24 may 2020

¡Más qué manifestaciones!

  En octubre de 1922 los squadristas convergieron en Roma, fue la traca final que permitió a Mussolini acceder al poder. Ese resultado no fue fruto de la improvisación.

  El movimiento fascista italiano encontró en los ex soldados de la Primera Guerra Mundial los apoyos que necesitaba. Unos gobiernos y políticos desastrosos, un país sumido en la pobreza y una clase trabajadora muy motivada tras la Revolución Rusa fueron ingredientes que coadyuvaron al advenimiento del fascismo.

  Las escuadras de acción se encargaron de amedrentar, apalear y asesinar a quienes se le ponían por delante. La demagogia populista sentimental variable fue su único ideario político. Caló en las clases más desfavorecidas a la par que se convirtió en el ariete de empresarios y ricos terratenientes.

  Con su llegada al poder eliminaron las libertades individuales y cualquier atisbo democrático. Italia se metió en la Segunda Guerra Mundial al lado de los nazis y la historia acabó con Benito Mussolini y Claretta Petacci, su amante, fusilados, sus cuerpos maltratados y colgados boca abajo.

  Todo lo que hicieron fue en nombre del pueblo italiano, por el honor de la patria y para devolver a Italia a su esplendor pasado.

  España tuvo sus imitadores en José Antonio Primo de Rivera y la Falange Española de las JONS, aunque se les adelantaron los militares con Franco a la cabeza.

  En España el régimen autoritario personalista con una impronta fascista muy marcada inició su andadura con la terrible Guerra Civil, la no menos sangrienta postguerra y a cuarenta años de dictadura.

  La dictadura franquista acabó con las libertades individuales, políticas y sindicales. Una pequeña camarilla de terratenientes, militares, curas y empresarios, a los que se sumaron los pícaros advenedizos, convirtieron España en su latifundio particular.

  Los franquistas no necesitaron cacerolas con los fusiles tuvieron suficiente.

  Franco murió en su cama.

  Quienes sí dieron cacerolazos fueron las mujeres y niños pudientes en Chile durante el gobierno de Salvador Allende. En 1971 realizaron una marcha, cacerola en ristre, que se fue extendiendo por el país, se las denominó las “marchas de las cacerolas”.

  El final ya lo saben. Pinochet dio un golpe de estado; Allende fue asesinado; se abolieron los partidos políticos y los sindicatos; limitaron la libertad de expresión; las torturas y los desaparecidos, miles, fue la norma para rebatir a los adversarios.

  En lo económico aplicaron las recetas ultraliberales de Milton Friedman que puso en manos de las grandes multinacionales la economía del país. Redujeron el gasto público, no privatizaron el aire de milagro y el milagro chileno fue haciendo agua con el tiempo.

  Estos también dieron un golpe de estado por el bien del país, por su honor y mayor gloria.

  Augusto Pinochet murió en su cama.

  Ahora, en España, en plena crisis sanitaria y en contra de toda racionalidad, los que llevan toda la vida refunfuñando contra las protestas y manifestaciones de trabajadores, se están echando a la calle. Hablan de libertad, de gobierno dictatorial… ver para creer. ¡Lo dice la extrema derecha! Son muchos los que desde su ceguera, desmemoria o ignorancia histórica están dando su apoyo a estas manifestaciones antidemocráticas. Manifestaciones que tienen un único objetivo: cargarse un gobierno democrático.

  Por favor, no me vengan con historias.

  En ese manifiesto que circula entre la extrema derecha y la derecha, firmado por varios intelectuales, quedan claras las intenciones de toda esta movida. El escrito da idea del nivel intelectual de los firmantes, entre ellos está Sánchez Dragó. Piden la “DIMISIÓN del Gobierno de Pedro Sánchez y encargo de la Presidencia por S.M. el Rey a una personalidad independiente con respaldo de todos los partidos constitucionalistas de las Cortes Generales. Gobierno técnico y de gestión que haga frente a la crisis sanitaria y a sus terribles consecuencias económicas y sociales. Convocatoria de elecciones nacionales un años después”.

  Esto me recuerda al golpe de estado del 23 de febrero de 1981. Ah, claro, a los mayores se les olvidó y los más jóvenes no saben de qué les hablo. Pues estudien la Historia de España. A lo que iba. Aquel día se presentó el general Alfonso Armada en el Congreso para hablar con Tejero y acordar un gobierno de concentración con políticos de todos los partidos, eso sí, con Armada de presidente del Gobierno. En fin.

  Además, esos intelectuales de pacotilla flaco favor le están haciendo al Rey.

  No tienen ningún empacho en utilizar términos que les son totalmente ajenos. Tampoco es novedoso. Ya Mussolini y José Antonio se nutrieron del vocabulario e ideas socialistas y comunistas. No les duele hablar de lo mal que lo está pasando la clase media, pero... ¿no habían desaparecido las clases?

  Ignorantes y atrevidos.

  Oír a la extrema derecha hablar de libertad resulta irónico a la par que trágico. La extrema derecha es un movimiento político autoritario que deviene dictadura. Sólo conocen el ordeno y mando. Todos los desafectos con su causa son reprimidos con violencia. La extrema derecha siempre acaba poniéndose al lado de los poderosos y acaba siendo el brazo ejecutor del más extremo y corrupto capitalismo.
  Esa gente, cuando alcanza el poder político, lo utilizan para saltarse las leyes que ellos mismos crean y a su sombra esquilman las arcas del Estado y realizan negocios sin control alguno.

  Absténgase de sacarme a colación la dictadura estalinista, maoista o castrista. Estoy hablando de la extrema derecha y los fascistas.

  La extrema derecha, con el apoyo de la derecha del PP, está, una vez más, polarizando el país. El lamentable espectáculo que están ofreciendo es indigno, zafio, insolidario, chulesco y peligroso.

  Es tragicómico ver como un movimiento que se desplaza en coches de alta gama es aplaudido por los más desfavorecidos y la clase media.

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