin embargo, algo parece
que está fallando. Cada partido, cada presidente autonómico, barre para su casa
y me parece bien, pero no en estas circunstancias. No hay soluciones parciales.
Una bandera o una demarcación territorial no frenan al coronavirus.
A la derecha y a la extrema
derecha les pueden las gónadas. Ciudadanos no sabe por donde anda y los
nacionalistas a lo de siempre.
El gobierno del PSOE y de Unidas
Podemos no tiene muy clara su posición de inestable debilidad. No se trata sólo
de las concesiones que hagan a los demás, son las formas, quieren su espacio público.
La política tiene mucho de egos.
Los muertos ya no pesan tanto.
Los datos son fríos, adquieren su crudeza cuando nos afecta de forma directa,
mientras eso no sucede vive la vie.
Los argumentos para la
desescalada son de lo más peregrino. Los políticos dan por sentada una
“normalidad” que es irreal. ¿Están dispuestos a asumir un rebrote y muchos más
muertos? ¡Qué más da! A los muertos les iba a importar un carajo.
Se están precipitando. No hay
garantías científicas y sanitarias para hacer una apertura total. Las presiones
deben ser terribles, pero son por razones económicas. Díaz Ayuso, presidenta de
Madrid, del PP, y Aguado, vicepresidente de Ciudadanos, están de acuerdo en
poner por delante la economía. No se han escondido. Otros son más discretos
pero van por la misma senda.
Esa fiebre aperturista ha llegado
a todos los rincones. Muchos alcaldes se están metiendo en camisas de once
varas. Hay un ejemplo que por su cercanía me preocupa aún más.
En Cangas del Narcea el
Ayuntamiento anunció la solicitud al Gobierno asturiano del reconocimiento del
carácter religioso, cultural o tradicional de las Fiestas del Carmen y la
Magdalena. Esa petición la hacen “para poder tirar voladores de la manera
tradicional” ya que con ese reconocimiento “se cumplirá con la legislación
nacional, sin que se tenga que producir cambios a la hora de tirar voladores”.
Los que conocemos las fiestas del
Carmen sabemos la importancia que tienen para el concejo de Cangas y también
que allí se desplazan miles de personas. Por cierto, cuando esto pase les
recomiendo encarecidamente La Descarga.
Al hacer pública esa demanda el
ayuntamiento está generando una expectativa que puede resultar peligrosa,
mortal. Que tenga previstas todas las opciones es lo qué procede, pero con la
prudencia debida. Saben qué si hay Descarga la afluencia de público va a ser
incontrolable.
En estos momentos es una medida
populista. ¿Acaso piensan que el coronavirus se iba a asustar con los
voladores? El ayuntamiento cangués ha tomado una decisión para sortear la ley.
En el Suroccidente asturiano
hemos tenido mucha suerte. El aislamiento y la dispersión de la población nos
ayudaron y los contagios han sido mínimos. Sí las condiciones no mejoran de
manera muy notable, sí además no mantenemos la distancia física necesaria y si no utilizamos mascarillas lo podemos tener complicado cuando se permita la
movilidad por toda Asturias. Sí cuando llegue el Carmen, San Roque en Tineo o
el Avellano en Allande los contagios y muertes están en unos niveles muy
elevados, esas fiestas pueden ser un foco de contagio muy importante. Nuestra
seguridad ha venido del aislamiento sí lo rompemos de forma brusca… ¿Se
imaginan un brote de contagios en esta comarca? Tenemos una población muy
envejecida, las consecuencias pueden ser terribles. ¿Están dispuestos a correr
ese riesgo? Las precipitaciones nos pueden conducir al desastre que hasta ahora
hemos esquivado.
Los ERTE sí tienen que ampliarse
que se amplíen. Las ayudas tienen que llegar de manera urgente a los
ciudadanos, pequeñas y medianas empresas y a los autónomos.
Las desescaladas desmadradas nos
pueden costar muy caras.
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